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El tiempo siguió pasando y todo se ponía cada vez peor. Era una pesadilla de la que cada día deseaba despertar y abrazarte fuertemente disculpándome por todo el daño que te hice. Te alejé de mí durante dos años y encima tuve la cinidez de pedirle matrimonio a Mina mientras tú y yo seguíamos siendo pareja.

Perdóname, sólo quiero escapar de todo esto y regresar a tus brazos. Te extraño y extraño todo de ti, sobre todo tu comida y tus besos. Me siento tan estúpido y sin un propósito.

El día en que me pediste matrimonio fue el día más feliz de mi vida pero, como en los últimos dos años, mi cuerpo actuaba sin mi permiso, burlándose de mí, como queriendo acabar con la vida soñada que alguna vez tuve.

Palabras crueles fueron lo único que salieron de mi boca cuando lo que deseaba decirte era que aceptaba. Tu rostro mojándose de a poco me destrozó el alma y cuando me fui, el escuchar a Izuku y Ochaco preocupándose por ti, me inquietó. Simplemente no podía girar sobre mis talones y correr hacia ti para abrazarte. Mi cuerpo se mandaba solo. Perdóname, Katsuki. Perdóname por ser tan débil. Te pido como único favor que no culpes a Mina de todo esto. Sólo fue engañada como tú lo fuiste gracias a este estúpido quirk que me hace actuar de formas en las que jamás actuaría en mi sano juicio.

El día de mi boda fue el día de mi sentencia. Claro que fuiste, era obvio que lo harías, eras tan orgulloso que no dejarías ver qué fuiste derrotado y lo dejarías en claro yendo a mi boda con la frente en alto a pesar de todas las miradas sobre ti. Te veías tan perfecto en ese traje que no podía evitar mirarte a cada segundo.

El momento llegó, la música comenzó a sonar y todos dirigimos nuestra mirada a la puerta de la iglesia, ahí yacía Mina en su vestido de novia, tan hermosa como nunca, al lado de su padre. Aunque es verdad que Mina se había convertido en toda una hermosa mujer, aún mis ojos seguirán perteneciendo sólo a ti. Debo disculparme con Mina, me pondré de rodillas y le suplicaré si hace falta. No quiero que otra persona sufra sólo por mi culpa, no me lo permitiré, debo ser sincero con ella.

Ansiaba con todo mi ser que el Padre dijera la frase que acabaría con todo esto.

— Si alguien se opone a esta unión, que hable ahora o calle para siempre — Casi todos dirigimos nuestra mirada hasta ti.

Rogué desde lo más profundo de mi alma que te lavantaras gritando que te oponías. Te levantaste, mi sueño estaba por cumplirse, saldría de esta condena y podría abrazarte y amarte hasta el fin de los tiempos, otra vez podría despertar a tu lado, abrazarte, hacerte el amor mientras te trataba como un frágil muñeco de porcelana. Extrañaba tu piel, tus caricias, tus besos, tu voz, tus abrazos, tu mirada, tu calor, tu aroma, todo de ti, estaba impaciente por que al fin dijeras esas tres palabras para liberarme del quirk.

Pero no pasó, simplemente caminaste hasta la salida y te fuiste sin decir nada. Suspiré decepcionado. La boda siguió con normalidad.

En la madrugada, estábamos Mina y yo llegando a nuestro nuevo hogar, es entonces que sentí una extraña punzada en el pecho. Cuando miraba a Mina ya no la miraba con la misma emoción con la que la miraba cuando estuve bajo los efectos del quirk.

Debí haber corrido inmediatamente a tu casa.

•Desdicha• ||Libro #2||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora