Base Militar Darian Roth

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El chico pelirrojo estaba soltándome las esposas de las muñecas, cuando el tiroteo comenzó, había un sujeto con un traje militar apuntando hacia nosotros entre la multitud y los autos estancados, por las caras de los dos muchachos se notaba que conocían al tercero, el rubio oxigenado tiró el revólver al piso. -Reggie, qué mierda haces, ¡suelta esa maldita arma!

No pienso hacerlo idiota, al igual que tú, también tengo una misión y con un movimiento rápido disparó el arma dándole en el hombro al tipo con el tatuaje de calabaza, le hubiera dado en la cabeza si no es porque una bala loca interrumpió sus planes.

Cuando me liberó el muchacho colorado, empezó a atender inmediatamente al peliblanco con mucha precisión, mientras le decía: Caleb, tenemos que salir de aquí lo más pronto posible o moriremos, piensa en un plan.

-¡Estoy pensando Johnny! ¿Cómo podemos llegar a la base Darian Roth?- lo decía tirado en el suelo mientras apretaba el puño contra el asfalto caliente.

Ambos empezaron a discutir acaloradamente de repente, eso me dio el tiempo suficiente para huir corriendo, yendo entre comillas a ciegas, porque no sabía en dónde estaba y no quería quedarme allí con esos dos, no  confiaba en ellos ya que no los conocía.

Había corrido varios metros, pero tuve que detenerme porque estaba muy agotada por el calor que hacía, el esfuerzo que me exigía el respirar era mayor, me dolían un tanto las costillas.

No debí detenerme, pensé para mis adentros cuando tuve de frente a unos diez pasos como máximo, al sujeto de traje militar que al parecer se nombraba Reggie, ahora tenía un enorme agujero dónde tendría que estar su oreja y me apuntaba con una metralleta.

-Ni pienses en tratar de huir o me veré en la obligación de dispararte-todo ello lo decía mientras recargaba lentamente su arma.

Me mantuve quieta, alerta a cada movimiento realizado por el hombre que tenía cara a cara, el cuál se había convertido en una amenaza real hacia mi persona y debía encontrar la forma de salir de allí lo más pronto posible.

Lo miraba directamente a los ojos y él a mí, de improviso su musculatura se relajó y me asusté, fueron tres segundos que pasaron como una ráfaga y en ese instante lo sentí, un golpe seco en la nuca, me desplomé en el concreto perdiendo el conocimiento.

Desperté muy agitada con la respiración entrecortada, observé el lugar, era una habitación completamente cerrada, el aire se percibía un tanto vicioso, ya que sólo había una rendija por dónde podía ingresar este.

Se observaba una cámara en la esquina superior izquierda, me dirigí allí rápidamente, tenía muy claro que me observaban desde algún otro sitio por un motivo especial.

¿Qué necesitan de mí? ¿Cuál es la razón para mantenerme en este sitio?- gritaba hacía el visor de la cámara de vigilancia.

Había una silla y la lancé contra la ventana que allí se encontraba, ni siquiera se trizó, estaba claro que no estaba hecha de vidrio sino de un material más resistente y que con una silla no lo rompería.

Comenzaron a pasar los días a una lentitud exasperante, no encontraba la forma de salir, la puerta se abría con un código especial desde afuera, lo sabía porque en distintas ocasiones había visto ingresar médicos al cuarto, a inyectarme cosas, a sacarme muestras de sangre, a hacerme preguntas que no respondí porque me decidí a no hacerlo y porque no las entendía del todo, eran un tanto ambiguas.

Llevaba casi seis días en aquel lugar para nada agradable, el agua era el único alimento que consumía, eran altas horas de la madrugada, cuando desperté de una pesadilla en dónde morían muchas personas incluyéndome; a un lado de la cama había un sujeto de pie observándome con detenimiento, estuvo así un par de horas, después salió y cerró la puerta tras de sí.


KiomaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora