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『 15 de junio de 1980 』
ERA EL TECER DOMINGO DE AQUEL MES DE JUNIO, UN GRUPO DE AMIGOS ESTABA disfrutando el día juntos, después de semanas e incluso meses de no verse debido a las problemáticas que se enfrentaba en el mundo mágico, Lily Evans descansaba en una silla mecedora con su ya abultado vientre, a su lado se encontraba su mejor amiga, Agnes Ryhs, que al igual que ella descansaba mientras acariciaba su vientre.
— No podía creer que te podías ver más hermosa, pero ahí llevando a nuestro pequeño en tu vientre, sin duda lo supera.— alabó James mientras se acercaba a su esposa junto a sus demás amigos.
— Puedes dejar de ser tan empalagoso cornamenta.— se quejó con una mueca Sirius Black.— Oh por Merlin, tú también lunático.— agregó al ver al castaño besar a Agnes.
— Estás celoso de que no tengas con quien estar así.— se burló Potter.
— Claro que no.— miró a su amigo ofendido.— Ven aquí colagusano, mostrémosle que no les tengo celos.
— Iugh, no, aléjate Canuto.— contestó con una mueca de asco, ocasionando la risa de los presentes y un bufido departe de Black.
— Ignorando el drama de canuto, se imaginan la linda pareja que harían nuestros hijos.— comentó con ilusión Potter mientras acariciaba el vientre de Lily.
— Aún ni nacen James, además, mi pequeña no tendrá pareja hasta los cien años.— dijo Remus abrazando a su esposa.
— Eso dices tú ahora, pero yo estaré para solapar a mi nena.
— Yo también.— apoyó Black mientras se sentaba en el apoyabrazos de la silla de Agnes.
— No se si sean pareja en un futuro, pero sin duda serán grandes amigos.— opinó Lily con una gran sonrisa.
— Pobre de Minnie, no va a poder con estos dos torbellinos que vienen en camino.
— Oh no, de eso si me encargaré yo Potter, Harry no será tan desastroso como su padre o cualquiera de ustedes tres.
El grupo de amigos siguió hablando y discutiendo sobre el futuro de los dos bebés que estaban por nacer, James Potter y Remus Lupin eran los más emocionados por ver nacer a sus hijos, James se había imaginado tantos escenarios como esos durante su adolescencia que no podía creer que estaba por cumplirse, por su parte, Remus nunca se había imaginado que podía tener eso, y a pesar de las dudas y los miedos, estaba seguro que daría todo por su pequeña princesa que estaba por nacer.
