~Ariadna~
Desperté de golpe, sintiéndome sofocada y sudorosa, la razón: Estaba soñando que estaba en la base militar otra vez.
Vi una mano nívea y llena de cicatrices posarse en mi hombro, acompañada de una voz clara y acompasada: Tranquila niña, estás a salvo aquí, sólo fue una maldita pesadilla. Caleb me sonrío apenas y me dio unas palmaditas en la espalda.
Observé su rostro entre la penumbra y la luz de luna que atravesaba las cortinas, me sonrío apenas.
Te dejé un vaso de leche en el velador, por si el insomnio no te deja dormir.
Gracias Caleb, eres muy amable- asentí suavemente con la cabeza.
El muchacho de cabello platinado estaba sosteniendo el pomo de la puerta, a punto de salir de la habitación, cuando la chica le llamó musitando: Caleb...
Él se acercó a dónde se encontraba la chica, apoyándose contra la pared.
Dime ramita ¿Qué tienes?
¿Podrías quedarte hasta que logre conciliar el sueño?
-Sí, está bien niña, acomódate, yo estaré limpiando mis armas y de paso, vigilo que no entre nadie por esa puerta (apuntando a la puerta de la habitación).
-Está bien-dijo Ariadna, y apoyó suavemente la cabeza sobre la almohada.
~Ariadna~
El sueño profundo estaba cada vez más cerca, cuando escuché un quejido quedo, un gimoteo suave, se oía lejano. Desconocía de dónde provenía, hasta que me di cuenta de que esos ruidos pesarosos los producía el joven de cabello rubio platinado.
Abrí los ojos, todo el cuarto se había cubierto completo de oscuridad, no podía distinguir nada, ni siquiera mis dedos. Me enderecé de forma robótica y me acerqué sigilosamente a dónde se veía un pequeño levantamiento negro sobre el colchón, que claramente era la figura recostada de Caleb, al parecer percibió mi respiración cerca de sí, porque pegó un pequeño salto.
Supongo que se giró, porque no veía casi nada, pero noté que la sombra cambiaba de forma, por eso lo deduje.
¿Qué necesitas? - su tono de voz era distinto a otras veces, se sentía forzado, como cuando hablas a trompicones mientras aguantas las ganas de llorar, pero al mismo tiempo era esquivo.
En realidad, sólo quería saber cómo estabas...
Encendió la lámpara de la mesita de noche.
-Cómo puedes ver no me...no estoy bien. Su rostro estaba húmedo, su labio inferior vibraba.
-Hoy es una fecha triste para mí... lo dijo y se notaba en sus ojos que aquello era muy doloroso para él.
Siempre viví en muchos hogares temporales, hasta los 10 años aproximadamente, cuando estaba pronto a cumplir diez, pude vivir todo el proceso de adopción, hasta que finalmente me fui a casa con ella.
Tendría alrededor de 64 años, de cabello castaño cobrizo y entrecano, siempre tenía una sonrisa nerviosa que obsequiarte, ella me amó, yo la amé, como la mamá que nunca tuve.
Pero una mañana soleada, un 23 de marzo, hace dos años atrás, la perdí.
Veníamos en un taxi, fue a buscarme al aeropuerto para celebrar con un pastel de queso, mi llegada.
Una riña matrimonial...con un arma de fuego entremedio... se disparó la pistola y la bala fue a dar a mi mamá...yo le gritaba que se quedara aquí...había mucha sangre...en mi interior sabía la verdad...la ambulancia no iba a llegar a tiempo...le sostuve su mano todo el tiempo, hasta que pude ver en sus ojos que ya había dejado este mundo.

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Kiomara
Science-FictionEn medio de un mundo futurista, Kiomara vivirá un suceso traumático, que la alejará de su familia y le dará un giro inesperado a su vida. Al atravesar un montón de obstáculos y vivir mil aventuras, deberá enfrentar sus miedos cara a cara, luego de...