Intenciones

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Capítulo 8

Intenciones

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Su jefe ya había empezado con las preparaciones para la cena. Kasumi lo miró de soslayo mientras esperaba que su hermano contestara el teléfono. Se movía con experiencia en la cocina, picaba verduras como todo un profesional, sonrió ante la escena ¿Cuándo iba a pensar que el mismísimo Gojou Satoru le prepararía la cena y que tendría la oportunidad de verlo cocinar? Era todo un privilegio. Siempre imaginó que personas importantes como su jefe, no sabían hacer tareas domésticas y que tenían servidumbre. Definitivamente había muchas cosas que no sabía de él.

¿Kasumi? —su atención volvió a su móvil al oír la voz de su hermano.

—Kano —murmuró dudosa—hay alerta por el temporal, no creo que pueda llegar a casa hoy.

Sí, lo oí en la tele —la joven frunció el ceño al oír el ruido de videojuegos—no tendremos clases mañana, es grandioso.

—No lo es —negó frunciendo el ceño—es peligroso... en fin, ¿Sochi está contigo?

Claro, estamos jugando.

—No juegues esas cosas violentas con él —le regañó preocupada, suspiró, después de todo al no estar allí con ellos, no podía fiscalizar qué veían o hacían—la cena quedó en el horno, no coman tantos dulces ¿sí? Y vayan temprano a dormir.

Sí, sí. Saluda a Momo y Mai —Kasumi frunció el ceño, algo confundida, pero se recuperó rápido al recordar su mentira.

—S-sí, sí... Me escribes por si pasa algo, adiós —el niño se despidió rápido y colgó. Kasumi se quedó viendo la pantalla con una incomodidad en el pecho. No estaba acostumbrada a decir mentiras, menos a sus hermanos y hacerlo ahora, le hacía pensar que definitivamente estaba mal que estuviera allí y la culpa fue inmediata.

—Eres una hermana mayor muy seria ¿eh? —la joven levantó la vista rápido al oír a su jefe. Satoru estaba apoyado en el mesón junto a la tabla de picar y un gran cuchillo en su mano, sonriéndole. Kasumi desvió la mirada, nerviosa, aun no se creía que estuviera en su departamento presenciando aquella escena.

—Debes serlo cuando estás criándolos —respondió dejando el móvil sobre la mesa de centro. Suspiró y caminó hacia la cocina, Satoru la miró por unos segundos y volvió a cortar la verdura que tenía sobre la tabla— ¿en qué le puedo ayudar?

— ¿Son solo ustedes? —preguntó él levantando la vista, vio a la joven asentir con una sonrisa diminuta en sus labios rosados—ya veo... por eso eres tan responsable ¿desde qué edad...?

—Tenía 15 años —murmuró recordando esa época oscura en sus vidas, su semblante se ensombreció por unos segundos, pero se recuperó rápido y se obligó a sonreír— ¿en qué le ayudo? —repitió.

—Debió ser complejo hacerte cargo de tus hermanos cuando eras una niña —murmuró Satoru, intentando imaginar a una Kasumi adolecente cuidando de sus hermanos menores. Frunció el ceño incómodo, él a los 15 años andaba de fiestas y disfrutando con su mejor amigo. Comprendió entonces la preocupación de la joven por el dinero, era un tema que seguramente debía ser una prioridad para ella desde que se quedaron huérfanos.

Mi horrible jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora