ReylinEstaba nerviosa por la misión. Durante sus últimos veintiún años, Reylin había luchado, practicado y hecho pequeñas misiones por todo Herbiner. Y claro, ese era el problema. Que ella nunca había salido de ese reino. Nunca había hecho una misión tan grande como a la que se oponía actualmente. Nunca había matado a monstruos tan aterradores. Y estaba asustada.
La ausencia de su hermano durante dos semanas tampoco había ayudado. Ella lo quería muchísimo, y este, al no aparecer durante dos semanas por palacio, estaba tan normal, como siempre, cómo si nada. Eso le dió muchísimo coraje a Reylin, que había estado super preocupada por él.
Aunque, en esas dos semanas, también había recibido la gran carta de una bruja. Se la tendió su padre como si cualquier cosa y simplemente le dió un "enhorabuena". La carta, básicamente, decía que la habían invitado a venir a una misión global junto a algunos guerreros más. Evidentemente el hada, emocionada, había aceptado enviando lo más antes posible una carta de confirmación de asistencia.
Actualmente, ese hada tan emocionada estaba en el camarote más profundo y más alejado de la proa.
Cuando por fin acomodó sus alas para dormir, se dió cuenta de las pocas ganas de dormir que tenía. Fue entonces cuando escuchó crujidos de madera provocados por alguien andando.
Pensó que seria algún tripulante pero la curiosidad pudo con ella. Se esfumó del camarote y sobre voló la madera evitando que esta crujiera.
Se asomó por la puerta que separaba a los camarotes del exterior y vio la silueta de alguien mirando las estrellas. Esta silueta alzó una mano y de su dedos se desprendieron burbujas de luz, dejando ver su rostro. El hada sonrió al darse cuenta de que era su hermanastro, y se acercó andando, dejando de volar.
Thomas, apoyado en la baranda dándole la espalda, bufó.
—Dios Reylin, déjame solo.
Reylin frunció el ceño.
—Baja la voz, vas a despertar a todo el barco con tu voz y tus pezuñas ruidosas —dijo mientras se montaba junto a él en la barandilla, sentándose en esta y mirando hacia arriba. Bajó de nuevo la mirada a su hermano, que la miraba enmarcando una ceja.
—Deja en paz mis preciosas y perfectas pezuñas.
Thomas se miró estas y Reylin negó.
—Mis alas son mejores.
Thomas no era hermano de Reylin por sangre, ni muchísimo menos. Cuando la madre de Reylin murió al ella nacer, su padre se casó con una sátira bastante guapa que ya tenía un hijo de dos años. Sin embargo, a su padre no le importó y lo acogió en su castillo, así que, juntos crecieron como hermanos y, al menos hasta la gran pelea de Thomas con su padre, se llevaban genial. Inseparables.
—Sabes perfectamente que no—. Reylin notó a Thomas apagado. Usaba las mismas tontas frases de siempre, pero con un tono un poco menos...menos él.
—¿Pasa algo, Thom?
—Ya te he dicho que no me llames así, pesada. Y si, si me pasa—. dijo con enfado.
—Oh, ¿no has podido llevarte a una hembra a la cama? Quizás deberías dejar de ser tan idiota e intentar las cosas bien —Reylin extendió un dedo que puso entre las cejas de Thomas y movió el brazo hacia delante, haciendo que la cabeza de Thomas se echará hacia atrás.
Thomas le apartó el dedo y se sobo la parte donde había estado. Se paró un momento, pensando en que decir.—Si y no. Si, me la he intentado llevar a la cama, y no, no intentaré nada bien. ¿Para qué, ya?
—Bueno, es por tu b...
—Digo, estamos en medio de una posible guerra...
—Thom.
—Y realmente ¿Quién se fijaría en un sátiro como yo? ¿Qué se hacer a parte de bailar?
—Thom.
—Y mis poderes tampoco son los...
—¡THOMAS!
Thomas miró a su hermana con el ceño fruncido, confuso.
—Escucha. En mi opinión, deberías dejar de ser tan tonto —la pelinegra chasqueó un dedo frente él, provocando que este pestañeara—. Y empezar a tratar a la gente como se lo merecen, no como te dé la gana. Sé que la pelea te afectó, Thomas, pero tienes que pasar página de una vez, joder. Deja de intentar ocultar tus putos sentimientos a todo el mundo con bromas y empieza a querer de verdad.
Thomas paró un momento y miró a Reylin con los ojos cristalizados.
—No quiero ser como mi madre —Esta era la primera vez que Reylin veía a su hermano llorar de verdad. Se bajó de la baranda y lo abrazó.
—No lo eres. Bueno, un poco si. Pero...para revertirlo, quítate esa máscara de "nadie me hace daño pero yo sí" y empieza a comportarte como una criatura normal.
Thomas se secó las pocas lágrimas que había echado y miró hacia el horizonte. Reylin siguió con una mano en su hombro.
—¿Mejor?
—Te juro que necesitaba está charla. Me daba miedo tenerla, porque no me gusta que me digan la verdad a la cara, pero la necesitaba. Gracias, Rey.
Ambos sonrieron.
Arandora
Al día siguiente, lo primero que hizo la bruja fue revisar que todas sus pertenencias se encontraban en sus sitio. No se fiaba ni un pelo de la gente de ese barco. Cuando ya se hubo vestido, fue a la habitación de Erinlea. Llamó una, dos, cinco veces. Nadie abrió. Pues nada, Arandora giró el pomo y entró. Miró a los alrededores y encontró a una Erinlea entre sábanas viejas, dormida como un tronco. Suspiró y se acercó a esta.
—Eril, despierta, vaga.
—Cinco minutos más...porfa...
Arandora suspiró. Se sentó en el filo de la cama y empezó a sacudirla brutalmente.
—¡Ah, joder Arandora, ya voy! No tienes que hacer eso, ahora tengo más sueño—. La elfa se levantó lentamente y se dirigió a el armarito donde tenía su ropa, dándole la espalda a Arandora.
—Entonces ¿alguna pista, algo?
Erinlea se quitó el camisón quedando en ropa interior y empezó a ponerse su ropa de siempre.
—Nada. Thomas intentó follar conmigo anoche.
—Ya. Os vi, y te puse un hechizo de sellamiento, solo por si las moscas.
—Oh, gracias mamá.
Erinlea se giró hacia la pelinegra con una sonrisa en la cara. Arandora la miraba mal. La elfa, se fijó dicha bruja, ya estaba vestida. Se puso las botas y se hizo una coleta alta, que para opinión de Arandora, le quedaba genial.
—¿Qué desayunaremos hoy a parte de pescado, mi querida bruja?
—¿Quizás agua, estimada elfa?
Ambas ya salían de la habitación cogidas del codo.
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Healing by the Abyss
FantasyUn día mandan a llamar a las cinco guerreras más poderosas de toda Zia por un gran problema; Las cuatro maldiciones de Ónix han desaparecido. Juntas tendrán que encontrarlas e ir consiguiendo aliados por el camino para formar un ejército, pues la gu...