c u a t r o

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—¿En serio te desvelaste para hacer un pastel?

—¿En serio no te fuiste a tu casa?

Ambos nos miramos entre la oscuridad de la cocina, debido a que no había abierto las cortinas ni prendido la luz. Eso de que uno sea foto sensible en las mañanas no es de mucha utilidad.

—Te dije que vendría y te acompañaría a la casa de la señora Kobayashi.—Me responde mientras se acerca a tomar un vaso para servirse agua, y me doy cuenta de que ya no tiene la misma ropa que ayer, incluso trae puestos unos tenis negros como los que planeaba ponerme.—¿De qué es?

—¿Por qué traes tenis adentro de la casa?—Recrimino terminando de poner el pastel en uno de los empaques de cartón que compré por ebay hace unos meses y lo escucho bostezar.—Es de vainilla con fresa.

—Se me olvidó quitármelos.—Asentí sin decirle más, porque tenía el sueño suficiente como para no discutir sobre eso.—Suena a que está rico.

—Está bien.—Lo vi terminar el contenido del vaso, y yo sólo suspiré al darme cuenta de que eran cerca de las siete y cinco de la mañana.—Ya me voy.—Insistí, intentando recalcar el que quería ir sola, pero sólo me gané una mirada seria de su parte una vez que dejó el vaso de cristal sobre la isla.

Seguro él sabía que no quería ir sola.

—Pediré el uber, es hacia tu casa, ¿no?—Asentí buscando mis lentes, que seguro los había dejado en algún lugar de la cocina mientras preparaba el pastel. No quería ocupar las lentillas porque los ojos me ardían mucho, pero ahora no sabía en donde los había puesto.—Ten.

Giré hacia Itachi, y asentí como respuesta al tomar mis lentes de entre su mano derecha.

—Gracias.—Solté antes de correr hacia mi habitación para tomar una sudadera gris de uno de los cajones de madera, y ponérmela debajo de mi chamarra azul, además de una bufanda de color negro que Chouji me había regalado en nuestro intercambio de navidad.—¿Ya viene?

—En cinco minutos.—Ante las palabras de Itachi, me apresuré a guardar mi celular, mi cartera y mis audífonos en las bolsas de mi chamarra, tomé el empaque del pastel junto con un moño amarillo para ponérselo encima y sonreí satisfecha al notar lo bonito que se veía.

Lo vi tomar su gabardina negra en cuanto llegamos a la entrada del departamento, y suspiré al ver el cielo por la ventana frente a la sala. Era una mañana bastante nublada, seguro hacía un frío considerable afuera, quizá llovería un poco también.

Aún estaba algo preocupada por lo de ayer, pero necesitaba estar tranquila.

En silencio, salimos del departamento y bajamos las escaleras. A veces no me gustaba ocupar en elevador porque vivíamos en un tercer piso, no era tan necesario después de todo.

—¿Estás mejor?—Lo miré en cuanto llegamos hasta la acera, y asentí sin decir nada. Parecía bastante cansado, las ojeras debajo de sus ojos eran más notorias que ayer, y ya lo había visto bostezar unas cuatro veces.

—¿No quieres quedarte a dormir?—Una risa ronca salió de su boca, y lo miré atenta en lo que un auto se estacionaba frente a nosotros.

—¿Vas a responder todas mis preguntas con otras preguntas?—Pasé saliva y quité mi mirada de él para poder entrar al auto luego de que la puerta se abriera.—Buenos días.—Al entrar junto a mí, el chofer respondió el saludo y luego de comprobar los datos del viaje, arrancó.

Hacía frío.

—Te ves cansado.—Hablé cuando salimos hacia la avenida, intentando explicar el por qué de mi pregunta anterior, y golpeteé levemente el empaque del pastel con la yema de mis dedos esperando su respuesta.

𝐛𝐞𝐫𝐥𝐢𝐧; 𝐢𝐭𝐚𝐜𝐡𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora