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Mi madre estaba de los nervios, no paraba de revisar mi maleta cada 2 minutos para saber que tenía todo lo necesario en ella. Había puesto 3 botes de crema solar en lo que llevaba de mañana y eso que me iba al norte del Reino Unido, no creo que me hicieran mucha falta la verdad.

-Cariño, ¿has mirado debajo de la cama? Me gritaba desde el comedor mientras yo acababa de guardarlo todo ¿No quieres llevarte tus pósteres de esas frikadas tuyas?

Parecía mentíra que no me conociera, claro que me los llevaría, yo no podía dejar a mis bebés colgados en la pared cogiendo polvo durante un año.

-Mamá no son mis "frikadas" son los amores de mi vida y es obvio que los llevaré. Seguro que a mi compañero o compañera de habitación no le molestan para nada je je je.

Mi madre apareció en la puerta con una expresión de terror y no entendía por qué.

-Aix Amber, espero que a esa pobre criatura no la atabales con tus chorradas tanto como a nosotros. Tienes suerte de que seas nuestra hija si no ya te habríamos echado de casa.

Amor de familia lo llamaban, la confianza da asco.

Tenía razón, siempre me lo decían que para aguantarme hace falta mucha paciencia... Pero no es mi culpa que esos seres sean la razón de mi sonrisa. Y también influyen un poco en qué me vaya al Reino Unido para qué voy a mentir.
Pero oye, todos tenemos nuestras pequeñas (más bien extrema) obsesiones, ¿verdad?

-Que sí que si mamá.- le dije mientras abrazaba a un póster que era demasiado grande para llevármelo.

-míralo como un recuerdo mío, cada vez que entres y le veas pensarás en mí.- le dije mientras ponía la cara de niña buena y ella giraba los ojos para irse de nuevo al comedor.

Mi habitación estaba bien, no era nada grande pero lo suficiente para una hija única. La parte buena de ser hija única es que me llevé el cuarto grande de la casa. Hay que mirar siempre la parte positiva. Todos aquellos vinilos que había ido recolectando durante años y años ahora se quedarían en mi cuarto cogiendo polvo. Quizás el tocadiscos se convertiría en la casa de una nueva araña.
Echaría de menos todo esto, pero sé que marcharme será un buen cambio. O al menos eso espero.

...

Mientas mi padre nos llevaba al aeropuerto, en la radio sonaban los últimos hits de la semana. Amaba ir en coche, y más cuando llovía. Amo escuchar la lluvia caer en el cristal mientras la miro caer y mojar todo el alrededor. De mientras mis padres no paraban de darme consejos para sobrevivir, así lo llamaban ellos. Un infierno.

-Y Amber, no te olvides de recoger tus maletas en el aeropuerto al llegar. No queremos que la pierdas... Y Amber, si no te gusta el curso siempre puedes volver, estamos seguros de que con tus notas podrás entrar en cualquier otra universidad.- mi padre llevaba todo el mes intentando convencerme de que me quedara en España. Pero estaba hasta el moño de este país, necesitaba irme por un tiempo y poder olvidar lo inútil que es la gente de aquí.
Dejando las cosas claras, la dieta mediterránea está muy bien, y las playas también, pero lo que no me pueden negar es la estupidez humana que hay en este país. Aunque mi generación no esta tan mal. Unos adolescentes que se quejan de todo lo necesario es todo lo que está bien. Gracias generación Z.

Al llegar al aeropuerto busqué mi taquilla para hacer el embarque.

Mi madre ya estaba con un paquete de pañuelos fuera.
Después la dramática de la familia soy yo.

Después de tener todos los papeles en orden solo faltaba despedirme de ellos.
-Mi vida, no seas antisocial y te pases todos los días sola en el cuarto. Sal, diviértete, que eres joven.- mi madre decía mientras se secaba las lágrimas que le caían por la mejilla.

-Ale súbete a ese avión y disfruta, nos vemos. ¡Te queremos!- mi padre me estrechó en sus brazos mientras me despeinaba.
Les di un beso en la mejilla a los dos y entré a embarque.
¿Ya está? Pensaba que llorarían más, no sé un Amber, no somos nada sin ti, hubiera estado bien.

Vale, puede que sí que fuera la dramática de la familia.

Al subirme al avión de la escuela, busqué mi asiento esperando que fuera al lado de ventanilla para poder hacer fotos de las vistas, si no era mucho pedir quería ala para que quedaran mejor.
Todos los que estábamos en ese avión íbamos al mismo sitio. Era una especie de jet privado para unos cuantos suertudos. Puede que en ese avión estuviera mi futuro compañero o compañera de cuarto.
Pero no lo descubriría hasta llegar ahí.
De repente mi móvil empezó a sonar, yo tenía los auriculares puestos y estaba escuchando las dos únicas canciones que tenía descargadas en bucle.

Vi que era una videollamada de Luca, mi primo favorito, era como mi hermano, nos habíamos criado prácticamente juntos. Pero, ¿desde cuándo hay cobertura en los aviones?

Le contesté a la videollamada súper confundida y él me sonrió como un idiota.
-Hermanitaa, ¿qué tal va ese viaje? - me preguntó más emocionado él que yo.

-Pues no entiendo como puedo hablar contigo en el avión.
Se empezó a reír de mí de una manera descarada.

-Oye, ¿me quieres explicar que pasa? Que sigo sin entenderlo.

-Ay, que mal lo vas a pasar sin mí- efectivamente, va a ser a quién más extrañe. - Vas a una universidad privada de alto prestigio en un Jet privado, ¿te creías que el jet no tendría Wi-Fi?- vale odiaba que tuviera razón pero la tenía.

-Vale Lu, gracias por tu graaan ayuda.- le dije sarcástica mientas él sonreía ampliamente dejando ver sus dientes perfectos. Nos parecemos bastante, pero él siempre ha sido el guapo, ya podría haber heredado un poco de sus pecas. Los dos somos castaños con los ojos marrón oscuro, yo un año más pequeña que él, y Luca me sacaba tres cabezas por lo menos. Eso contando que yo no era tan bajita. Odiaba sus pecas porque yo también quería.

-Oye, tú, ¡AMBER!- no le estaba prestando atención y casi me revienta las orejas.

-Joder Luca, a kilómetros de ti y aun así consigues asustarme.

-¡Que me hagas caso pesada encima que te llamo para preguntarte...!- intentaba enfadarse conmigo, pero nunca podía, yo era su versión femenina y mejorada.

Obviamente, el ego por los aires.

-Dime anda- dije riéndome de su casi enfado.

-Te voy a echar de menos imbécil. Quien me va a ayudar ahora con mis ligues. - Y obviamente él era el que triunfaba en el amor de los dos.

-Creo que te las apañaras solito- me miró mal como si estuviera mintiendo.

-Vamos prima, tú tienes que encontrar a alguien, desde Izan que no has estado con nadie. -Odiaba cuando sacaba el tema de Izan, odiaba admitirlo, pero era una de las razones porque acepté la beca.

-Lu, no empieces porfa.

-Amber, eres inteligente, interesante, diferente y una puta diosa griega, solo te falta el instinto depredador.

-Por favor no lo llames así - menos mal que llevaba los cascos porque ya estaba roja de la vergüenza.

-¿El que? ¿¿Instinto depredador?? - cómo veía que me estaba avergonzado no paraba de decirlo y hacer el gesto de una pata de tigre y diciendo "rawr" al unísono.

Es que le odiaba. Mucho. Y más ahora.

-Para, no en serio ¡Luca, deja de calentarme! -cuando lo solté no quería que sonara tan mal, me refería a enfadarme...

Pero era tarde cuando todo el avión se giró hacia mí y empezaron a reírse.

Que buena impresión chica.
Mi primo se había reído de mí muchísimas veces, pero nunca tanto como hoy, estaba hasta llorando de la risa mientras yo no sabía donde meterme o mirar.

-Te odio muchísimo-le dije casi susurrando y más roja que los labios de Taylor Swift.

-Sabes que me quieres, yo ya te he molestado suficiente por hoy. ADIÓOOOS. - y colgó.

Sería imposible no echarle de menos.

Cuando dejé el móvil vi que todos estaban cuchicheando sobre lo que dije antes. Ahora todo el avión se pensaba que era la adicta al sexo del curso.

Sola // en cursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora