Historia de Irasue

Capítulo 14

No sé cómo supe que la princesa reaccionaría, solo sé que saqué mi látigo demoniaco e incapacité a los guardias que me rodeaban. Ella se posicionó al lado mío y apartó de un empujón a los miembros de la corte de mi padre, al mismo tiempo, me sonrió y creó un escudo a nuestro alrededor

―Ah... nunca me decepcionas ¿eh? ―yo no tenía ni idea de a qué se refería. Miré de un lado para otro, el emperador no movió ni un musculo desde su trono, me miró y yo a él.

―Si no va a abortar ejecútenla con todo y cría. No me interesa un heredero rebelde ―mi padre, que ya iba a por mí, titubeó al escuchar esas palabras. Me di cuenta de lo impulsiva que había sido: me encontraba en el palacio real, rodeada de Lores poderosos, legendarios, y encima el Emperador en persona me observaba de forma inexpresiva desde arriba. No tendría ninguna oportunidad contra ellos, eran demasiados. Al menos la princesa estaba de mi lado

Me giré a verla, ella no parecía ni remotamente preocupada

―¿Lista para desaparecer? ―me preguntó, yo la miré sin comprender

Me tomó de la mano y nos transportamos.

...

Esta vez no nos encontrábamos en la zona ámbar de nuestro palacio, yo aparecí suspendida en el aire, justo sobre un piso de madera de cedro y muebles viejos y destartalados. Caí de pie, manteniendo perfecto equilibrio a pesar de la sorpresa. Miré a mi alrededor, pero la princesa no se encontraba por ninguna parte, escuché algunos pasos por encima mío, en el techo. El lugar me resultaba agradable y conocido. Esa parte de mí que añoraba se calmó cuando salí al exterior. Era un balcón de algunos metros de largo, donde ramas de pino se metían por entre la valla. Lo primero que vi fueron copas y picos de pinos altos a nuestro alrededor, no podía ver el fondo ni el principio de los árboles. El lugar olía a montaña y nieve recién caída. El viento me alborotó el cabello plateado y me giré en dirección a la puerta con los ojos abiertos. Todo había pasado tan rápido que me costaba comprender en dónde estaba, lo que había pasado. Una voz interrumpió mi meditación.

―Está decidido, tenemos que acabar con ese Emperador ―alcé la vista, la princesa Akira se encontraba parada sobre el techo de paja, tenía un pedazo de túnica desgarrada, y se encontraba descalza. Ella notó mi mirada y le restó importancia con una mano­―. Ese tonto bloqueó todas las teletransportaciones dentro o fuera del palacio; si nos hubiésemos tardado unos segundos más estaríamos en un lugar muy diferente a este ―se quitó un pedazo de tela desgarrada del hombro y suspiró ―. Fue una trasportación turbulenta; las ventajas de ver diez segundos en el futuro ―bajó de un salto y aterrizó al lado mío

―¿Qué es este lugar? ―pregunté, ella llevó sus ojos neblinosos a los pinos, y como si realmente pudiera ver, contempló el paisaje

―Había posibilidades de que las cosas saliesen mal ―fruncí el ceño

―¿Me está diciendo que me mandó a ver al Emperador sin tener la certeza de que me dejarían ir? ―ella no cambió su expresión, suspiró y se recargó en la barandilla

―El futuro no está escrito: solo son posibilidades que pueden pasar dependiendo de las decisiones. Puedo ver un árbol con muchas ramas, cada rama es una posibilidad ―la observé con dientes apretados.

―Pude haber escapado desde antes, ahorrarme todo esto―ella rio con burla

―Si, pudiste haberlo hecho, y también te estarían persiguiendo, como ahora. La diferencia es que aquí estarás cómoda la mayor parte de tu embarazo, y creme que aun así no será agradable, así que deja de quejarte, niña. ―No dije nada. El recuerdo de mi madre me vino a la mente, mi Lord había pedido una premonición con respecto a su salud. La princesa dijo que viviría, y el bebé que llevaba en el vientre nacería. Pero eso solo hizo que mi padre bajara la guardia y se infiltrara un espía para matarla. Mi propio embarazo también era un tema de preocupación, como me lo había explicado mi nana, la cría que llevaba tenía poderes espirituales, y eso me iba a provocar muchos malestares en el cuerpo.