𝟎𝟏𝟐

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Jungkook se encontraba en su casa

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Jungkook se encontraba en su casa. Tendido sobre su cama todavía podía oler en el colchón el perfume de Jimin. El vanirio estaba herido y abatido, había perdido tanta sangre que apenas tenía fuerzas para caminar, pero el aroma de su cáraid lo mantenía todavía despierto.

Felix y Hyunjin estaban muy preocupados por él. Si Jungkook no lograba recuperar a Jimin, él no podría sanar ni usar sus poderes. Una vez se había bebido del cáraid ya no se podía volver a beber de nadie más por riesgo a acabar perdiendo el alma. Sólo de Jimin se podía. El cáraid lo mantendría con vida hasta la eternidad, igual que él a haría lo mismo. Su sangre se convertiría en el mejor manjar, en el origen de su poder. Sin su pareja, poco a poco, el vanirio perecería. Y si bebiera más de una vez de otra que no fuera su cáraid perdería su alma y se convertiría en un nosferátum.

Felix atendió las heridas. Las limpió y le puso una pomada cicatrizante que poco haría en aquellos cortes profundos y en aquella carne quemada y lacerada. Le había costado extraer los trozos de cristales que se habían quedado clavados en su espalda y alrededor de la columna.

Jungkook recordaba la cara de Jimin cuando vio a Yeontan. Lo que Jimin no sabía es que él había encargado a Felix que se llevara al perro con ellos el mismo día que lo sacaron de Seúl. Entonces no entendió muy bien por qué iba a tener ese detalle con Jimin, teniendo en cuenta que lo odiaba. Pero tal como habían ido las cosas luego no podía más que agradecer aquel instinto, aquella intuición. Aquel gesto podría hacer que ganase puntos con respecto a él.

Había sonreído por aquella sorpresa. Él, Jungkook, lo había hecho sonreír, y quería volver a hacerlo. Estaba tan arrebatador con aquella sonrisa blanca que le llegaba a los ojos. ¿Y sus dientes? Sus colmillos eran pequeños, blanquecinos y sexys. Estando como estaba, manteniéndose con las fuerzas que tenía en la recámara, sintió como se despertaba su virilidad. Ni medio inconsciente podía apagar el fuego que avivaba Jimin en su interior.

Iba a ser su fin. Jimin no podría perdonarlo. Él no se entregaría. Pero había intentado protegerlo de los latigazos y además había oído cómo insultaba al prepotente de Namjoon por haberle pegado.

Y luego todavía no sabía si el contacto de su mano en la cara y los ojos tristes y llenos de dolor de su cáraid eran resultado de su abatimiento o realmente había pasado.

Lo necesitaba. Necesitaba tocarlo y sentirlo. Y todo, todo lo que le pasaba ahora, lo merecía. Ley de causa y efecto.

Gruñó y hundió la cara en la colcha.

De nada servía lamentarse. Sus fuerzas irían menguando, volvería su mortalidad y con un cuerpo humano esas heridas le producirían fiebres, infecciones e incluso la muerte. Y si no eran esas heridas cualquier enfrentamiento con un lobezno, un nosferátum o un humano con un arma podría matarlo. Y si no, finalmente, lo mataría la sed que sentía por Jimin. Ahora era vulnerable. Sin la alimentación de su cáraid, su cuerpo perdía todo el poder. Una debilidad que había sido capricho de los dioses. Los maldecía con toda su furia.

𝐋𝐮𝐜𝐤𝐲 𝐖𝐨𝐮𝐧𝐝┆❛❛KOOKMIN❜❜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora