𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟎 - 𝐁𝐫𝐞𝐚𝐭𝐡𝐢𝐧𝐠 𝐢𝐧 𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐚𝐫𝐤

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Tierra mojada. Ese fue el ultimo aroma que logró sentir antes de ser arrastrada al infierno; donde ya no puede ver la luz cálida del día, sentir la brisa correr por su piel o simplemente respirar aquel aire fresco que la hacía sentir viva.

Ya no recordaba la ultima vez que sonrió. Incluso, ya no recordaba cómo eran sus carcajadas, ¿acaso sonaban bien o eran de aquellas por las que se tenía que sentir miedo a que alguien más las escuche? Ya no lo sabía. Había tantas cosas que había olvidado cómo eran.

Ahora su existencia solo se resumía en vivir entre cuatro paredes blancas. Cuatro malditas paredes. Las odiaba, jamás en su vida pensó que odiaría tanto el color blanco; un color tan vacío como ella misma. 

Pero había otras cosas para odiar aun más. 

Dio un salto al escuchar el característico sonido de las llaves introduciéndose en la cerradura. El mismo guardia de todos los días, que ya había abierto la puerta, hizo un ademan hacia la chica indicándole que llegó el momento de otra sesión. 

La chica suspiró desganadamente y desenvolvió sus piernas de la posición en la que se encontraba antes, dejó su libro arriba de lo que se suponía que era una cama y caminó hasta la puerta donde el hombre la esperaba. Ella ofreció sus muñecas para que este las rodee con el metal frio y fino de las esposas, e hizo caso omiso a la pequeña mueca de dolor que formó su prisionera por el fuerte apretón.

Los recorridos desde su habitación hasta las zonas de prueba y experimentación se habían vuelto mas tranquilos con el paso de los años: de estar a los empujones y arañones a simplemente caminar con toda la normalidad del mundo.

La prueba de eso eran algunos de los rasguños que había en las paredes como muestra de su intento desesperado de evitar que sigan tratándola como un conejillo de indias. A pesar de los cambios, este camino seguía sintiéndose igual de tortuoso como la primera vez. Nunca sabía con lo que podía encontrarse al recostarse en aquel maldito sillón gris. Solo esperaba que hoy se tratase de una sesión de entrenamiento y no de experimentación.

Dios, lo rogaba. Las agujas se habían vuelto su peor temor y saber que podría sentir una dentro de ella nuevamente le daba una sensación espantosa en su estomago, pero aprendió a controlarse. El miedo ya no se encontraba en su lenguaje o en su cabeza, o al menos, eso intentaba. Se había dado cuenta de que cuanto mas miedo tenía peor eran las cosas. Le llevó mucho tiempo darse cuenta de ello, pero funcionó. 

Soltó el aire que estaba reteniendo en sus pulmones cuando pasaron de largo la puerta de experimentos. La ultima vez que estuvo ahí casi no vio la luz del otro día, aunque eso no era algo que le hubiera molestado a decir verdad. Aquella cosa que le habían inyectado se sintió como si tuviera fuego dentro de ella. Fue una sensación tan horrible que no se lo deseaba ni siquiera a sus peores enemigos. Bueno... a algunos si.

Hoy era día de entrenamiento, ya que el hombre que la custodiaba la llevó al vestuario donde ella podría ponerse su traje para peleas. No era la gran cosa, no era un traje con alguna inicial de un superhéroe, o una capa, como a su yo niña le hubiera gustado en el pasado: solo era una camiseta de tirantes negras, unos pantalones negros un poco mas ajustados comparados con los que llevaba puestos y zapatillas aptas para este tipo de ocasiones. 

No le llevó mucho tiempo cambiarse y colocarse en medio de la gran sala gris con vidrios con los cuales solo podías ver tu reflejo, pero que sabías que había alguien mas observándote del otro lado. Tronó cada uno de sus nudillos, movió su cabeza lado a lado y giró sus hombros en círculos. Preparándose para lo primero que tenga que enfrentar. 

BROKEN PARTS | Bucky Barnes ✰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora