La penumbra nos acompañaba esa noche, el viento susurraba en mi cabello, mientras descendimos en picada para la batalla. Yo había nacido para esto. Mi sangre cantó cuando me lancé del dragón y aterricé en medio de varios aldeanos, aterrorizados ante los colmillos y garras de los tigres. Me miraron y les sonreí, de inmediato retrocedieron, junto con los animales que amenazaban a sus espaldas. Con un movimiento de muñeca saqué mi látigo de energía, y antes de que las bestias pudiesen huir, los corté.
Había pasado demasiado tiempo sin pelear, estática, en ese mundo onírico y hermoso junto a Sessho. Mi cuerpo recordó como moverse, como correr hacía los demonios que desmantelaban cabañas, manchados de sangre. En un parpadeo ya estaba a su espalda, el demonio-tigre me miró justo cuando ya tenía mis garras sobre él.
Se giró con una velocidad increíble, unos reflejos dignos de los de su especie. Saltó hacia atrás y me miró con ojos brillantes
―Mujer... ¿Por qué... nos ataca? ―no respondí, mi respiración era acompasada y calculaba la forma más rápida de llegar a él. El otro demonio saltó justo detrás mío, limitándome en caso de querer huir. Qué equivocados estaban
―Si no se van los mataré ―mi voz era firme y autoritaria. Los demonios intercambiaron miradas
―No... humanos mataron a.... nuestro hermano menor
―Nos vengaremos ―añadió el otro
Entonces eso era lo que los traía allí. Sonreí con crueldad
―¿Enserio creen que estos seres tan insignificantes y débiles pudieron hacerlo? ―casi pude ver algo parecido a una sonrisa por parte del demonio que tenía en frente
―Hay uno... con poderes... espirituales. Acabaremos con él... y nos iremos ―traté de que mi sonrisa no flaqueara. Si dejaba vivos esos demonios se correría el rumor de que esta pequeña aldea merecía la pena ser atacada, pero esos demonios eran movidos por el deseo de venganza gracias al que yo había matado. Llevé una mano a mi cintura y saqué la catana. En ese momento ya no había nada que pudiera hacer, eran sus ideales o las mías.
―Están estorbando en mi camino, bestias inmundas
El que tenía enfrente lanzó un rugido y se le erizó el pelaje cuando lo golpeé. El que tenía por detrás se me abalanzó, pero lo esquivé con facilidad. Intenté recordar lo que sabía de su especie, sabía que eran creaturas solitarias, vivían en junglas y algunos bosques. Eso significaba que no estaban familiarizados con el entorno y no sabían luchar en equipo, eso me lo demostró uno cuando intentó encestarme un golpe, pero el otro se había metido en su camino, para intentar morderme, bloqueando así a su compañero. Estaban decididos en alcanzarme.
Uno se puso en cuatro patas y su pelaje cambió de color, de naranja y negro a un tono carbón. Eso me recordó de inmediato a lo que me habían instruido sobre ellos: tenían la capacidad de endurecer su cuerpo hasta una consistencia parecida a la piedra de volcán. El látigo que tenía en la mano izquierda rebotó en el lomo, sin causar ningún daño.
Naturalmente, eran inmunes al calor o filo de una espada normal, por su dureza. Me di cuenta, con un poco de gracia, que había asesinado a un adolescente joven aquel día, pues ni si quiera había demostrado tener aún el pelaje de obsidiana. Los dos que estaban frente mío, sin duda, eran adultos bien desarrollados, y estaban muy enfadados. Me sabía mal haber caído tan bajo, pero ignoré el sentimiento cuando una garra desgarró la tela blanda de mi armadura, solté un gruñido bajo. A penas había rosado mi piel, pero esta era tan caliente que la cercanía provocó que me escociera. Otra característica molesta: podían convocar garras de lava.
Los aldeanos corrían a todas direcciones, huyendo de la escena. Podía escuchar el llanto de niños llamando a sus padres entre el fuego, gemidos de dolor de ancianos abandonados dentro de las casas humeantes. Ambos demonios me miraban fijamente, sus cuerpos colosales erizados, atentos a cualquier movimiento mío.
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Historia de Irasue
FanfictionLa naturaleza de mis deseos iba en contra de ese mundo. Yo, la gran Irasue, no pude conquistar el tiempo. ¿Quieres saber sobre mí, pequeño humano? Mírame con atención, y yo te contaré cómo me convertí en Lady.