- Entonces, ella está contigo, realmente es un alivio para mí corazón.
La dulce Mariabella soltó un suspiro suave mientras tocaba su pecho y sonreía, sus largas y espesas pestañas se mojaron de lágrimas que rodaron por sus exquisitas mejillas y sus perfectos labios pequeños tenían una sonrisa significativa.
Realmente no vine aquí por trabajo, pero es la excusa de cada día para poder verla aunque sea de lejos, sé que es tortuoso porque cada que veo su silueta Lesthat está junto a ella sonriendo con ternura. Evitar que mi corazón se encienda y duela es inevitable, pero aquí sigo esperando una oportunidad de llamar su atención una vez más. Debo reconocer que aunque la intención inicial no era utilizar el tema de Annelisse para contactarnos, sirvió maravillosamente.
Pero Mariabelle no estaba interesada en otra cosa que el tema de la dama, no quería hablar de mí o de nosotros, ella ignoraba por completo que mi corazón amenazaba con salir de mi pecho y romperse en pedazos por sus palabras. Pero como todo buen aristócrata, tampoco puedo permitir que ella vea cuanto me afectan sus cambios de temporada en el amor…
Debo seguir fingiendo que todo está bien y que sus navíos entre él, su esposo y yo no me afectan aunque es algo deplorable ser una posible tercera opción. ¿Pero qué más puedo hacer? Estoy loco por esta mujer, loco al punto de olvidar mi amor propio por su atención.
A este paso mis luchas por la felicidad comenzarán a doler enormemente y llegaré a auto consolarme.
- ¿Diego? ¿Me escuchas?.
La miré y sólo sonreí mientras apretaba mis manos bajo la mesa de jardín. No sé si ella lo notó y en caso de que así fuera trata de fingir que no fue así, ella también evita hablar de nosotros porque probablemente ya no existe.
- La escucho, su majestad.
Eso sonó tan lejano entre nosotros, quería castigarla por lastimar tanto mi corazón, quería torturarla un poco y hacerle sentir un poco de lo que me está brindando.
- Me gustaría visitar a Anne, quiero verla, tengo tanto por hablar con ella, me he sentido tan sola desde que todo ocurrió…
En ese momento recordé las palabras de Lady Annelisse y entendí que en definitiva ella no quería verla, sería castigarla llevar a la persona que le dio y quitó todo pero…
- Creo que es una estupenda idea, Lady Annelisse necesita una amiga más que nada en este momento tan crítico.
¿Qué estoy haciendo? Oh sí, soy un gran idiota, un gran traidor para cupido.
- ¡Maravilloso! Tenemos que concretar una cita ya que no puedo salir sin soldados.
Su sonrisa se volvió brillante, desapareciendo de a poco cada una de mis preocupaciones porque sentí que había valido la pena ganarme las malas miradas de cupido.
Me disculparé más tarde con ella, pero siento tan dulce como es Anne lo entenderá.
- Estaré esperando.
Mientras me miraba de manera calmada, la sonrisa en sus labios se volvió más grande y brillante.
Mi corazón golpeó mi pecho durante un instante mientras pensaba ingenuamente que su sonrisa me pertenecía, quise hablar pero unos pasos tras de mí se detuvieron a una distancia prudente demostrando de esa manera un acto de cortesía.
No lo digas, te lo ruego no digas ese nombre… Por favor no digas su nombre frente a mi justo ahora que tengo tu atención, no te levantes, no te vayas con él otra vez. No me olvides Mariabelle…
- Marqués Lesthat…
Su nombre salió como una caricia en sus labios mientras sus ojos brillaban y sus mejillas tomaban un color rojo muy hermoso. Me sentí decepcionado a sobremanera, fue un golpe intenso, saber que de verdad la había perdido.
- Saludos a su majestad, la reina.
Aquel hombre se acercó hasta su costado de manera segura y confiada, aún manteniendo su distancia por respeto. Noté en sus expresiones y en la manera por cómo la miraba que Mariabelle era correspondida, su escena de miradas era esplendida para un empedernido del romance, pero no cuando eres el tercero y sabes que sólo sobras.
- Yo me retiro primero majestad, aún tengo trabajo por hacer y quede de almorzar con Lady Annelisse.
Eso era una vil mentira, otra más para la colección de hombre desesperado. Pero ella no tenía que saberlo.
- Oh… ya tienes que irte, entiendo…
Sus palabras que querían denotar algo de tristeza fingida, fueron tan marcadas que resultó incómodo. Ella ciertamente estaba feliz de que me marchara y poder pasar tiempo a solas con su nuevo amante.
Mariabelle ya no me necesita, pero tampoco lo dice, Mariabelle es egoísta.
- Si me disculpan, me retiro.
Sonreí de manera suave y me levanté de mi lugar sosteniendo mi corazón con todas mis fuerzas, necesitaba salir de las paredes de este maldito palacio que me recordaba a ella antes de caer en la vergüenza. Necesitaba algo de alcohol para olvidar.
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- No puedo creer que el amo deje que se quede esa sucia mujer aquí, quiero decir ahora es mucho más común que nosotros, ¡no tiene nada!.
Despotrico una de las sirvientas de la cocina mientras trapeaba, las otra dos le daban su consentimiento ante su descontento mientras peleaban papas. Aguantaba firmemente mis comentarios porque no quería enemigos, no era justo que trataran así a Lady Adella cuando ella nunca les causó ningún daño, pero supongo que las personas ignorantes y con poco amor propio prefiere amordazar y castigar a los desafortunados para sentirse poderosos y mejor consigo mismos.
Es una pena tener que escuchar todo esto mientras me ocupo de los labores, es un caldero de malas vibras pero lastimosamente es lo que me mantiene y tampoco puedo echarme para atrás.
- Lo lamento mucho por ti Jenny… tienes que atender a esa sucia mujer.
Exclamo la jefa de cocina mientras sonreía de manera burlesca, no había nada de pena en sus palabras en todo caso, se estaba burlando de mí por tener que ser doncella personal de un noble derrocado. Era bien sabido que las doncellas personales de las damas conseguían cierto estatus dentro de la sociedad por servir diligentemente y gozaban de muchos beneficios, pero mi dama es una persona desafortunada por lo que pueden considerar que estoy trabajando gratis para un mendigo.
- Para nada señora Dorottea, no me molesta servir a Lady Anelisse después de todo el conde prometió darme un bono extra por mi trabajo.
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La Duquesa derrocada
Fiksi SejarahSiempre viví bajo la sombra de un ser que brillaba por el simple hecho de existir, en su momento creí fielmente que era la luz de mi camino y mi único amor real. Mariabelle era todo lo que tenía, mi única amiga y consuelo. No podía imginar...