Renjun llevaba una semana sin salir de su habitación. No había ido al conservatorio, no había ido al instituto y tampoco había ido a sus clases de pintura. Sus padres tampoco es que hubieran hecho el esfuerzo de sacarlo del dormitorio. Ellos sabían que era un chico tímido, reservado incluso con su familia y, como él siempre solía encerrarse en su habitación, sus progenitores no estaban preocupados*.
No había comido. Todos los días, Jaemin le había dejado un vaso de café caliente con un dulce en la repisa exterior de su ventana. Sin embargo, el chico no tenía hambre ni interés en dar bocado, así que su habitación se había convertido en un contenedor de azúcar y café.
Al séptimo día, Jaemin, harto de la situación, llamó a la puerta. Renjun al principio no se movió, pensando que sus padres abrirían, pero, al notar que nadie lo hacía, se vio obligado a moverse.
—Jaemin... ¿Qué haces aquí? —Preguntó sorprendido, frunciendo el ceño.
—Vengo a visitarte.
—Lo cierto es que no estoy de hu... —Antes de que el pelinegro pudiera terminar la frase, el más alto ya se había adentrado en su casa. —Jaemin, por favor... En serio, no tengo ganas de hablar con nadie.
—Pero no puedes estar deprimido todo el tiempo. Vamos, demos una vuelta. —Ofreció el rubio con una sonrisa. El más bajo solo pudo negar con la cabeza mirando hacia abajo, aún no se atrevía a salir. —... Está bien, quedémonos aquí. Toma, he traído café.
—No bebo café.
—¿Entonces, el café que te di...?
—Mis padres. —Mintió. —Se lo he dado ellos.
Los ojos de Jaemin, por un segundo, parecieron que se saldrían de sus órbitas y miró a su alrededor con efusividad.
—Renjun, ellos no están aquí. —El nombrado se sorprendió por el tono seco del chico, ¿tanto le molestaba que le mintieran? —No importa, me lo beberé yo. —Habló después, con su típica sonrisa.
Ambos miraban las noticias con atención. Desde la primera vez que Jaemin lo visitó, Renjun se había tenido que acostumbrar a la presencia del chico en su casa todos los días, casi las veinticuatro horas. Sobretodo charlaban por la noche, a ninguno de los dos les entraba sueño, así que habían podido conocerse mucho mejor y contar anécdotas divertidas que le sucedían al rubio en su cafetería. Ahora los dos estaban recostados sobre el sofá, Renjun medio dormido y Jaemin acariciando sus suaves cabellos sin mucho interés en las noticias.
No fue hasta que Renjun se incorporó con tensión, que Jaemin se pudo dar cuenta de lo que mostraba la pantalla.
—Renjun... —El corazón del nombrado latía con fuerza. La pantalla mostraba el cuerpo censurado de un chico en un callejón, desnudo y muerto. Era el mismo lugar donde le había sucedido lo de aquella noche. —Cambiemos de canal.
—Ese chico... —Tragó saliva unos segundos. Sus labios temblaban. —Jaemin, ese chico a muerto por mi culpa... Si yo... Si lo hubiera denunciado... él estaría preso, no le hubiera hecho eso, Jaemin. Tenemos... Tenemos que...
Las palabras del pelinegro se vieron interrumpidas al sentir unas manos apretar las suyas con fuerza.
—No es tu culpa, ¿vale? Tenías miedo y es normal. No es tu culpa, Renjun, ya has sufrido suficiente, no te machaques a ti mismo. —Dijo mirándolo a los ojos, tratando de tranquilizarlo. Después, apagó el televisor y volvió a acariciar la cabeza del menor con suavidad.
Minutos más tarde, el de figura delgada estaba más calmado y se dedicaba a respirar hondo al ritmo de las caricias del rubio.
—Nana, tus brazos... —Murmuró con preocupación al ver como de estos salía sangre.
—Vaya, otra vez... No es nada, Renjun, no te preocupes.
El chico, asustado por la salud emocional de su nuevo amigo, no se lo pensó dos veces antes de levantar las mangas de la camiseta contraria. No obstante, lo que vio, no le alivió en absoluto. En la piel de Jaemin se encontraban graves quemaduras en las que se podía ver la carne viva del joven.
—¡¿Cómo que no es nada?! ¿Cómo te ha pasado esto? —Na solo pudo suspirar y sujetar los hombros del menor.
—Cálmate, Renjun. ¿Por qué no vienes y me ayudas a curarme mientras te lo explico? Sólo, no te alteres, ¿sí?
Momentos después, Jaemin se encontraba acomodando un ungüento sobre las quemaduras mientras el chino esperaba impaciente lo que le iba a contar.
—Cuando tenía diecisiete años, yo... Mi casa se incendió, todos nos quemamos y, bueno, pues aquí están las cicatrices.
Ahora Renjun sabía quién era. Su rostro le sonaba tanto porque lo había visto en la televisión hacía tiempo, aunque su pelo era castaño. Había sido una semana entera en la que sólo se hablaba del incendio de su casa. Al parecer, había sido una catástrofe, aunque no sabía que habían salido vivos.
—¿Y por qué siguen sin curar? —Preguntó con timidez, por si la pregunta hacía sentir mal a Jaemin.
—No lo van a hacer nunca, siempre vuelven a abrirse. Pero no te preocupes, no me duele y los médicos ya me dijeron que no pasaba nada. —La voz del chico se notaba más cansada que antes, se veía que no le gustaba recordar aquello.
—Lo siento... —Susurró Renjun, pasando sus manos con suavidad por los brazos del mayor para luego abrazarlo. —Gracias por contármelo, Nana.
Jaemin correspondió a aquel abrazo con una pequeña sonrisa.
Y entonces, Renjun volvió a toser sangre.
*quiero decir algo importante y es que, he puesto un asterisco cuando he mencionado la actitud de los padres, ya que quiero que tengan claro que una actitud así, por parte de cualquier persona, no es buena. si tú ves a alguien que esté mal, que lleve díassin salir de su habitación o cualquier cosa que indique que no está bien, deben hablarle e intentar ver qué le pasa y ayudarle, por muy reservadx que sea esa persona.
en fin, después de eso, espero que os haya gustado el capítulo.
seguramente solo faltan dos o tres capítulos para que termine esto, así que pueden ir sacando sus teorías de como va a terminar y quién más se acerque, le dedico el siguiente capítulo uwu
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In a dream || Renmin
Fanfiction⠀ Hasta ese momento, la vida de Renjun sí había sido tan fácil como parecía. start: 19.O5.21 ending: 22.O8.21 ⠀© Esta historia y su idea son completamente mías, así que no está permitida ninguna copia y/o adaptación sin mi permiso.