Capítulo Siete

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Capítulo Siete

-¿Qué te parece?

Anahí levantó la cabeza del plato, ruborizada. Si Alfonso le estaba preguntando por la comida, le respondería que estaba exquisita. Si se refería a lo que habían hecho antes, no podría describir con palabras lo maravilloso que había sido. Pasase lo que pasase cuando volviese a Washington, siempre recordaría cada momento que había pasado con él en el Rolling Cascade.

-Ya sabes lo mucho que me gusta la comida tailandesa, y tu chef la ha cocinado estupendamente. Y si me estás preguntando por otra cosa... -dijo muy despacio, provocándolo, mientras levantaba su copa de vino y le daba un trago-. Lo único que puedo decir es que ha sido como si me hubiese tomado el postre antes del plato principal.

-Me alegro de que todo esté a tu gusto -respondió él, riendo.

Bebió vino y pensó en lo sexy que estaba Anahí vestida sólo con su camisa. Al final se la había abrochado.

El hombre primitivo que había en él quería abrírsela y disfrutar del reflejo de la luz de las velas en su piel oscura.

-Ha sido mucho mejor que eso -comentó ella, reclamando su atención-. Te has superado. No creo que vuelva a ser capaz de mirar una mesa de black jack sin ponerme colorada.

Alfonso se estremeció de sólo recordarlo. Él no se sonrojaría al ver una mesa de black jack. Se excitaría. Observaba cómo Anahí acariciaba la copa de vino y recordaba cómo lo había acariciado a él. Pero sabía que tenía que dejar de pensar en volver a hacerle el amor, así que le preguntó:

-¿Qué planes tienes para mañana?

-Lo único que sé es que no voy a ir de compras.

-¿Te gustaría pasar el día conmigo?

La pregunta la sorprendió. Pensaba que, después de esa noche, Alfonso la evitaría para ver si de verdad conseguía pasar página. Lo miró pensativa mientras apoyaba la barbilla en las manos.

-Esto... depende. ¿Qué tienes pensado hacer?

-Tengo una reunión importante para comprobar que la fiesta de cumpleaños de Delaney va sobre ruedas. Después, estaré libre para lo que tú quieras. ¿Alguna sugerencia?

-En cualquier caso, jugar al black jack, no.

-Si tú lo dices...

-¿Y si jugásemos al golf?

-¿Sabes jugar?

-No -admitió ella-. Pero me gustaría aprender. ¿Podrías enseñarme un poco?

-Por supuesto.

-Y me encantaría volver a bañarme en tu piscina si a ti no te importa.

Alfonso la estudió y recordó la noche que había ido a bañarse.

-No me importa, pero en esta ocasión, te acompañaré.

Ella lo miró, su respuesta era exactamente la que había esperado. Después, se miró el reloj y se puso en pie.

-Es tarde. Será mejor que me vista para marcharme.

-Quédate esta noche conmigo, Anahí.

Casi se le salió el corazón del pecho al oír la invitación, pero pensó rápidamente en todas las razones por las que no debía hacerlo. La principal era que si Alfonso descubría la verdadera razón por la que había ido al Rolling Cascade, se sentiría decepcionado.

-No creo que sea buena idea, Alfonso. Se supone que esto era el broche final, ¿recuerdas?

-Lo recuerdo. Pero en estos momentos sólo puedo pensar en celebrar la inauguración contigo.

La apuesta más atrevidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora