𝐛𝐞𝐫𝐥𝐢𝐧; 𝐢𝐭𝐚𝐜𝐡𝐢 𝐮𝐜𝐡𝐢𝐡𝐚

c i n c o

*hola, muchas gracias por su espera y su tiempo:) espero que disfruten el capítulo. les tqm.

¿Alguna vez has despertado como sin ganas de haberlo hecho? Como queriendo que el sueño de antes hubiera sido eterno.

Porque ahora que lo digo, creo que yo lo he hecho muchas más veces de las que quisiera; luego de la fiesta de Kankuro, luego de recibir mi primer regaño en el trabajo, cuando Naruto se le confesó a Sakura y todos nos dejamos de hablar como por una semana, cuando murió mamá, y justo ahora. Sólo que hoy me siento así no solo por miedo, sino también por genuino cansancio.

—¿Nubecita?

La mirada de Itachi se asomó por la puerta, en lo que yo me tallaba los ojos y terminaba de bostezar. Una sonrisa se dibujó en su cara antes de entrar por completo y recargarse sobre el marco de la puerta. Involuntariamente, me estiré en mi lugar.

—¿Quieres desayunar? Hice arroz con verduras y carne —asentí, soltando un bostezo más largo, levantándome a pasos torpes de la cama con sábanas azules.

Itachi me miró con atención, desde que me levanté y tomé mis lentes hasta que volví a estirarme una vez que estuve de pie, y se colocó firme en la puerta impidiéndome el paso.

Otra vez, lo miré raro al encogerme en mi lugar.

—¿Qué? —Itachi me sonrió, acercando su cara a la mía— ¿Ahora qué te pasa?

—Tienes una lagaña.

Con su índice derecho tocó mis ojos y quitó los rastros de lagañas. Le presté más atención a los ladridos que se escuchaban desde la calle, junto a las conversaciones difusas y a los pajaritos en los árboles. La verdad, seguía sin saber cómo gestionar la cercanía que Itachi tenía conmigo desde el lunes. No era que no me gustara, claramente, pero no sabía qué hacer o qué decir; además, seguramente Temari e Ino me dirían que estaba mal hacerle saber al Uchiha mayor todo lo que aún me hacía sentir.

—¿En qué piensas? —al volver a verlo a los ojos, me di cuenta de lo cerca que Itachi estaba de mí— Desde que llegamos con tu vecina haz tenido la misma mirada.

Arrugué la nariz.

—No tengo otra mirada.

—Sí la tienes —aseguró, enderezándose en su lugar—. Esta es una en la que me da miedo que puedas ver a través de mí.

—Eres un payaso —me burlé con voz adormilada, acomodándome los lentes sobre el puente de la nariz una vez que estuve segura de que no volvería a tocarme los ojos— ¿Qué horas son?

—Las diez —bostecé otra vez, asintiendo, y pidiéndole con un gesto de mi mano que se hiciera a un lado— ¿Te sientes mejor?

—Hm, tengo miedo.

Al principio, me sentí expuesta. Como culpable por haber sido completamente sincera, pero cuando Itachi puso sus brazos sobre mis hombros para darme una clase de abrazo en el que yo tenía los brazos pegados a mis costados, me sentí un poquito mejor. Probablemente pensó en que aún estaba afectada por todo, o que me había dado pena ser sincera con él, pero lo que haya sido acertó. Escondí mi cara en su pecho, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban por el contacto. Recordé el consejo de Sasuke sobre que me guardara nada, y eso también me hizo sentir más aliviada.

No era que yo no quisiera estar así de cerca de Itachi, en realidad era como ver mis sueños adolescentes hacerse realidad. Y creo que de tanto pensar en eso, terminé trayendo a la luz a mi yo de la universidad.

—Cuando presenté el examen nacional de residencias médicas me dijiste algo que no he dejado de recordarme cuando todo me pesa —comenzó a explicar, dejando unas palmaditas en mi espalda. Quise excusarme en que acababa de despertar, pero me pegué más a su cuerpo si es que era posible.