— ¿¡Qué vos qué!?
Un coro de “Shhhh” sonó a nuestro alrededor.
—Ay, que quejosos. —Susurró Victo.
Estábamos sentadas en la biblioteca de la facultad, repasando nuestras clases con una pila de libros junto a nosotras. Ambas cursábamos el segundo año de arquitectura y habíamos acordado que los sábados por la tarde serian nuestras reuniones de estudio.
—Sabía que tendría que habértelo contado después de estudiar. —Dije, cubriendo mi rostro con las manos.
—Ni hablar, nada relacionado a Brian “Caliente Como el Infierno” Harper puede esperar. —Suspiró. —Una apuesta, Ale ¿en qué estabas pensando?
— ¿En que la ganaría? —Respondí, separando mis manos de mi boca y ojos.
— ¿Y ahora qué? ¿Vas a ser su sumisa?
Mi cartuchera voló a la cabeza castaña de Victo.
—No tengo idea que tiene planeado—expliqué—pero si llega a tener un asunto sexual, voy a castrarlo con una cuchara.
—No seas exagerada. —Tiró de vuelta mi cartuchera a mis manos. — ¿Cuándo empezas?
—Dijo: “dos meses a partir del lunes”. —Contesté, imitando una voz un poco más aguda que la de Brian.
— ¿Pomelo sabe sobre esto?
—Es Pamela, y no, no sabe.
—Tendrás que decírselo, Ale. Esa chica vive en ese bar.
—Lo sé, lo sé pero no tengo idea de cómo lo va a tomar…
Pam es muy territorial con sus conquistas, y cuando digo MUY territorial, no exagero, no me sorprendería saber que orina en ellos. Y estoy más que segura que Brian ya está orinado.
—Bueno pero una cosa es segura: si ella te ve con él antes de que le expliques la situación. Las cosas serán peores…
¿En serio? No me digas…
¿Podría un auto atropellarme? Por favor.
~~~~~
— ¿Podemos hablar? —Pregunté, con la cabeza asomada en la puerta de la habitación de Pam.
—Claro, pasa.
Pam estaba mirándose al espejo, con un vestido ajustado negro que dejaba al descubierto su espalda.
— ¿Vas a salir ésta noche?
—Dah, por supuesto. —Respondió. —Aunque no te preocupes, no dije que iba con vos. Eso sí, voy a necesitar que me pases a buscar. — Se giró hacia mí. — ¿De que querías hablar?
Tomé una profunda respiración.
—Obtuve un trabajo. —Por una apuesta. —Dos meses, en el bar de Brian. —Oh, y como su secretaria personal también. Ella no necesitaba saber tanto.
Enarcó sus rubias cejas y permaneció muda por un momento, mientras yo intentaba no tirarme al suelo y morir.
—Ya sé a qué va todo esto Alejandra… —Ay Dios, ay Dios ¡Aborten la misión! ¡Aborten, aborten! ¡Mayday! ¡Mayday! —Es por ese chico rubio de la barra, ¿no?
— ¿Qué?
— ¡Sí, el rubio que sirve tragos! ¡Sabía que había algo ahí! ¡Te gusta!
— ¿Qué?
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Alf
RomanceAlejandra Gray es sarcástica, divertida y, tal vez, un poco amargada. Bueno, cualquiera seria amargada si adquiere una madrastra que no la comprende y una hermanastra que, ademas de ser una hermosa modelo, no deja de recordarselo. Y como si fuera po...