Felix abrió sus ojos y lo primero que diviso fueron las estrellas brillantes que tenía pegadas en su techo, se sentó lentamente en su cama y talló sus ojos.Miro el reloj que tenía en su mesa de noche "5:33" marcaba, el pequeño Lix le ganó al sol, eso hizo que una hermosa sonrisa se debutara en su rostro.
Felix amaba mirar las estrellas, más allá de sólo ser hermosas, su madre solía decir que polvo de estrellas le había caído en su pequeña carita en aquella noche que nació y que por eso ahora tenía pecas, también amaba la luna porque ella solía decir que sus ojos eran dos hermosas medias lunas.
Cada que podía se sentaba en el suelo de su habitación, en esa alfombra peludita de color blanco que cubría gran parte de su cuarto, para contemplar por la ventana esas hermosas y brillantes estrellas.
Esa noche no fue la excepción, bajo de su cama lentamente, para comenzar a gatear por el suelo hasta llegar al final de su alfombra Pat verlas.
-Que bonitas son- Lix le hablo a las estrellas- son tan bonitas como mis pecas, son tan bonitas como mamá...- esa sonrisa y esos hermosos ojos llenos de sombro se apagaron- o eso supongo, yo no... no la recuerdo, ¿saben?- se enderezó un poco para ponerse de rodillas y avanzar un poco más a la ventana, se recargó en aquel marco blanco de madera- Me pregunto si está con ustedes, mi Abulita Abi dice eso, que mamá es parte de esas hermosas estrellas ahora, ¿es verdad?
Se quedo a contemplar hasta la última estrella que sus ojitos pudieron divisar, el sol salió lentamente, el cielo se tiñó de hermoso colores cálidos, amarillo, naranja, rosa, todos formaban un hermosa paleta de colores, todos hacían un degradado perfecto, porque así de bella, así de exacta, así de fascinante es la naturaleza.
Cuando el cielo por fin era un hermoso azul con detalles blancos, Lix salió de su habitación, camino hasta la habitación de su padre.
Al abrir esa puerta color chocolate oscuro vio la cama tendida, el cuarto estaba perfumando por un aroma a canela y su padre no estaba.
-¿Papá?- preguntó en voz baja- ¿Papá?- also más la voz, lo suficiente para que el silencio de la casa se rompiera, para que su suave voz retumbara en todas la paredes.
-Estoy en el estudio, pequeño- la voz grave un poco ronca de su padre se escuchó.
El pequeño corrió por las escaleras y bajo hasta el estudio de su padre, lentamente deslizó la puerta corrediza de esa habitación, y estaba su padre, en su pijama a cuadros de color rojo, con esos lentes que tanto ocupaba y tanto detestaba; las cortinas estaban cerradas, la luz no pasaba, lo único que aluzaba aquella habitación eran unas cuantas lámparas que daban luces amarillentas.
Lix camino hacia su padre, para sentarse en sus piernas.
-¿Qué papi?
-Estoy escribiendo una carta.
-¿Para quién es?
-Para el viento, el viento llevará mis palabras a donde sea que esté la persona a quien se la estoy escribiendo.
-Quiero escribir una carta al viento.
Su padre sonrió, tomó una de las hojas que estaban en su escritorio y de uno de sus cajones sacó un lapicero para dárselo a su pequeño.
-Aquí tienes.
-Gracias papi.
Cada uno se enfocó en su carta, para al final ponerla en un sobre blanco el cual Lix decoró con pequeñas estrellas negras hechas con tienta de lapicero.
-¿Para quién es la carta, winter?
-Para las estrellas, por eso el sobre está lleno de estrellas, mira- levantó su sobre para mostrárselo a su padre.
-Muy bien, ahora, hay que ponerle fecha y la pondrás en este cajón- abrió el último cajón de su escritorio, era un cajón atascado de mil cartas más- aquí las tendremos hasta que el viento pueda venir por ellas.
-Okay- el pequeño puso la fecha de aquel día "Sábado, 14 de abril de 2007" y con ilusión el pequeño puso su carta en aquel cajón.
-Bien- cargo al pequeño- ahora, ¿qué te parece si desayunamos?
-¡Siii!- dijo con emoción, amaba comer y hacía hora que estaba despierto, su estómago necesitaba comer algo.
-¿Qué te parece Wafles?
El pequeño asintió repetidas veces con su cabeza.
<3
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Entre gotas y lágrimas
FanfictionFelix no sabía si eran sus lágrimas o la lluvia que se resbalaba por sus mejillas, pero de algo podía estar seguro, Chris no era el único que odiaba sus pecas, también él y todo lo que representaban, las odiaba tanto, sólo quería arrancarlas de su c...