La reunión estaba por comenzar y ya estaba aburrido. Su mente divagaba en muchos lugares, desde qué comería en el almuerzo, hasta si Utahime llevaba mascara en las pestañas, no recordaba haberse fijado antes en eso, pero estaba seguro de que no era algo que hubiera empezado a hacer hace poco, pues luciría distinta. Su colega pareció notar su mirada a través de sus lentes oscuros, le frunció el ceño como de costumbre, Satoru miró hacia ambos lados antes de responderle, y simuló que acomodaba sus anteojos con su dedo medio sin dejar de sonreírle, y ella estalló.
—¡¿Cuál es tu maldito problema?! —exclamó dándole un golpe a la mesa. Todos en la sala se quedaron en silencio al escuchar su explosiva-pero habitual-reacción.
—No sé de qué me hablas —respondió Satoru fingiendo inocencia, con calma le quitó la envoltura a su paleta de dulce de leche y se la echó a la boca.
—Utahime, por favor —habló Masamishi Yaga—no es el lugar ni el momento —le reprendió con cansancio. La gerente de operaciones se mordió la lengua, sabía que no tenía sentido exponer al gerente comercial, porque el ceo de JJK ya lo conocía, y no había mucho que hacer al respecto, ella en cambio, podía actuar profesional y no seguirle el juego al irritable Gojo.
Pero era difícil. Eran como el agua y el aceite, no lograba llevarse bien con él, llevaban años trabajando juntos y creía seriamente que nunca lo conseguiría. Las personas como Satoru Gojo no eran afines con ella-y no entendía a las que sí lo eran-un hombre repudiable a su parecer, no le encontraba ningún aspecto positivo aparte de ser un buen aporte en la empresa, pero precisamente porque lo era, sentía que el gerente se creía con el derecho de hacer y deshacer a su antojo, pues Yaga se lo permitía. Lo que más le molestaba era que el muy maldito tenía más opciones de trabajo, e incluso en mejores puestos, pero prefería quedarse en JJK y Yaga así lo quería, suponía que por lo mismo era permisivo con el gerente comercial.
—Falta el señor Gakuganji —comentó Nitta—hay congestión vehicular en la avenida principal —dijo la gerente de comunicaciones.
—Ese viejo irresponsable —dijo Satoru—empecemos sin él, ¿qué importa la opinión del representante de los socios minoritarios? —se encogió de hombros y se echó la paleta a la boca.
—Bien, luego tu le explicas los puntos de la reunión, en privado —habló Nanami, cruzado de brazos a su lado. Satoru frunció el ceño y sacó la lengua con disgusto, como si de repente su paleta se volviera agria.
—Mejor lo esperamos —murmuró de mala gana, iba a continuar con sus reproches cuando por el rabillo del ojo notó un destello celeste que se le hizo familiar. Volteó hacia el ventanal de la sala justo para ver a su asistente caminar por el pasillo con unas carpetas en sus brazos. Su coleta se meneaba de lado a lado al ritmo de su andar, sonrió al verla tan comprometida con algo tan simple. Pero su sonrisa se borró cuando la vio interactuar con el gerente de tecnología que venía recién llegando.
El normalmente serio Kokichi Muta, sonrió amable a su asistente, un gesto que no había visto antes en el gerente más joven del rubro. Satoru frunció el ceño, contempló atento la interacción, su asistente sonreía y lucía relajada, no como cuando estaba con él. Sabía lo que provocaba en las mujeres, pero en Kasumi era un poco diferente, la ponía nerviosa a veces, cuando se le acercaba demasiado, pero normalmente estaba concentrada en su trabajo, y a diferencia de lo que muchos creían, él no era quien seducía a sus asistentes, ellas eran las que lo provocaban y con el tiempo según su humor, cedía. Pero en su inocente y responsable asistente no veía esas intenciones de su parte. No le coqueteaba, no se arreglaba para él y no buscaba saber de su vida personal, ella no lo veía como una posible pareja con la que casarse para que la mantuviera. No era idiota, sabía que era un buen prospecto de marido para cualquier mujer, era guapo, tenía un excelente apellido y detrás una buena herencia y un buen puesto de trabajo, era el sueño de la mayoría de mujeres.
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Mi horrible jefe
RomanceEra la oportunidad de crecer laboralmente para Miwa, aunque los rumores de su posible jefe le hicieran dudar, sus prioridades eran ganar dinero, y un Gerente al que no le duraban las asistentes no sería un problema para alguien trabajólica y respons...