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『 24 de octubre de 1979 』
AGNES ÚLTIMAMENTE SE HABÍA SENTIDO MAL, Y DESPUÉS DE HACERSE VARIOS estudios, tuvo la agradable noticia de que sería madre, había deseado con aquel momento demasiadas veces, ahora no sabía como se lo diría a Remus.
Miró de nuevo el sobre entre sus manos en donde se veía el positivo, una pequeña lágrima de felicidad se deslizó por su rostro, la mujer sabía que ahora más que nunca daría todo por aquel ser que estaba formándose dentro de ella.
— Hola, posiblemente no me entiendas, pero soy tu mamá y deseo tenerte, me hace tan feliz esto, que no se si pueda esperar los nueve meses, un mes llevas desarrollándote dentro de mi y yo ya te amaré toda mi vida e incluso después de ella, te estaré esperando con ansias, tenerte entre mis brazos se ha convertido en un anhelo.
La mujer siguió acariciando su vientre, pensando en el futuro, aún era muy temprano para que ella supiera si sería niño o niña, pero realmente no le interesaba en ese momento, aquella noticia había sido un rayo de luz entre aquellos días de oscuridad.
Aún no sabía cómo se lo diría a Remus y tampoco sabía como se lo tomaría él, pero deseaba que se alegrara al igual que ella.
『 10 de mayo de 1980 』
AGNES RYHS SE ENCONTRABA EN EL PEQUEÑO PATIO TRASERO DE SU CASA, acariciando su ya abultado vientre de ocho meses, aunque habían sido unos meses demasiado difíciles por todos los sucesos que habían ocurrido en el transcurso de su embarazo, siempre encontraba un momento para hablarle y cantarle a su hija.
— Papá y yo te estamos esperando con los brazos abiertos, ahora sabemos que eres una hermosa niña, serás nuestra princesa.— la plática se vio interrumpida cuando alguien tapó los ojos de Agnes.
— ¿Quién soy?.— Remus trató de modificar su voz, ocasionando que Agnes soltara una pequeña risa.
— Mmm no lo sé, tal vez un apuesto hombre, que tienes unos hermosos ojos chocolate, creo que se llama Remus.
— Adivinaste.— le dió un sonoro beso en la mejilla aún detrás de ella.— Para la futura madre, feliz día mi amor.— dijo mientras le ofrecía un pequeño ramo de jazmines blancos.
— Remus, no debías.— lo miró con una gran sonrisa, en su mirada se notaba el amor que sentía por el hombre.
— Te mereces todo, además se debe celebrar que serás una gran madre.— compartieron un lindo y tierno beso.— ¿Qué sucede?.— preguntó confundido cuando su anda se separó de él riendo.
