La mañana comenzó de manera ideal con un desayuno en el salón junto a Diego, no estaba en mis planes pero ultimadamente rechazar una solicitud que tomó de buena voluntad podría ser algo grosero. Las doncellas acomodaban de a poco las delicias recién preparadas en la mesa, todo en un absoluto silencio que resultaba ser muy cómodo.
La reunión con Leandro fue concretada para hoy luego de que su respuesta llegó el día anterior y a pesar de lo premeditado me sentía feliz de que tomara el asunto como algo urgente de atender. Tenía muy en cuenta la apretada agenda que debía tener por el banquete pero no perdía nada con intentar solicitar sus consejos y servicios exclusivos.
Nunca fuimos grandes amigos, nunca tuvimos una charla profunda en la que pudiéramos congeniar porque nuestro único lazo en común era Mariabelle, fuera de ello Leandro nunca tuvo interés en mí ni yo en él.
¿Cómo aceptó entonces venir a verme?.
Está claro que es por morbo, soy consciente de que todo lo que espera conseguir de esto es algo de diversión e información para saciar a sus círculos sociales. Por lo que debo ser cuidosa con la elección de mis palabras si no quiero que todo el teatro caiga antes de tiempo.
Leandro tiene una gran influencia sobre las damas de Grestharya, quedar mal con él es cortarme las alas para ser bien recibida junto a Diego, al menos solo por el bien de él.
Tengo que jugar mis cartas correctamente.
Colocaron una taza de té frente a mí y agradecí rápidamente, bajo otras circunstancias no debía agradecer pero todo había tomado un giro inesperado en la vida y también aprendí lo bien que se siente que te den las gracias por tu trabajo. La doncella me regaló una sonrisa mediana y continuó con su trabajo marchándose con el carrito de té.
Tomé la ligera argolla de la taza de porcelana y tomé un ligero sorbo del té recién preparado, tenía un regusto suave a hierbabuena y miel que eran ideales para las mañanas frías como esta. La puerta del salón se abrió dejando a la vista la presencia impecable de Diego, traje blanco con tonos azul rey y una capa de color negro azabache. Junto a él unos pasos más atrás Alfred que venía leyendo un itinerario con su rostro tan serio como siempre y ajeno a cualquier emoción que demostrara su estado de animo.
Lejos de toda la espectacular escena en la que mis ojos se vanaglorian con sus atributos faciales y físicos tenían mis dudas, en el poco tiempo que había pasado en este lugar aprendí de memoria los días en los que Diego trabaja o que días los ocupaba para el ocio.
Pero estaba segura de que hoy no tenía que laborar.
¿Dónde iría vestido tan elegante?.
¡Oh! Incluso la pregunta era tonta porque se respondía sola.
- Buenos días Anne, lamento la demora.
- Buenos días conde de Whitehead, buenos días Alfred.
Se sentó frente a mí mientras hablaba en voz baja con Alfred manteniendo confidencialidad a los asuntos que claramente yo no debo saber, esperé unos minutos en silencio mientras bebía mi té. El desayuno ya estaba tomando mucho tiempo y debía organizar la fiesta de té, no había apuro realmente pero prefería estar en otro lugar que aquí por simple cortesía.
- Lamento eso otra vez, la mañana comenzó algo agitada.
Sonreí suavemente en respuesta mientras Alfred y las doncellas nos dejaban solos para poder hablar con mayor comodidad de nuestros asuntos.
- No te preocupes Diego, me viene bien después de todo también tengo un favor que pedirte.
Tomó algo de té de igual manera mientras me escuchaba. Sus penetrantes ojos azules me alcanzaron y tragué fuerte sin poder evitar una ligera perturbación a mi calmado y sereno corazón.
- Por supuesto, dime.
- Bueno el día de hoy tengo una reunión con Leandro, seguro ya estas al tanto de eso porque tú lo solicitaste a pesar de que te pedí que me dejaras encargar de eso sola.
Algo de culpa se asoma en su simétricamente perfecto rostro, deja la taza de té sobre el platillo y se aclara la garganta.
- Sobre eso lo siento, no respeté tu deseo. Pero creo que es lo ideal y más cómodo para ti..
Claramente no lo está haciendo por mi comodidad, mi tendencia de vestimenta en el pasado era muy estrafalaria y llamativa rozando a lo exagerado. Entiendo que tenga miedo a pasar vergüenza por mi gusto. Es amable de su parte tratar de disfrazar de esa manera la situación.
- Está bien a pesar de que en su momento me molestó, ahora entiendo que es algo bueno ya que su consejo puede ser de ayuda.
Diego se veía más relajado ahora que la cuestión fue solucionada, por supuesto que ese no era el caso pero no tenía que saberlo, confiaba en que mi juicio no era malo y lograría mi cometido aunque eso escandalizara a los veteranos. Continuamos el desayuno de manera normal y tranquila seguida de un silencio muy incómodo, fuera de nuestros asunto antes nunca nos habíamos reunido para hablar de manera amistosa o desinteresada, lo cual me hacía estar segura de que aquí había algo más.
- Ahora, ¿puedo hacerte una pregunta?
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La Duquesa derrocada
Narrativa StoricaSiempre viví bajo la sombra de un ser que brillaba por el simple hecho de existir, en su momento creí fielmente que era la luz de mi camino y mi único amor real. Mariabelle era todo lo que tenía, mi única amiga y consuelo. No podía imginar...