Capítulo Ocho

31 7 0
                                    

Capítulo 8: Juntos.

"Espero no te moleste mi visita, supongo que después de unos días sin vernos un tiempo juntos no le molestara a nadie, espero que duermas muy bien, nos vemos en el desayuno"

Oli era como una debilidad, tomé el papel y con el pijama puesto lo fui a buscar, él estaba recostado en el sillón, mirando las cortinas de la ventana, como si pudiera pasar a través de ellas y ver hacia afuera.

-Quizá no quiera esperar hasta el desayuno para volverte a ver. -Le dije y de un salto se dio vuelta.

-Que susto por dios, esta casa es demasiado silenciosa-Dijo con la mano en su corazón, me reí y con la mano le pedí que hablara un poco más bajo, nos sentamos al lado de la estufa, porque quedaban algunas leñas prendidas.

-Es hermoso-Le dije refiriéndome al fuego.

-¿Yo?- Me pregunto sin dudarlo un poco.

-Cuanto amor, pero hablaba del fuego-Le dije señalándolo.

Él pasó su brazo por mi espalda y me recostó en su pecho, y ahí me di cuenta de que, moría de ganas por sentir tanta paz, por estar bien y seguro él también lo sintió, porque en ese segundo me abrazo un poco más fuerte, el calor y sus brazos terminaron en mis sueños, y cuando el sol brilló, él no estaba, y yo estaba en mi cama, me quede estirada en la cama pensando en lo que había pasado, quizá solo lo había soñado.

-¿El frío no te deja levantarte de la cama bonita?- Preguntó mientras abría con suavidad la puerta de mi habitación.

Uf, eso no había sido en lo absoluto un sueño, pensé.

-Probablemente. Aunque, siendo sincera, me estaba preguntando si las últimas horas solo habían sido un sueño-Reí.

-Abby, quisiera que hablemos sobre lo que pasó. -Me dijo con un gesto vergonzoso.

Le di palmaditas a la cama en señal de que podía sentarse allí y estar más cerca. Caminó hacía mi, y por dentro, volvía a sentir esa energía, sentí como el peso de su cuerpo se apoyaba cerca de mis pies y me incline para poder verlo mejor.

-Dime.

-Lamento mucho que hayas sentido todo eso, realmente no desaparecí, descansé unos días y luego volví a la escuela esperando verte allí -Me sentí frustrada e intenté responder, pero solo con mover mi mano él siguió hablando.

-¿Puedes dejarme terminar?-Me miró como si estuviera enojado, y no pude evitar sentir ternura, no podías mostrarte enojado si tus mejillas estaban rosadas por completo, es tan dulce.

Asentí con la cabeza y continuó.

-Cuando no te vi, ciertamente no me preocupó, quizá no irías ese día, o estabas con tu madre, o enferma, podrían ser tantas cosas. No quería ser molesto, y simplemente traté de no invadir.- Sé encogió de brazos mientras movía los dedos de sus manos y yo no podía parar de pensar en cuanto deseaba abrazarlo.

-Pero, entonces, los días pasaron, y no volvías, y fue entonces, que de reojo te vi en el centro comercial. Y, sabía que estabas pensando, te vi irte como una tonta.-Sé rio cómo si no lo importara en lo absoluto, y ahora no podía evitar sentir como mi cara hervía, del amor al odio hay solo un paso, dicen.

-Pensé en seguirte, pero no podía... Bueno, como que poder podía, pero algo me dijo que no, y quizá luego de verte ir me arrepentí y tuve que pensar un juego rápido.-Mordió su labio y frotó sus manos.

-Entonces, como mi tía estaba cerca, busque la excusa perfecta, le dije a papá que podía dejarle mi habitación y que podía irme unos días a casa de un amigo.-Sonrió y continuó -Tuve que pedirle ayuda a ella y además a tu madre.

Me sentía tan perdida, pero no dejaba de pensar en por qué le había dicho a su padre que a casa de un amigo, ¿no quería que su padre me conociera?.

-Y bueno, con mis cómplices, todo hasta ahora salió bien. Pero desde el fondo de mi gran corazón te pido perdón, las cosas se dieron rápido, sé que no son excusas, pero estoy feliz de verte otra vez. -Él estiró sus manos y tomó la mía para ponerla en medio.

-En serio lo lamento, pequeña.

Creo que él ya sabe cuanto me gusta que me llame así, es tan cruel, me gusta tanto.

-Tengo tantas dudas, tantas preguntas, pero, aun así, no puedo evitar perdonarte, lo hago por tus mejillas rosadas, no porque me lo estés pidiendo así. -Le dije sonriendo, devolvió mi sonrisa y en un saltito se acercó a mí, nuestras miradas estaban tan cerca, era como si estuviera viendo todo de mí, me sentí incómoda y baje la cabeza, él rio y me recostó en su pecho, podía sentir su perfume y su corazón, latía tan fuerte que no necesitaba palabras para saber que se sentía como yo.

-Oli... -Dije tratando de verlo a sus ojos, pero intentando soltar de mi boca las palabras justas, se abalanzó sobre mí, y por instinto puse mi mano sobre su nuca y entre un suspiro lo besé, dentro de mí esperaba que él lo hiciera, pero cuando nuestros labios se juntaron, no importaba.

Él me correspondió tomándome de la cintura con una mano, y corriendo mi pelo, con otra, su piel era tan suave que mi mente no podía concentrarse en una cosa sola, paso sus dedos sobre mi oreja, y acercándose a ella habló.

-Si me besas una vez, deberás besarme muchas más. -Sé inclinó y volvió a clavar su mirada en la mía.

Podía sentir su mano en mi pierna, y mi corazón escapándose de mi cuerpo, él se acercó y volvió a besarme, me acerqué tanto como pude, y ante eso, me envolvió con uno de sus brazos, y quizá nunca nadie me había besado de esa manera, paso su mano por mi cuello y toda mi piel se erizó, se separó de mí y entre una sonrisa inocente me beso en la frente.

Podía seguir sintiendo su mano haciendo presión en mi pierna, aunque él ya se había alejado por completo de mí, le sonreí mientras no paraba de pensar, y entre el silencio, mamá apareció por la puerta.

-Hoy podríamos ir juntos a pasear en auto. - Dijo sonriendo y siendo totalmente consciente de lo que había pasado.

Raíces Demoníacas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora