Paula Usero tiene dos misiones muy claras para los próximos tres meses: graduarse en Restauración de Ecosistemas y declararse ante la mujer que le robó el corazón, Carol Rovira.
Paula se despertó poco después de las ocho de la mañana del domingo y vio que ya había un mensaje de Carol.
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Paula sonrió ante esa pregunta, dijo que se iría lo antes posible y comenzó a prepararse para irse, despertando a María que aún no se había levantado.
- ¡Buen día! ¿Ya va a salir?
- Sí, pasaré por la floristería a comprarle una flor a Carol, hoy nos veremos por última vez. - respondió notando el nudo en la garganta que se estaba formando. No quería que fuera la última vez. Quería que estuvieran juntas para siempre, Paula había entendido perfectamente sus sentimientos, de hecho estaba enamorada de la actriz.
- Ya conoces mi opinión, ¡es ahora o nunca!
- ¿Qué crees que pasará María? - Dijo en tono rebelde - ¿que dirá que también está enamorada de mí? ¿Que dejará a su familia para pasar los próximos dos meses conmigo? ¿O que lo dejará todo y se irá a Brasil? ¡Esta no es una película en la que todo siempre sale bien! - y respirando tristemente, concluyó: - cuanto antes acepte que esto es una despedida, menos sufriré.
María no respondió, era la primera vez que veía a Paula exaltarse de esa manera, se imaginaba que estaba siendo difícil para su amiga y prefería no prolongar la discusión.
- Lo siento María, no tengo derecho a hablarte en ese tono. Me disculpa. - Dijo Paula acercándose a la cama de su amiga.
María acarició el rostro de Paula, que tenía una expresión inquieta - ¡Está bien! No se preocupe. Vete a casa de ella, cuando vuelvas estaré aquí.
Se abrazaron y Paula terminó de recoger sus cosas. Fue a la floristería y compró la flor más hermosa que encontró, luego se dirigió a la casa de Carol. Apretó el timbre y su corazón se aceleró cuando vio a la morena abrir la puerta y sonreírle.
- ¡Te lo traje! - y extendió la mano para entregar esas flores.
- ¡Tulipanes! Son hermosos - respondió Carol también sintiendo que su corazón se aceleraba - gracias cariño - y sostuvo los tulipanes en su mano, dando paso a la rubia para que entrara.
Ignoraron el ascensor. Esta vez subieron las escaleras, como si estuvieran tratando de aferrarse a ese momento todo el tiempo que pudieran, nada que pudiera acelerar cualquier proceso sería bienvenido en ese momento.
Entraron al departamento de Carol, las maletas estaban listas, apoyadas contra la pared, y cuando las vio allí, Paula sintió que se le oprimía el corazón. Eso es una despedida. Sintió un impulso casi incontrolable de llorar, pero aguantó. Prácticamente se lo tragó.
- Pondré los tulipanes en el agua, los llevaré a la casa de mi madre, a ella le encantará. - dijo Carol rompiendo el silencio que empezó a volverse incómodo.