S E I S

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TW // sangre y heridas

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Yuna no entendía lo que estaba sucediendo.

Una noche su padre la saca de la cama junto con sus hermanos, los guía por un camino al borde del Reino de los Dragones y tienen que bajar. Nunca había bajado, le decían que no había nada allá abajo, pero ahora estaba debajo de las nubes y nunca había visto tanto verde en su corta vida (para un dragón).

Han pasado días, quiere volver para poder jugar con sus juguetes y comer pasteles, pero según su hermano mayor aún no pueden volver. Quiere a su papá y a su padre, quiere que le cuenten un cuento antes de dormir, pero tiene que correr por todo este lugar y esconderse porque no los pueden atrapar. No entiende qué sucederá si los atrapan.

Yuna solo era una niña.

—¿Puedo volar? —pregunta mirando expectante al oso luego de caminar un rato. —Junie no me dejaba volar.

Desde que Jong Ho los encontró han estado caminando por el bosque buscando un lugar donde descansar, el niño aún no ha despertado, pero al parecer es solo porque está cansado. El oso no quiere pensar en el hecho de que posiblemente han estado varios días sin comer o beber agua, inevitablemente se le estrujaría el corazón y tiene que recordar que son sospechosos al ataque a su cueva.

Jong Ho la mira parpadeando sorprendido. —¿Sabes volar? —también sigue asombrado por el hecho de tener a dos dragones cerca de él.

No eran lo que esperaba, aunque, siendo él sincero, solo había escuchado historias cuando era niño sobre la guerra de los lobos y los dragones. Esperaba que fueran algo grandes, con escamas y cola, estos pasaban como niños betas de no ser por sus ropas y sus cabellos. Ambos tenían cabello plateado, el chico llevaba algún tipo de atuendo pomposo, pero desgastada y la niña usaba un vestido con unas medias blancas, pero por los bordes estaba cubierta de tierra.

—Solo si alguien toma mi mano—respondió con una sonrisa y sus ojos brillaron esperando una afirmativa del oso—, ¿puedo?

El oso meditó aún pasmado sin saber si sería buena idea, pero al final asintió. —Tendrías que sujetarte de mi hombro o tu hermano podría caer—Yuna sonrió de oreja a oreja y de su espalda brotaron unas alas plateadas con reflejos azules. Dio un salto y tomó el hombro izquierdo del oso y comenzó a flotar felizmente. Jong Ho le observaba de reojo realmente sorprendido.

—Cuando vuelva, le mostraré a padre que puedo volar sola—dijo orgullosa agitando sus alas suavemente mirando hacia delante.

Jong Ho podía sentir la brisa que expulsaba las alas sobre su nuca. Definitivamente todo era real y se preguntaba en dónde se estaba metiendo. Los dragones en la tierra no podían ser nada bueno. Sabía que criaturas aladas habían invadido su cueva, pero creía que eran extranjeros no dragones que habían acordado no bajar.

—¿Por qué están aquí? —preguntó tratando de sonar casual y no mordaz—, los dragones viven en el cielo.

Yuna hizo un pequeño puchero antes de responder. —No lo sé. Padre nos despertó una noche, se veía muy mal—explicó decayendo su ánimo—, dijo que nos quería mucho.

Definitivamente algo iba muy mal. —¿Quién es tu padre?

Yuna se le quedó mirando con curiosidad. —Mi padre es mi padre—respondió como si fuera lo más obvio.

Eso no le respondía mucho, pero podría sacar por inferencia que los niños eran personas de un rango elevado, quizás unos nobles del reino de los dragones. Jong Ho suspiró mirando al niño en brazos, aún se encontraba dormido, pero respiraba con normalidad. Esperaba poder encontrar ayuda pronto.

Between the sky and the earth // ATEEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora