39. Somos Los Hijos De La Diosa Tigre Pt1

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(Pv Marcos)

—¡No podemos entrar!

—¡Aquí están los esclavos de la familia Real!

—¡Mátenlos a todos!

—¡Ahora Ryan! —le grité antes de que recargáramos munición

La estrategia era disparar a las piernas de esos idiotas para inmobilizarlos y cuando estuviéramos recargando Ryan corría hacia ellos levantando a los heridos para lanzarlos contra sus propios compañeros como si fueran de juguete, tan pronto intentaban volver a entrar Ryan se colocaba a nuestro lado y volvíamos a disparar, Fiore y Fiona seguían temblando de pies a cabeza mientras sostenían las pistolas, como les dije que apuntaran al suelo para que no mataran a nadie fallaban muy seguido, aunque igual eso asustaba a los tipos y ya no quedaba casi ninguno de pie.

—¡Están tratando de entrar por la Reserva!

—¡Maldita sea! —exclamé furioso —. Casi parece que estamos en un apocalipsis zombi.

—¿Qué hacemos? —me preguntó Nico.

—Ryan y yo iremos contra los de la Reserva —les dije—. Tengo mejor puntería así no lastimaremos a los tigres, ustedes ayuden con una nueva barriacada aquí.

Los tres asintieron y aseguraron las pistolas como les enseñé antes de salir corriendo, una vez que los Sacerdotes se aseguraron de que los rebeldes estuvieran amarrados y amordazados comenzaron a mover muebles para cerrar la puerta y bloquear las ventanas a la vez que algunos trataban a los heridos aunque se aseguraban de que les cayera alcohol y agua oxigenada directamente en las heridas y vendándolos de mala gana haciéndolos llorar y gritar de dolor.

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(Pv Narrador)

—Por aquí debe haber una habitación secreta donde la gente se escondían en tiempos de guerra, así que el anciano y los mocosos deben estar adentro.

El Sumo Sacerdote recibió un mensaje en su celular avisándole que un grupo pequeño había entrado al Templo y al parecer querían tomar a los niños como rehénes, así que cargó a Lyonel mientras Shyna y Lyla tomaban a los gemelos, Josei tomó la mano de Junit que temblaba de pies a cabeza mientras Anelis cerraba la marcha.

De pronto se escuchó un ruido en una esquina y se detuvieron para ver con cuidado el pasillo, vieron a unos tres hombres armados con cuchillos abriendo las puertas con cuidado para no alertar a los demás.

En eso se escuchó un pequeño gruñido, casi como el de un gato pero más grueso.

Anelis se dio cuenta que a sólo unos pasos de esos tipos estaba Tony, gruñendo de la forma más amenazante que podía gruñir un cachorro de unos meses de edad.

—¡Ja! Mira que gato acaba de aparecer —se burló uno de los hombres —. Lárgate de aquí.

Le dio una patada al pobre haciendo que cayera lejos y lanzara un maullido de dolor, al ver eso Anelis apretó los dientes furiosa y miró al Sumo Sacerdote con una expresión de odio que nunca nadie había visto en ella.

—Yo los distraigo, váyanse —dijo antes de salir corriendo empujando al hombre que pateó a Tony para tomar al cachorro entre sus brazos y correr con todas sus fuerzas.

—¡Esa es una de las hijas de los príncipes!

—¡Maldita mocosa! ¡Serás la primera en morir!

Anelis siguió corriendo abrazando a Tony tratando de calmarlo para que no llorara pero también estaba luchando por que las lágrimas no nublaran su vista por el miedo.

El Príncipe y El Esclavo 2. Mi Eterno EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora