Capítulo 2

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Estrés

Podía oír la melodía de su móvil a la distancia, aun sin estar consciente del todo, aquel molesto sonido interrumpía entre sueños. Frunció el entrecejo y se quejó mientras abría los ojos, pero los cerró rápido otra vez, el sueño no cedía y la llamada entrante tampoco, forzándola a despertar al cuarto llamado. Sus ojos se estrecharon por el brillo de la pantalla, sus pestañas no le dejaban distinguir las letras, y el timbre poco a poco la desesperó haciéndola despertar del todo. Deslizó la yema de su dedo índice sobre la pantalla y con el ceño fruncido, pero atenta y aun somnolienta, contestó.

—¿Aló? —su tono de voz se oyó soñolienta, cerró sus ojos unos segundos, intentando prolongar el descanso un poco más.

—¡Kasumi! —se sobresaltó al oír su nombre, y su sueño se esfumó apenas reconoció la peculiar voz masculina—¿por qué no me contestabas? Te estoy llamando hace varios minutos y es urgente ¿qué hacías? —hablaba rápido, la joven frunció el ceño y apartó la pantalla de su oreja para ver el nombre de contacto, para asegurarse de que estaba hablando con su jefe y no era un error suyo.

"Señor Gojo" leyó en el centro de la llamada y de paso, miró la hora y su rostro palideció cuando vio que eran las 3:25 de la madrugada, solo fueron unos segundos que se tomó para ver la pantalla cuando la voz entusiasta de su jefe se volvió a oír, se apresuró y puso el móvil en su oreja otra vez.

—¿Estás ahí? ¿por qué no me respondes? —alcanzó a oír cuando la pantalla tocó su oreja.

—Señor Gojo ¿qué pasa? —murmuró confundida, y luego se preocupó. Que su jefe llamara a esas horas podía significar una sola cosa: problemas.

—Te envíe un correo —le respondió y Kasumi frunció el ceño, miró por su habitación buscando su portátil.

—Deme un momento para encender el computador —explicó apartando las mantas de sus piernas. Se apresuró en buscar el aparato y llevarlo hasta la cama, alcanzó a escuchar a su jefe decir que lo viera desde el mismo celular, pero no lo pensó en el momento y ya había presionado el botón de encendido. Por suerte su portátil no estaba apagado, sino que, suspendido, por lo que no tardó en cargar, abrió su cuenta de correo y lo primero que vio fue el mail de su jefe, que tenía de asunto extrema urgencia. Contuvo el suspiro, los nervios fueron poco a poco instalándose en su vientre, con el cursor abrió la casilla y extrañada murmuró—¿es un enlace?

—¡Sí! —escuchó del otro lado del móvil, lo presionó curiosa y esperó a que la ventana emergente cargara. Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio la página de una tienda comercial costosa, y en el centro, un par de camisas que valían más que un sueldo mínimo—¿Cuál crees que es mejor? Pensé en la gris oscura rallada, pero no me convence del todo.

Kasumi guardó silencio, intentando procesar lo que estaba pasando. Su jefe la había despertado en la madrugada para pedirle su opinión en una compra que no tenía ninguna relación con su trabajo y aunque lo tuviera, no estaban en horario laboral para que le pidiera su asesoría, descartó al instante en decírselo. En parte porque creía que era muy pronto para reclamar ese tipo de cosas, y quería agradarle a su jefe, no podía darse el lujo de perder ese trabajo, y por otra, tenía la ligera sospecha de que no serviría de nada.

—¿Viste las de la segunda página? —la pregunta del gerente la sacó de su trance—revísalas todas, la temporada de otoño invierno se agota rápido.

—La... la de color rojo vino —murmuró insegura, aun asimilando que lo que estaba pasando era real.

—Entonces compra la azul oscuro, la gris y la negra —respondió el gerente—tienes los datos de mi tarjeta.

Mi horrible jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora