𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏 - 𝐄𝐥 𝐪𝐮𝐞𝐫𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫𝐭𝐞

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No soy tonta, se perfectamente que algo trama, más no se el porqué

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No soy tonta, se perfectamente que algo trama, más no se el porqué. Vuelvo a ignorar la situación tal como lo hice con las anteriores y llevo otro bocado de panqueques a mi boca. He de decir que apenas tengo ganas de hacer el proyecto, no he sido muy buena en la escuela presencial ni en la virtual después de todo, Ava tenía que obligarme a estudiar y eso e ha mantenido al tanto.

No tengo el número de Hanji, por lo que no puedo avisarle que ellos están esperándola y al parecer ellos tampoco pretenden hacerlo, como si la situación les estuviera resultando divertida y no niego que a mi también, era como un cruce de egos por ver quien es el más imponente.

Mi voto es en definitiva para Levi, su sola actitud me resulta imponente, a Porco lo veo como alguien serio pero tratable, y a Erwin, no lo conozco y no me produce sensación alguna, es como si él solo estuviera sin más.

Miro a Porco—. Sígueme, iremos a hacerlo en la cocina.

—¿Hacer qué? —pregunta Erwin.

—Un pastel de bodas, señor —se burla Porco y yo trato de ocultar que un chiste tan soso como ese, me causó gracia.

—¿Señor? —vuelve a preguntar.

—Sí, señor —mete ambas manos en los bolsillos de su pantalón —. Ambos lo son, van en su segunda carrera, ¿no es así?

—No nos llames así porque no trabajas para nosotros, o ¿es eso lo que quieres? —llegados a este punto de la conversación ya no sabía si era sarcasmo o una clase de oferta.

—No, pero si quizá hace unos años atrás yo tuviera la edad que tengo ahora, habría aceptado para evitar el desplomo económico que tuvo tu empresa en aquel entonces —incredulidad era la palabra más cercana a la expresión que Erwin tenía en ese momento.

—¿Cómo es que sabes eso? -yo también me pregunto lo mismo Erwin, río para mis adentros, por algún motivo todo me resultaba cómico.

—Yo se que deben ser temas importantes, pero ahora necesito que Porco me acompañe a hacer el proyecto y mis panqueques ya están casi fríos, apenas he dado tres bocados —miro a Levi con disimulo, quien ajeno a la conversación miraba por el ventanal sin prestar ningún tipo de atención. Camino hacia la cocina que se encontraba a pocos pasos

 —¿Podrías ir sacando el material que hayas traído mientras termino de comer?

—Sí, también iré a traer lo tuyo —dice y se retira. De inmediato escucho voces masculinas que ignoro olímpicamente.

Estaba saboreando mi platillo cuando Levi entro a la cocina, despreocupado empieza a hacerse un té, pero esta vez no me mira en ningún momento y yo, todo lo contrario a lo que él hacía, me dediqué a seguir con la mirada sus movimientos, hasta que conectamos miradas, la cual de manera muy simple evitó dándome la espalda para tomar una manzana verde del cesto y finalmente salir de la cocina.

𝕽𝖊𝖘𝖙𝖊 𝖆𝖛𝖊𝖈 𝖒𝖔𝖎, 𝕽𝖔𝖘𝖊 | | 𝓛𝓮𝓿𝓲 𝓐𝓬𝓴𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora