thirteen

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Me levanté con la sensación de haber conocido un poco más al chico misterioso con el que convivía. Puede que sólo me explicara que le pasó pero al menos se abrió un poco, más de lo que esperaba.

Alec y yo debíamos pasar mucho tiempos en cuarentena por la broma de mal gusto que se le ocurrió. Esa mañana me desperté por culpa de mi teléfono. Lo tenía en mi habitación (si, ya me había apropiado del cuarto de Max) pero no paraba de soñar y de vibrar que tuve que levantarme para pararlo o al menos gritarle a quien estaba causando todo ese jaleo.

Me levanté de la cama de Alec, cosa que ya no me parecía extraña, ya me había dormido en él dos veces y he de decir que es más cómodo que el sofá de mi piso con Jane.

Al entrar a mi cuarto vi mi teléfono en la mesita con una llamada entrante así que fui a cogerlo dispuesta a gritarle a quien fuera.

-Hija, ¿que ha pasado?-

Vale era mi madre, no podía gritarle. Tenía la voz que se le pone cuando está preocupada, como cuando estaba durmiendo en casa de una compañera de clase y me caí por las escaleras. Un recuerdo muy gracioso.

-Hola mamá, ¿que tal?-

-¡Como que que tal! ¿Como que estas enferma? ¡Juro que encontraré a quien te ha pegado ese virus en...!-

-¡Mamá! ¿Que? ¿Como lo sabes? - me doy por percatada de que habla de la supuesta mononucleosis que tenemos Alec y yo.

-Me ha llamado el campus, ¿estás bien?- a que bien, el campus si explica eso pero ni una palabra de la competición de notas ¿eh?.

Di por hecho que debía seguir con todo el jaleo, mi madre era capaz de explicar la verdad al campus y con lo lejos que hemos llegado son capaces de expulsarnos por mentirosos. Aprovecharían cualquier oportunidad para expulsar a dos becados, y no le vamos a dar ese placer.

-Eh si, estoy bien simplemente eh... estoy un poco amarilla- en ese momento no me acordé de ningún síntoma de la mononucleosis así que decidí tirar de las palabras de Jane.

-Oh cariño, tú descansa y come bien ¿vale?-

-Vale mamá- eso me lo decía siempre, estuviera enferma o no.

Y colgó.

Los demás mensajes eran de Lu diciendo que me había olvidado de él, voy a ser sincera, había estado ocupada cuidando de un camello abatido así que volví a dejar el móvil.

Hablando del camello abatido, ¿como estaría?
Me había levantado con mala leche por el ruido de mi teléfono y me había olvidado del rubio.

Fui a por un yogur y me dirigí hacia su cueva.

Eran las 7 de la mañana, no se porque me había levantado tan temprano. A sí, mi madre.

Si yo me había levantado tan temprano sin querer ahora iba a molestar a Alec hasta despertarlo. Se lo merecía, me daba pena pero recordaba que estoy encerrada con él por su broma y toda la pena desaparecía.

-ALEEEEEEC, ALECITOOO, AAAAALEEEE...-
Una almohada se estampó contra mi cara, obviamente por manos del rubio de mal humor mañanil.

-¡Ey!- grité al apartarme la almohada y ver su cara de dormido entre risas y lagañas pegadas en sus ojos.

-Te lo has buscado solitaria.- me miraba mientras reía y se estiraba haciendo crujir cada hueso de su cuerpo.

Hacía bastante tiempo que no utilizaba ese nombre hacia mí, quizás es que el juego ese de molestarme se había acabado.
Omitimos la parte en la que acababa de lanzarme un cojín a la cara. Por lo demás todo bien.
De verdad quería preguntarle porque me llamaba así porque la verdad es que ese apodo ya parecía más personal que la imagen de yo sentada sola leyendo. Pero se que si le preguntaba no sería nada serio conmigo.

-Oye, hoy tengo que hacer un arreglo con lo de ya sabes que.- A, la droga que bien.

-No puedes acabar peor que de lo que ya estás, yo no me arriesgaría.-

-Si no lo hago les deberé dinero y créeme, no quieres meterte con traficantes.-  No la verdad es que no.

-Vale pero ten cuidado.- me miró con cara de circunstancia. -¿Que pasa?- esa cara era muy icónica pero nunca me la había puesto así que no sabia que esperar.

-Em... que necesito tu ayuda... - La cara que le puse fue una mirada entre, a mi no me metas en tus líos camello de mierda y, si las miradas mataran esta seria el disparo directo a la sien.

-¿ Que yo que ? -

-Van a venir esta tarde a por el dinero al piso ya que les dije que no podía salir porque estaba en cuarentena, así que se van a presentar ellos mismos aquí.-

-¿Y donde aparezco yo? Encerrada en el cuarto del príncipe hasta que se vayan ¿verdad?- espero que sea así espero que sea así.

-La cosa es que tengo el dinero en el cuarto de Max, en su caja fuerte, y no se la contraseña...-

-¿Y porqué lo tienes ahí?- este hombre cada vez hacía cosas más extrañas.

-Porque su cuarto es el único con caja fuerte del piso y lo utilizaba sin que él lo supiera por la noche cuando el solo dejaba abierto con el iPad.-

Todo lo que Max me había explicado sobre Alec entrando en su cuarto en la madrugada ahora empezaba a cobrar sentido, pero aún así no sabía porque me necesitaba.

-¿Y yo que tengo que ver?- mi expresión no era más confusa porque no podía.

-Ya que Max parece tener un calentón cada vez que te ve quizás a ti te la dará, bueno TIENE que dártela, si no soy hombre muerto.-

-¿¡Que Max que?!- ahora si que si, mi barbilla estaba en el suelo.

-Vamos, no me digas que no te has dado cuenta, hasta Lu lo sabe.- estaba súper seguro de si mismo.

-¿Y tú de que conoces a Luca?- de verdad que estaba flipando, ya todo el mundo conspiraba a mis espaldas.

-Lu es el puto amo, a ver cuando hacemos cambio, la prima solitaria con la que compito en clase por el primo guay de la familia. Si es que me llevo la oveja negra siempre, que me pasa.- estaba a punto de levantarme y salir del piso pero recordé que no podíamos salir.-Bueno ya puedes empezar con el plan.-

¿Que tal si llamo a mis padres y les digo que esta tarde voy a ser cómplice de un engaño y presente de contrabando?

Sola // en cursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora