Jefe

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Liam llevaba 15 minutos en la tienda junto a su jefe, el cual no apartaba la mirada de la enorme variedad que se encontraba frente a el. Aun no eran capaces de decidir que tipo de té comprar.

—¿Quizás deberíamos preguntarle al resto?

—Estoy seguro que los chicos estarán contentos con cualquiera que usted elija para ellos, jefe —La verdad es que ambos ya estaban algo nerviosos, sentían que estaban perdiendo una batalla contra un montón de hojas secas— 

—Eso no seria una buena forma de solucionar las cosas, se sentiría como una derrota absoluta —Era increíble como Adriano podía actuar como un niño pequeño mientras conservaba esos ojos de muerto— 

—Pero comprar un solo tipo podría ser un suicidio, si lo tomamos de esa forma, las probabilidades de que ganemos serian prácticamente nulas con una sola opción

—... El ojo divino meditó la respuesta de su compañero un segundo— De ser ese el caso...

Ambos jóvenes fueron a la caja, con una caja de té de cada tipo, ninguno de los dos querían ser derrotados por una bebida caliente.

Reanudaron el camino a casa, Liam debería contarle al resto del grupo lo que sucedió, mientras que Adriano simplemente iba a seguir practicando el piano, parecía que últimamente estaba mejorando bastante mas rápido que antes.

El joven no podía dejar de observar a su jefe. Era menor que el, inmaduro, arriesgado, se sobre exigía a si mismo y casi siempre actuaba como un chico de 12 años, y aun así, no podía sentir nada mas que admiración hacia el. 

Liam era completamente consciente de que le molestaba el apodo ''Jefe'', pero el no podía evitarlo, era la primera vez que admiraba tanto a alguien. Para el, ese titulo era la máxima forma de representarlo.

Desde niño que fue un informante, solía dar conocimientos a la policía, las pandillas o cualquiera que le diera suficiente dinero como para comer, vivió muchos años en la calle y su habilidad para recordar cosas le dio muchos trabajos, pero jamás conoció a nadie que pudiera llamar ''Jefe'', hasta que se encontró con el ojo divino. 

Estuvo perdido en sus pensamientos un tiempo, hasta que volteo su mirada en dirección a Adriano, este se encontraba viendo los chocolates de la tienda, pero parecía que se le había acabado el dinero que llevaba al comprar tanto té

—¡J-jefe! ¡Permítame comprarlos por usted! —Gritó inmediatamente tras darse cuenta—



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Habían muchas cosas que quería escribir, pero ordenarlas todas en un mismo capitulo iba a ser complicado, extenso, episódico y probablemente me estancaria, haciendo que me demore 14 años en sacar un capitulo en donde realmente no pasaria mucho, asi que lo voy a dividir en varios capitulos cortos  (Asi aprovecho de abusar del poder de la elipsis)

Igual planeo publicarlos todos de golpe, seguramente van a ser cuatro, en vola los termino todos hoy mismo (Esperemos)

Aprovecho el espacio para decir que odio el calor y ojala el planeta se congele

El hijo de AngeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora