Capítulo trece: Una visita inesperada
DICEN QUE EL ARREPENTIMIENTO VIENE DESPUÉS DE haber hecho mal las cosas, que aparece después de haber perdido todo por nada.
Bucky sabía de eso. Lo había experimentado primero como el Soldado del Invierno y luego como James Buchanan Barnes, y es que lo más difícil de todo no era llorar y lamentarse, era intentar cambiar. Asumir toda la responsabilidad por sus actos, tomar toda esa culpa y convertirla en impulso para intentar mejorar, para evolucionar, para crecer como persona.
Sin embargo, no era un proceso fácil.
Primero había que aceptar el infierno al que uno mismo se había condenado, y eso era justamente lo que se veía reflejado en los ojos azules de John mientras observaba toda la Plaza como si los sucesos de las últimas horas hubiesen sido borrados de su memoria. Parecía confundido, en extremo triste, desconsolado, y por sobre todas esas violentas emociones destacaba una en particular que el azabache identificó de inmediato como culpa... arrepentimiento.
La pregunta era ¿Por qué? ¿De qué estaba arrepentido? ¿De haber tomado el suero? ¿De haber dejado que la situación se le fuera de las manos? ¿Estaba arrepentido de haber asesinado a un hombre inocente?
James no lo sabía, ni el mismo Walker parecía saberlo, y ese estado de aturdimiento en el que se encontraba, sumado al suero que ahora corría por sus venas lo convertía en una auténtica amenaza. Por eso cuando lo vio salir disparado de la Plaza, no dudó un segundo antes de seguirlo. Ni Sam tampoco.