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¿Libertad, eh?, ¿es eso lo que yo quiero?.

Muchas veces me cuestione si era el candidato perfecto para ser rey y liderar a mi pueblo. Mi padre me dijo que sí, que yo era el indicado para el puesto y qué, a pesar de que mi hermano también tenía el derecho al reclamo del trono, la verdad es que no estaba capacitado para ser rey, ni mucho menos liderar a nuestro querido pueblo, pero... ¿Por qué decía eso nuestro?, ambos, desde que eramos niños, fuimos educados en las mismas áreas, crecimos juntos, nos conocemos el uno al otro, ¿ o que no es así?.

“— La avaricia. La envidia. La codicia y la sed de poder es lo que comienza a consumir al mortal para perder su humanidad... —”

Era lo que nos decía nuestra madre continuamente y nos advertía que siempre debíamos tener cuidado con  ello y con nosotros mismos, ya que somos mortales y los mortales son tentados por deseos inhumanos.

Me volteo hacia el otro lado de mi cama, el lado derecho. Esa parte que se mantiene casi siempre ocupada por cierto chico de ojos azules, y hoy se encuentra vacía por mi causa.

Recordar a Heba en estos momentos me pone melancólico, sus palabras me llegan a la mente y me recuerdan en la posición en la que estoy.

No me gustaba la idea. Siempre repudie ese tradición de matar a los tuyos para conseguir algo. Ya estaba harto y la opción de rendirse no existía, simplemente debías de luchar por tu vida y hasta tu último suspiro, el que quede de pie sobre la plataforma, aun si este le falta un miembro del cuerpo o si este se este sangrando , seria rey.

—Ugh. — La cabeza me duele de solo pensarlo y de imaginarme la lucha entre Yami y yo.

¿Por qué no hay otra opción?, no quiero pelear, no quiero ser rey, pero no tenia la opción de rendirme...

Pero...


¿Y si me escapaba?, ¿qué opción tendría mi padre en elegir a Yami como rey si yo no estaba? Todos saldríamos ganando; yo consiguiera mi libertad. Mi padre, le gustará o no, tendría a sus dos hijos vivos y Yami tendría el trono.

¡Todos saldríamos ganando!, ¡y seríamos felices los tres!











Eso es lo que yo pensaba...













Qué estúpido fuí.








—¡YAMI!, ¡NO LO HAGAS!. — Grite con todas mis fuerzas, esperando, tan siquiera, una pizca de misericordia por parte de él.

Sin embargo, no la encontré.

—¿Debes estar muy cansando, cierto?, ¿por qué no duermes un poco?. —

Ni tiempo me dio de replicar, gritarle o de hacer un minúsculo movimiento. Mi cuerpo estaba vendado de pies a cabeza, mi boca fue cubierta por aquella tela y así siguió subiendo la tela hasta cubrir e por completo.

— ¡Y no te preocupes por padre, por el pueblo y por Heba!, ¡yo los cuidare muy bien!, ¡confía en mi, hermano! . —

—¡Hmmm!. —

— Bien. — Dijo Yami. —Entierrenlo. —

De pronto sentí como mi cuerpo era llevado a otra parte y colocado en algo estrecho...

¡NO PUEDE SER!

—¡¡¡HMMM!!! ¡¡¡HMMMMM!!!. —

—Dulces sueños hermanito. —

*Continuará....

El otro lado de la tumba. [ATEM] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora