Luego de inspeccionar a su nueva secretaria, Lufian la invitó a tomar asiento y comenzó a explicarle cuáles serían sus responsabilidades dentro de la empresa.
— Tu labor será atenderme en todas mis necesidades, incluyendo alimentos, vestimenta, organización de salidas y otras tareas que se irán revelando con el tiempo. Serás mi asistente personal, chef, estilista, y mucho más, siempre y cuando no afecte tu moral o dignidad. ¿Es un trabajo exigente? Sí, lo es, pero lamentablemente, soy un jefe estricto... o al menos eso es lo que he escuchado del director de Recursos Humanos —dijo Lufian con paciencia.
Al escuchar esto, Yeray deseó poder salir de sus deudas sin comprometer su integridad. No deseaba ser el sirviente de un rico calenturiento.
Lufian notó la expresión de preocupación en el rostro de la posible secretaria y decidió continuar, tratando de enfocarse en los beneficios.
— Ahora, permíteme explicarte los beneficios de trabajar para mí —Yeray notó ciertas insinuaciones inapropiadas, pero permitió que Lufian continuara.
— Solo yo tendré el derecho de darte órdenes, ya que serás la secretaria de la Presidencia. Tendrás a tu disposición un apartamento en el mismo edificio donde vivo, un chófer disponible las 24/7, y una tarjeta corporativa que podrás usar para tus gastos personales, como alimentación, servicios y vestimenta, ya que soy muy exigente en ese aspecto y necesito que mi secretaria represente a la empresa con inteligencia y elegancia.
Yeray estuvo a punto de declinar, pero decidió que aceptar esta oferta podía ser su salvación financiera, incluso si implicaba hacer un trato con el diablo en forma de Lufian Hallagan.
Lufian continuó detallando:
— Esto es lo que ganarás cada mes —dijo Lufian mientras le entregaba una carpeta con los detalles de su salario para que Yeray pudiera revisar todo.
Yeray tomó la carpeta y quedó impresionado por la cantidad de dinero que veía.
— ¡Diablos es un salario increíble! —exclamó Yeray con voz un poco grave.
Lufian levantó una ceja, sorprendido por el tono un tanto peculiar.
Yeray se dio cuenta de su error y cambió rápidamente su tono de voz.
— Quise decir, ¡Oh, Dios mío! ...
— Muy bien. Espero que todo esté en orden. Hoy, organiza tus asuntos personales, ya que solo tienes este día para mudarte y familiarizarte con mi apartamento. No tolero preguntas sobre la ubicación de las cosas, ya que pago para que no me molesten.
— Muy bien, puedes retirarte. Tendrás dos asistentes que se encargarán de las tareas comunes e insignificantes, ya que tu enfoque debe estar exclusivamente en mí. Ve a la oficina general donde trabaja el personal de apoyo y solicita la agenda del mes. Esta noche debes conocer todos los detalles de mi vida y lo que tengo planeado para el resto de este mes. Debo enfatizar que si no cumples con tus responsabilidades, serás despedida.
Yeray asintió, dispuesto a enfrentar el desafío que suponía trabajar para un jefe tan peculiar.
— Entendido, jefe —respondió Yeray con determinación.
Lufian hizo un gesto con la mano indicando que podía retirarse.
Yeray asintió, se dio la vuelta y salió de la oficina. Lufian no pudo evitar notar su elegante figura y esperaba en secreto que Yeray demostrara ser no solo una excelente asistente, sino también una compañía excepcional, si ella estuviera interesada.
Apenas habían transcurrido cinco minutos desde que Yeray abandonó la oficina, y la noticia de la llegada de la nueva secretaria se había extendido como un reguero de pólvora por toda la empresa. No se podía ignorar la impresionante belleza y elegancia que la envolvían; su aspecto parecía haber sido extraído directamente de una pasarela de alta costura. Desde su impecable vestimenta hasta su maquillaje y accesorios, irradiaba opulencia y sofisticación.
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La Secretaria Yeray.
عاطفيةSteven, jefe de recursos humanos, se siente frustrado porque cada mes tiene que contratar secretarias para el presidente Lufiam. Está cansado de ver cómo estas mujeres caen rápidamente en los encantos del presidente y luego son despedidas cuando bus...