Capítulo Diez

20 2 0
                                    

Capitulo 10: Demasiado cerca.

Entreabro mis ojos cuando siento que un aire frío corre por mi espalda, y sin darme cuenta de la situación simplemente reconozco que estoy en mi cama y me estaba destapando.

En un instinto muevo mis brazos, acomodo las frazadas y me acurruco entre ellas, aunque me sintiera un poco dormida y hubiera vuelto a cerrar mis ojos notaba que la cama estaba calentita, seguro llevaba horas durmiendo, pero aun así me sentía tan cansada, estiré uno de mis brazos en busca de mi teléfono para ver la hora.

Encenderlo casi quema mis ojos, pero eso no era lo más importante, con la leve luz note que había alguien más conmigo, me senté tan rápido como pude y aunque confundida no hice nada más estúpido que tirarme encima.

- Hubiera preferido cualquier cosa que despertar así -Dijo su voz perezosa, aunque se notaba el susto que se había llevado.

¿Oliver? ¿Él? ¿Él estaba acostado conmigo? Mi cuerpo se paralizó.

- ¿Sucede algo? ¿Tienes miedo? -Volvió a hablar dándose cuenta de que estaba inmóvil encima de él.

No podía soltar ninguna palabra, no recordaba haber ido a la cama con él, ni siquiera recordaba que había hecho las últimas horas, y aunque mi mente pensaba demasiado mi cuerpo no respondía en lo absoluto.

Él se movió poniendo sus brazos al rededor de mí, envolviendo mi cuerpo, dándome cuenta de que el calor que sentía se desprendía de él, cerré los ojos con fuerza y le rogué a la tierra que me sacara de ese momento.

- Ahora no sé si estás dormida, o despierta, ¿Acaso eres sonámbula?. - Apenas término de hablar me reí y eso me hizo sentir aún más incómoda, pero ahora, respondía.

Me solté de sus brazos inclinándome y lo observé, esperando una explicación, pero solo sonrió mientras se pasaba la mano en el pelo, la imagen era tan perfecta que olvidaba por completo el momento.

- Si te quedas ahí vas a sentir frío - Dijo sonriendo.

- ¿Qué pasó? - Solté sin más ni menos.

- Nada de que preocuparse - Se encogió de hombros y tomó un poco de postura para acercarse a mí.

- Nada, nadie se va a dormir así como si nada con otra persona. -Levanto mi ceja.

- Oh, mi niña. - Se acercó más y posó una de sus manos sobre mi pierna. - Pasó que el viaje te cansó demasiado para saber que tuve que bajarte del auto e intentar acostarte en tu cama-Respiró

—Pero, supongo que estabas demasiado dormida, te negabas a soltarme y hasta amenazaste con dejar de hablarme si te dejaba aquí sola.- Saca su mano de mi pierna y se encoge de hombros, tratando de largar una risa que llevaba escondida.

Quizá solo estaba jugando conmigo, pero si ahora pudiera desaparecer me encantaría.

- Lamento tanto esto. - Le dije mientras me tapaba la cara y negaba con mi cabeza.

- No tienes porque, no paso nada y nos hemos quedado dormidos juntos. - Se movió dejando sus piernas fuera de la cama. - Pero bueno, ahora que despertaste, me iré. - Se levantó y envolvió en una campera.

-¿Ir a donde? -Dije todavía confundida.

- A la cama que tu madre dejó para mí. - Apretó sus labios y se dirigió a la puerta.

Me tomo un segundo recordar lo que estuvo pasando y antes de que él pudiera irse lo detuve.

- Gracias.-Le dije buscando excusas.

-¿Gracias por qué? - Miró confundido.

- Por cuidarme. -Me encogí de hombros y él simplemente sonrió mientras tomaba el picaporte para abrir la puerta.

-Si quieres, puedes quedarte. - Sonreí.

- Sería un gusto, no creo que pueda dormirme otra vez en una cama congelada. - Soltó una risa y retrocedió.

Le di unos golpecitos a la cama mientras me volvía a acomodar en ella, él no dudo ni un segundo en volver y ponerse frente a mí.

Su rostro estaba tan cerca que la tenue luz de las pequeñas lámparas lo hacía ver como un niño pequeño, corrí mi mano hasta su mejilla y le sonreí, ante mi caricia cerró sus ojos, tenía tantos sentimientos encontrados, incluso sentía que podía ponerme a llorar.

Me acerque un poco más buscando su abrazo, me acurruque en su pecho y besó mi cabeza, pude sentir como su corazón se aceleraba y corrí mi rostro para poder verlo, sonrió, y acomodándome en mis codos me acerque tanto como pude, tanto como para sentir su respiración, pasó su mano por mi espalda y envolvió mi cuello para terminar en un beso.

Podía sentir eso en todo mi cuerpo, su mano fría, la piel de su rostro, nuestros labios hundidos, me alejé en un suspiro que sin darme cuenta me quedaba sin aire, él sonrió y bajó su mano hasta mi cintura, deje caer mi cabeza sobre la almohada y solo lo vi, como si nada pasara, como si nada existiera, estaba tan perdida que ni siquiera pensaba y solo esperó, acariciando mi espalda con sus dedos.

Acomodo el pelo que se había quedado en mi cara y en segundos estábamos besándonos otra vez, sus movimientos eran tan suaves que aún sintiendo los perdía.

- Abby, ¿Estás bien? - Me preguntó mientras metía sus dedos entre mi pelo.

- Creo que si -Le respondí sin pensarlo mucho y clavó su mirada en mí mientras apretaba mi pelo.

-¿Estás segura? - Dijo casi con intenciones de ponerme un reto.

Me escapé de él y me senté en la cama, mientras sacudía mi pelo y ponía la peor cara que se me ocurría.

- Perdón. - Dijo poniendo cara de perro mojado. - Soy un tonto- Murmuró y sacudió una mano, casi en un tono sarcástico, haciéndose el que no entendía, aunque seguía mi juego claramente.

Bien hecho, me dije felicitándome a mi misma, mordí mi labio mientras metía mi mano por la remera para poder sacármela.

Estaba disfrutando la situación en lo absoluto y no lo dude ni un poco. Sentí como el frío húmedo se pegaba a mi piel y resistí para no temblar.

- Que frío. - Dije intentando disimular, pero claramente llamando su atención, ya que había optado por darme la espalda, masomenos, había movido su rostro varias veces para verme.

-Ven conmigo - Murmuró sin darse vuelta y ante su respuesta me incliné y puse mis manos que probablemente eran hielos debajo de su remera, haciendo que sé dé vuelta por completo, con toda la conciencia de la situación, me miró a los ojos y me apretó junto a su cuerpo.

- Que malo soy aguantando. - Soltó una risa. - Que mala eres tú. -Terminó de decir y me besó.

Terminó de sacarme lo que con habilidad había dejado y entre silencios, terminó dejando al desnudo su torso, permitiendo que pudiera recorrerlo con mis manos.

-Tu perfume se siente tan bien. - Dijo mientras posaba sus labios en mi cuello haciéndome gemir y aunque buscaba responderle no podía concentrarme en nada.

Su cuerpo se sentía tan pesado sobre mí, tenía tanta adrenalina que pude dejarlo debajo de mí logrando que nuestras caras se vieran perfectamente.

Paso su mano por mi cuello y me sostuvo cerca de él.

- Hubiera esperado una niña de mamá, pero jamás una pequeña como tú. - Acomodó mi cuerpo sobre el suyo y en un gesto acercó su boca a mi oído, los dos podíamos sentirnos, y mi mano en su pecho sentía su corazón salir.

Raíces Demoníacas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora