Duele…
Mi pecho duele porque la anticipación de mis acciones me están dando algo de remordimientos, cada vez que el día se acerca más algo se rompe y esa sensación de venganza crece haciéndome sentir extrañamente satisfecha. Esto era lo que quería, pero me reprocho en sueños haber vertido mi corazón a un pozo de resentimientos y dejarme guiar por ellos.
Pero ¿qué más podría hacer?. La ley del más fuerte va a seguir conmigo o sin mí y cuando las riendas de mis caballos se suelten por mi inestabilidad será solo culpa de mis constantes reproches morales. Quisiera poder evitar pensar mucho en eso, pero supongo que la humanidad no muere de un día para otro.
La mañana se está asomando una vez más tras los extensos valles verdes que brillan como la esmeralda, la tormenta que se apaciguó nos regaló un frescura gentil solo para aquellos que tienen un lugar confortable y cálido para dormir. Incluso si todo se ve bello desde esta posición, puedo entender que incluso la naturaleza perfecta ocasiona dolor en respuesta al maltrato otorgado.
Hoy habrán más muertos en la plaza por hipotermia y hambre, hoy habrán muchas personas en las calles pidiendo ayuda porque la tormenta perjudicó sus viñedos o hizo escapar a su ganado. Solo es un día feliz para aquellos que no tienen un motivo para quejarse o sentir preocupación. Pero a pesar de que mi cuerpo se encuentra cálido y agradable por el agradable calor de la chimenea, mi corazón llora por ser consciente de todo lo que un día tuve que vivir y duele porque odio recordar los motivos por lo cuales tuve que vivir así.
Mi madre solía decir que debía aprender de las experiencias de la vida, aunque estoy segura que bajo su contexto solo hablaba de la vida en sociedad, el matrimonio y la familia. No se supone que nada mas más debiera importarme como una noble dama, debía ser ignorante de mucho hasta que me muriera.
Hoy me siento triste bajo mis propios criterios, hoy no es culpa de nadie más que de mi humanidad gritando piedad.
~~•~~
3 días más tarde
— Mi señor, ha llegado una carta del extranjero.
La puerta se abre dejando ver la pequeña apariencia de la doncella que trae una carta entre sus manos, sus ojos alternan a mi dirección y al suelo con temor ya que no esperó que le diera la orden de ingresar. Sabe que se ha equivocado y probablemente esté midiendo las consecuencias de sus actos, me da ternura y al mismo tiempo indignación que teman de mí cuando nunca he sido un amo violento o estricto.
No entraba dentro de mis actitudes castigar a un ser humano por equivocarse en cosas pequeñas cuando yo mismo aún estaba aprendiendo a cómo hacer todo de manera correcta. Le hice una señal con la mano para que se acerca, sus pasos rápidos llegaron en cuestión de segundos frente a mí mientras extendía la carta con sus manos temblorosas.
Tomé el sobre y revisé el sello.
— ¿Cómo te llamas pequeña?
Pregunté de manera calmada para que aliviara sus temores.
— Mi… mi nombre es Winifred…
— Bien pequeña Winifred, quiero que mantengas esto en secreto. Esta carta, nadie puede saber que la he recibido. ¿Estabas sola cuando te la entregaron?
La pequeña de cabello rojizo y pecas parpadeó confundida por mis palabras pero viendo que de hecho no la castigaría, asintió rápidamente.
— Solo estaba yo, limpiaba la entrada cuando llegó el oficial de la oficina de correos.
— Bien, entonces espero guardes silencio al respecto. Si cumples correctamente mi petición y nadie se entera de esto te cumpliré una petición.
Sus ojos marrones oscuros tomaron un brillo significativo ante la mención. Aún siendo una niña esto significa para ella una misión importante. Así era la inocencia de los niños.
— ¡Así será, amo bonito!
Podría haberme atragantado si estuviera comiendo en este momento pero todo lo que pude hacer fue soltar una estrepitosa risa ante tal ocurrencia loca.
— Bien bien, puedes marcharte. Debes continuar con tus actividades, no quisiera que te regañen.
La pequeña niña con sus mejillas sonrojadas hace una reverencia y deja el despacho. Cada día que pasa el nivel de pobreza aumenta y este tipo de situaciones se vuelven de hecho más prematuras, debe tener alrededor de solo 12 años pero ya está trabajando para sostener a su familia porque el sueldo a penas y alcanza para pagar los impuestos.
No quiero imaginar bajo qué condiciones está viviendo su familia en este momento y aún cuando hiciera mucho al respecto, nada cambiaría con la caridad.
— Se supone que estos son problemas de la familia real, no debo involucrarme.
Retiré mis propias justificaciones para intervenir en mi cabeza y tomé el abrecartas del cajón izquierdo del escritorio, retiré el sello de cera azul y saqué la carta del sobre. La letra de Alfred era pequeña y elegante, cada curva estaba bien distribuida y todo era impecable como él. Casi perfecto, daba un poco de miedo. Leí un par de líneas luego de saltarme el saludo y deseos formales cotidianos para llegar al meollo del asunto.
Mi corazón se contrajo ante lo que mis ojos divisaban y mi imaginación marcaba según sus palabras, esta presión en mi pecho tan grande era sin dudas un golpe muy duro a mi humanidad. Porque ese hombre, no tenía ni una pizca de ella, ni siquiera se le podría considerar un ser humano siendo tan repugnante como es. Annelisse no podía saber de esto, si se enterara no soportaría la caída otra vez y temo que podría perder las fuerzas de seguir viviendo.
No quiero ver cómo esa sonrisa se apaga una vez más. No quiero verla morir de tristeza este invierno, aún tiene mucho por ofrecer, por vivir. Nunca me perdonará callar ante tales cosas personales que únicamente le incumben a ella. Pero si ella sabiendo todo sufrirá, prefiero que viva una mentira el resto de su vida.
Doblé la carta y la destruí en pedazos, cada centímetros de esa verdad debía ser quemado por las llamas de la justicia, una que me encargaría de que se llevara a cabo.
Tomé una nueva hoja y mi pluma, remoje un poco la punta en la tinta negra y me adentré en la escritura detallada de nuestro próximo movimiento. Tardía unos días en llegar a su destino pero sería tiempo suficiente para cuestionar mi comportamiento de ahora en adelante.
No quería que ella sospechara nada de mí al ser transparente en cuanto a las preocupaciones que azotan mi cabeza. No quería volver la situación incómoda entre los dos ahora que todo se estaba desarrollando de una manera tan extraña por los rumores. Deseaba ante todo poder mantener buena comunicación con Annelisse para que las cosas funcionaran.
Había muchas cosas por hacer y decir en especial luego de la visita al palacio y la charla con el rey.
Una vez que terminé la carta, coloqué el sello y la guardé en el interior de mi chaqueta para llevarla a la oficina de correos. Alfred no estaba y por supuesto no podía confiarme de nadie más para el trabajo.
Llevaría un caballo del establo para que el viaje fuera más ligero y rápido, mientras menos llamara la atención mejor.
~~•~~
— ¿Será verdad?
— No lo sé Jennie, el conde no me ha comunicado nada al respecto y no me incumbe preguntar.
La decepción en su rostro es muy notoria, pero al igual que ella me gustaría tener respuestas de la situación actual. Aún era difícil de creer que Diego despidiera a su hombre de mayor confianza y que por vergüenza se marchara de noche para que nadie le viera partir. ¿Qué es lo que había ocurrido para que Diego se viera orillado a tomar una decisión tan drástica como esa?.
Su relación a mis ojos siempre fue buena, por supuesto la vista se engaña la mayor parte de las veces y comienzo a pensar que tal vez era el caso, un caso que aún no se puede cerrar hasta escuchar la última palabra. Alfred ya no está y la conmoción de su partida a afectado el rendimiento de los trabajadores. No hay quién les ponga orden y la ausencia de Diego por el trabajo no los vuelve más mansos, todo es un caos dentro y fuera de la mansión pero a él parece traerle sin cuidado ya que no pasa mucho tiempo en casa.
— Entonces sí fue despedido, no tengo dudas.
Exclamó Jennie mientras terminaba de servir el té y tomaba asiento.
— También puede ser que tomara unas vacaciones.
— De ser así me lo habría comunicado…
Los ojos de la castaña se entrecierran y un suspiro audible sale de sus labios. Jennie siempre ha demostrado especial interés por Alfred, por eso ahora está tan afligida por su repentina partida, no lo dice en voz alta pero tampoco puede ocultar su decepción. Supongo que es así un corazón afligido por el romance, un corazón que late por una razón más que el principal punto de partida de la vida. He visto muchos casos singulares durante mi vida de aristócrata, muchas damas nobles terminaron perdiendo la cabeza por hombres incluso casados.
El cuento del amor a veces puede ser muy cruel.
Saboreo el té y reviso mi libro una vez más, desde que me reproché mi ignorancia decidí estudiar poco a poco temas de política y economía, podían ayudarte en futuras charlas e incluso abrirme nuevas oportunidades.
Después de todo, el conocimiento es poder y debía hacer uso de que tenía las herramientas a mi disposición por ahora, la biblioteca de la casa Whitehead era algo pobre pero tenía lo necesario para aprender de temas básicos, giré la página y pasé a la siguiente sección.
— Ese libro se ve muy complicado. ¿Por qué lo lee?.
La curiosidad de Jennie despierta una vez más. Levanto la mirada de mi libro y le regalo una pequeña sonrisa.
— Una mujer debe aprender del mundo Jenny.
Ante la desconcertante mirada de la doncella que me miraba extrañada por tal respuesta disparatada, continué la lectura para no perder el hilo de la concentración. Su ingenuidad roza los limites de lo permitido y siento que me veo a mí misma cuando sus ojos aceituna se achican de duda y vergüenza por no entender mis palabras tan adornadas. ¿Me habrá visto ella de esa manera en el pasado? Seguro igual me veía como una mascota tonta de pedigrí.
— Los libros son la puerta a una mejor vida. Si entiendes lo que te quieren expresar ganarás más de lo que imaginas. Lastimosamente es algo que estoy apreciando recién en estos momentos.
— Pero eso no quiere decir que sea tarde, ¿verdad?. Yo siempre quise aprender a leer y escribir, pero mi madre decía que eso no era necesario para una mujer.
La educación de las mujeres nobles también es pobre y podría jurar que incluso inferior a la de un plebeyo, no tenemos instintos de supervivencia y somos más inútiles que una cucaracha a menos que aprovechemos de manera correcta las oportunidades que da la vida. En comparación a eso, a pesar de que un plebeyo no tenga la educación en etiqueta más fina, eran humanos llenos de experiencias y emociones puras.
— Por supuesto, nunca es tarde para aprender Jennie, aún puedes hacerlo.
Nunca es tarde para cambiar tu vida, para corregir tus daños, para pedir perdón, para perdonar. Solo es tarde para darse por vencido en esta vida y esperar que en la siguiente oportunidad todo sea mejor, esta es la nueva oportunidad que me he dado y a pesar que muchas de mis acciones están bajo un concepto dañino solo haré lo suficiente para vivir bien.
Lo suficiente para sentir que el hecho de perderlo todo no fue en vano.
— Escuché que hay nueva doncella. Se llama… ¿Winifred?.
Jennie, sonrió de una manera tan dulce que podía sentir la miel traspasar sus poros, la mención de la pequeña niña parecía traerle recuerdos gratos y bonitos.
— Oh sí, se llama Winifred, es una niña de contextura muy débil y a menudo causa problemas en la cocina. Por eso siempre trabaja en lo exteriores.
— Pero fuera hace mucho frío, no debería trabajar fuera.
Cuestioné poco después de dirigir mi mirada al exterior, fuera el clima era cada vez más cruel, más solitario y poco apetecible. Incluso el mercado del pueblo se había dispersado por el clima problemático.
— Lo sé, pero ahora que el señor Alfred no está la jefa de cocina se ha dispuesto a hacer lo que se le da la gana, ella no respeta a nadie que no esté sobre ella. Es una bruja pretenciosa que codicia todo lo que brilla.
La molestia en las palabras de Jennie sonaron duras, sin una sola pisca de remordimiento de hablar así de alguien. Era la primera vez que se expresaba de esa manera frente a mí y a cuestas de molestarme me agradó mucho más que no tratara de ser hipócrita delante de mis narices, porque sabría reconocerlo enseguida y sé que probablemente estaría decepcionada.
— ¿Qué hay del ama de llaves?.
Llevé la taza de té a mis labios y luego de un trago profundo y calmado medité un poco. Tal vez ni siquiera existía algo como eso, desde que llegué nunca apareció otra autoridad aparte de Alfred.
— El conde nunca contrató un ama de llaves, el mayordomo se encargaba incluso hasta del asunto más pequeño como el jardín.
Diego debía tener sin duda una gran falta de conocimiento en cuanto al cuidado de interiores y a la administración de la casa, al menos ahora que Alfred no está puedo deducir que en pocos días se volverá un caos reinado por la abeja reina de la cocina. Podía permitir que continuara de esa manera y vivir en paz, pero eso no hablaría bien de mí ya que estaría viviendo como una princesa sin hacer nada más que beber el té y lucir bonita.
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La Duquesa derrocada
Historical FictionSiempre viví bajo la sombra de un ser que brillaba por el simple hecho de existir, en su momento creí fielmente que era la luz de mi camino y mi único amor real. Mariabelle era todo lo que tenía, mi única amiga y consuelo. No podía imginar...