Conduzco hasta la casa de Victoria, cuidando el límite de velocidad.
En cuanto llego, la llamo al celular. Ella atiende después del primer tono.
—Ale, éste hombre conoce todas las canciones de Plaza Sésamo. —Puedo escuchar al otro lado de la línea la voz de Brian cantando.
Río un poco.
— ¿Dónde están?
—Llegando, podes entrar, está todo abierto.
Corto la llamada y llevo a Sassy hasta el patio trasero.
La casa de Victoria es diferente a la mía, principalmente porque es solo de un piso. En el frente, dos ventanas que cubren casi toda la pared, y del lado derecho, está la puerta de entrada. Sin embargo, no es por allí por donde debo entrar. A pesar de su buena relación con sus padres, Victo se mudó al sótano de la casa, por lo que, una vez en el patio, solo debo entrar por unas puertas de madera que se conectan directamente a su habitación.
Bajo las pequeñas escaleras y enciendo las luces. El cuarto de Victo se ilumina de manera cálida, con luces de navidad colgando de todas las paredes, una imitación de una araña de cristal suspendida en el centro del techo y un par de lámparas a cada lado de su cama tamaño matrimonial.
El lugar es bastante amplio, o suficiente para tener unos sillones del lado izquierdo de la habitación y un enorme armario de madera de pino del lado derecho. Frente a mí, la cama, y en la esquina junto a ella un espejo me devuelve el reflejo de una muchacha desaliñada, con una remera dos veces más grande que ella, el cabello inflado y despeinado por el viento, jeans rotos en las rodillas y botas cortas de color café.
Soy yo, que sorpresa.
Aliso mi cabello con las manos y subo las escaleras junto al armario para salir a la cocina.
Sirvo una jarra de agua con menta y otra de limonada, y vuelvo a la habitación de Victo, al mismo tiempo que ella cruza las puertecillas de madera con Brian abrazado a sus hombros.
—Ésta cosa pesa demasiado. —Se queja mi mejor amiga.
—No me digas cosa, tengo sentimientos. —Lloriquea Brian.
— ¿Y ahora qué le pasa? —Le pregunto a Victo.
Ella cruza la habitación y lo deja sentado en su cama. Me acerco a la mesa ratona frente a los sillones y dejo las jarras.
—No tengo idea. Algo sobre el Capitán Spock y los vulcanos. —Responde, masajeando el hombro donde Brian se sostenía.
Él me sonríe y me hace el saludo vulcaniano. Yo se lo devuelvo, y sirvo un vaso con agua y menta.
****
—Al fin. —Exhala Victo, tirándose literalmente al sillón.
Después de que Brian tomara dos jarras de agua con menta, vomitara cuatro veces y volviera a tomar un poco más, por fin se había quedado dormido. También lo habíamos dejado en ropa interior, ya que su remera y jeans estaban llenas de vómito.
Miro el reloj, son pasadas las 4 a.m.
—Se supone que mañana tenemos clases. —Digo.
Victo asiente, restregándose la mano por la cara.
—No te hará mal otra falta, ¿o sí?
—Me preocupa más tus faltas. —Suspiro. —Perdón por arrastrarte a esto.
Me siento junto a ella, apoyando nuestras cabezas juntas. Toma mi mano.
—No pasa nada, no te disculpes. —Acomoda un poco su cabeza sobre mi hombro. —Llame a Leo para que se encargue de la fiesta en cuanto termine. —Dice después de una pausa.
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Alf
RomanceAlejandra Gray es sarcástica, divertida y, tal vez, un poco amargada. Bueno, cualquiera seria amargada si adquiere una madrastra que no la comprende y una hermanastra que, ademas de ser una hermosa modelo, no deja de recordarselo. Y como si fuera po...