La tarde se tornó fría durante aquel día del mes de enero. Las horas, eternas.
En especial cuando llegaron con aquella hembra de Pastor Alemán a la consulta, estando a punto de parir a quince cachorros.
-¡Ridley, tu turno! -Dice la profesora Christie con cierta satisfacción en el rostro.
Maldita sea... Piensa mirando su reloj.
Y no es que ella no amara su trabajo, pero luego de pedirle cierto favor a la profesora Christie y ella aceptara sin mayor reparo, sabía perfectamente que ella se encargaría de cobrarle el favor con creces.
La cesárea comenzaba, no tenía más opción. Su frente sudaba como nunca antes, producto de los nervios, la ansiedad y la responsabilidad que cargaba consigo. Estaba sola. Nadie se tomó la molestia de ayudarla, ni siquiera Kelly.
No se detuvo ni por un segundo a pesar de que transcurrieron cerca de cinco horas de arduo trabajo, como si su cuerpo y su mente se hubiesen unido en perfecta concentración para lograr su objetivo.
Uno tras otro ayudó a que cada pequeño ser vivo llegara a este mundo.
A este maldito mundo.
Pensó involuntariamente cuando comenzaba a sacar al último cachorro, como si supiera a la perfección que el hecho de nacer, trajera consigo el hecho de sufrir.
Se detuvo a observar a cada uno de los cachorros. La operación había sido todo un éxito, pero lejos de sentirse feliz y orgullosa, solamente pudo pensar en una sola cosa mientras observaba a cada una de ellas.
Pobres criaturas. ¿A qué estarían destinadas?
Será que tal vez tendrían una hermosa vida con una familia que les adopte y les ame. Pero ¿Cuántos de ellos morirán sin haber tenido quien los quiera una sola vez? Sin dejar un recuerdo en el humilde corazón de alguien... Pasando simplemente como uno más... Uno más y ya.
Salió de la sala sin dejar de preguntarse miles de cosas... Daisy era una joven brillante y con una carrera prometedora dentro de su área, pero eso no significaba que a veces deseara salir corriendo para no volver.
Hoy era uno de esos días.
Y no sabía si en realidad deseaba huir pronto de la clínica o más bien tenía una imperiosa necesidad de que ojalá llegara otro paciente al cual atender y así evitar tener que salir y marcharse para enfrentar lo que hace días tenía en mente.
Pero aún así fue valiente y se dirigió a recoger sus cosas. El sonido de la lluvia que comenzaba a caer la distrajo una vez más, entonces levantó la vista de forma involuntaria.
Su corazón se aceleró por el miedo al ver aquella figura frente a ella. Sus cosas cayeron al suelo porque las manos le comenzaron a temblar.
-¿Qué haces aquí? -Dijo retrocediendo unos pasos ¿Por qué me persigues?
Scar niega con la cabeza -¿Acaso no lo entiendes? No te quiero a tí, lo quiero a él... Dime dónde está -La mira fijamente.
Daisy se queda confundida. Siempre había creído que Scar podía saber donde estaba Kylo, sin embargo pudo darse cuenta de que estaba tan confundida como ella -Deberías saberlo tú misma...
Scar camina hacia ella -Sentí su presencia desde lejos, por eso es que llegué hasta aquí y no comprendo por qué te encontré a tí en vez de a él.
-No tengo por qué decírtelo.
-¿Acaso crees que él te ama? -Scar sonríe -Un demonio puede creer que está enamorado de una humana, pero la realidad es que eso jamás sucederá, porque tarde o temprano terminarás muerta ¿Y sabes qué es lo peor?
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𝕰𝖑 𝕻𝖗í𝖓𝖈𝖎𝖕𝖊 𝖉𝖊 𝖑𝖆𝖘 𝕿𝖎𝖓𝖎𝖊𝖇𝖑𝖆𝖘 / [ REYLO AU ]
FantasyEl infierno es su legado La oscuridad su herencia Un demonio enamorado Perderá la prudencia. El amor es impredecible como el viento tiene dolor, tiene dulzura pero no podrá escapar lo hará perder la cordura. Tratarás de escapar y desatar estas caden...