Capitulo 11

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POV MARCUS
Desgracias..
Crueldad...
Sufrimiento..
Soledad...
Son  muchos de los sentimientos que tengo, en mis 17 años de vida he sufrido bastante, mi historia no es la más agradable para contar. Que puedo decir, mi madre, una zorra que se fue de casa cuando yo tenía tan solo 6 años, dejándome totalmente solo, ¿qué le hice?, ¿es que a caso no le importaba si yo estaba bien o no?, era tan solo un niño, no merecía pasar por algo así, en muchas historias el padre es el que abandona, en mi caso, es la madre. Mi padre, todo lo contrario a la mujer que me tuvo, un hombre trabajador, responsable y respetuoso, un abogado bastante reconocido, dueño de la firma de abogados más grande y eficiente del condado, un padre ejemplar y honorable, el cual me ha dado todo lo que he necesitado, excepto, compañía, amor y cariño, no sé que es sentir todo eso. Por esa razón soy así, un joven que aprovecha sus dotes masculinos, para ser todo un rompecorazones, no me interesa esas idioteces de amor y relaciones bonitas, después de que hallamos tenido sexo, para mi, ni existís, así es la vida, bastante dura.

Martina... Un dolor de cabeza horrible, me enamoré de esa mujer, y lo único que hizo fue hacerme daño, mentiría si dijera que la odio, pero quiero hacerlo, y por algo se empieza. Quise hacerme el idiota, aceptando compartirla, porque pensé que la podría enamorar y al final elegiría estar conmigo, si, lo sé, fui un estúpido. ¿A qué hombre cuerdo, en sus cinco sentidos se le ocurre la idea de aceptar a una mujer que está con otro, solo para ver si la puede conquistar?, estoy totalmente loco, y todo esto es mi culpa, porque fui un imbecil al abrirle las puertas de mi corazón, para que hiciera con el lo que le diera la puta gana, y lo destruyó, dejando solo pequeños pedazos de este. Otra mujer que me hace perder la fe en el amor.

¿Dolor?, con el paso de los años he aprendido a soportarlo, es como si ya no fuera capaz de sentirlo, he creado un tipo de barrera que no le permite a nadie conocerme mejor, bueno, mejor dicho a la población femenina, porque todas son unas zorras rompe corazones. Bueno, la mayoría, no las puedo juzgar a todas solo porque dos me hicieron daño.

Sé que no estuvo bien lo que le dije a Martina, fui un poco hombre y un idiota al hablar mal de ella, a las mujeres se les debe de respetar, así no se lo merezcan, escuchaba la voz de mi padre una y otra vez, como un susurro. Porque a pesar de toda la mierda que le hizo mi madre, él la supo perdonar, y para no hacerme más daño decidió abrirle las puertas de nuestra casa, por segunda vez, pero como siempre terminó yéndose con el primer hombre que se le atravesó, y está es la hora en la que no se sabe nada de esa mujer. Mi padre es todo un caballero, cosa que no soy yo. No soy de los que sabe perdonar, me la hiciste, pues entonces te jodes, contigo no vuelvo ni a hablar. Pero con ella fui diferente, a pesar de que me hirió la perdoné e intenté tener algo con ella, pero solo le permití volverme a dañar.

- ¿En qué tanto piensas? - una dulce voz me saca de mis pensamientos-
- Nada que te interese - le respondo con un tono bastante frío-
- Sabes que puedes contarme todo lo que quieras, puedes confiar en mi.
- Ese es el problema - la miro por primera vez -, que ya no confío ni en mi mismo, porque soy un puto ciego masoquista que le gusta que le hagan daño.
- No hables así.
- ¿Que no hable así?, tu no tienes ningún derecho para decirme que hacer o no.
- Te recuerdo que soy la mujer de tu padre.
- Pero eso no significa que seas mi madre.
- Pero quiero que me veas como una. -Bufé-
- Ay por Dios, mírate, ¿cuántos años tienes?, ¿23?, te falta mucho para que seas mi madre, fácilmente podrías ser mi hermana, aún no entiendo como fue que mi padre se terminó fijando en ti.
- No me faltes al respeto.
- Pues entonces no me jodas y vete de mi maldito cuarto. -Le grité con todas mis fuerzas, ella solo se limitó a parase e irse de aquel lugar-

No debí hablarle así, al final ella no tiene la culpa de todo lo que me ha estado pasando, me desquité con la más inocente de todas las personas.

Él Y Mi Otra YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora