31. La Esclava, El Rey Y El Maestro

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(Pv Lúa)

Al día siguiente llevamos a los chicos en secreto al aeropuerto fuera de Oluwa para que nadie supiera que se habían ido, se esparció el rumor de que la familia Real había contraído varicela lo cual era una de las enfermedades más comunes por aquí así que a la gente no le sorprendió, al contrario parecían preocupados y enviaron algunos regalos que Lilina se encargaría de recibir ya que esta vez los sirvientes fuera de El Tigre Azul no estarían enterados de lo sucedido, nadie más debía enterarse de la verdad, ese era el plan.

Lo que no tenía planeado es que los chicos me trajeran también al viaje.

—¿Cómo que también voy con ustedes?

—Obvio, hasta los del Tigre Azul estuvieron de acuerdo—decía Aras mientras Ace hablaba con el Embajador que nos mostraba el jet privado desde la limusina.

—Preguntamos si podías venir como nuestra guardaespaldas y estuvieron de acuerdo—sonrió Aron como si nada.

—Chicos, yo nunca...me he subido a estas cosas—dije mirando el avión—. Mucho menos he salido del país.

—Yo tampoco—dijo Aras tomando mi mano—. La verdad es que estoy muy nervioso, pero—me miró sonriendo—. Sé que todos queremos que vayas con nosotros en nuestro primer viaje familiar.

Al escuchar eso, me sonrojé un poco pero acepté ir con ellos. De todas maneras tenían razón, era necesario llevar al menos un guardaespaldas en este viaje secreto.

Para mi sorpresa, Ace tenía un pasaporte mío y una vez que sellaron todos los papeles, pudimos subir al jet, el cual tenía asientos de primera, separados lo suficiente como para bajarlos por completo para hacer un cama, mesas plegables, un espacio para ver televisión, mantas cálidas y hasta un refrigerador que parecía recién surtido con jugos y helados para los niños, incluso había un pequeño bar que los chicos no tardaron en revisar.

Estamos apunto de comenzar el despegue—se escuchó decir al capitán—. Por favor todos vayan a sus asientos

Los niños corrieron a sentarse mientras que las dos azafatas nos ayudaron a ponernos los cinturones.

—¿Y si esta cosa se cae?—pregunté asustada.

—Todo va a estar bien mamá Lúa—decía Arisha claramente nerviosa—. No hay peligro aquí.

—E-exacto—tartamudeó Akarin—. To-todo va a estar bien.

—Chicos, tranquilos—dijo Aron —. Aquí tienen goma de mascar, mastiquen para que no se les tapen los oídos.

Tomé el sobre pero realmente no estaba segura de querer tomarlo, ¿Y si me ahogo cuando esta cosa se mueva?

En eso sentí que una mano me sujetaba y Ace me sonrió.

—Estoy feliz de que estés aquí con nosotros—me dijo mientras me miraba—. Sostén mi mano para calmarte. 

Asentí luchando por calmarme sin pensar en nada más, cuando esta cosa empezó a moverse todo a mi alrededor desapareció y sentí pánico absoluto, sólo la mano de Ace evitaba que empezara a gritar.

—¡Estamos subiendo!—empezaron a gritar los niños emocionados.

—¡Esta cosa tiembla mucho!—gritó Aras.

—Tranquilo Aras, todo está saliendo bien—escuché decir a Marcos.

Luego de unos minutos que me pareció una eternidad, la cosa esta dejó de subir y pude mirar por la ventana un poco, lanzando un grito de sorpresa.

El Príncipe y El Esclavo 2. Mi Eterno EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora