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Saque a Joaquin de la joda a rastras, el muy hijo de puta se aferraba a cualquier cosa que veía con tal de no irse.
— Seven, nos tenemos que ir. - Lo rete, tirando de su cintura.
— ¡No quiero! - grito borracho.
Tenia un pedo de la puta madre, creo que se habia tragado todo tipo de alcohol.
Cansado ya de su forma de comportarse, lo cargue y lo lleve hasta donde estaba el auto, aguantando las patas y piñas que me daba.
Lo metí adentro del auto, como pude, y después me subí yo. Gracias a dios hoy se me ocurrió no tomar nada, solo un vaso de cerveza.
— Tengo hambre. - Murmuro el rubio a mi lado.
— ¿Queres ir al Mc? - pregunte, sin sacar mis ojos del camino.
— ¡Si! - su grito hizo que me sobresalte.
— ¡Deja de gritar, la puta madre que te pario!
Al no escuchar nada, lo mire de reojo. Un sentimiento de ternura golpeo mi corazón al verlo con un puchero en sus labios, cruzado de brazos y mirando la ventana, parecía un nene chiquito.
Sonreí levemente y tome camino hacia el Mc Donald's mas cercano. Estacione el auto y ayude a Seven a bajar.
Entramos al establecimiento, en el cual habían pocas personas debido a lo tarde que era. La mayoría eran pendejos. Camine arrastrando a Seven hasta el mostrador.
— Hola, bienveni... - la chica al vernos se quedo muda.
— ¿Y a esta que le pico? - pregunto Joaquin, siendo escuchado por la cajera.
Golpee mi cara con mi mano, que vergüenza. Pase mi brazo por los hombros de Seven y puse mi mano sobre su boca.
— S-Son Seven Kayne y Khea. - Le sonreí. - ¿Nos podemos sacar una foto?
— Obvio. - Asentí.
Seven, sin poder hablar por mi mano, se limito a asentir con su cabeza. La chica saco su celular y saco una selfie.
— Muchas gracias. - Sonrió. - ¿Que van a ordenar?
— Yo quiero una big mac, con unas papas y una coca. - Conteste y mire a Joaquin.
— Yo quiero un doble cuarto, papas y fanta. - Hablo.
La chica asintio, apretando la pantalla.
— ¿Quieren agrandar el pedido? - Los dos asentimos. - Muy bien, serian $1.545.
Saque la tarje de mi billetera junto a mi documento y se las di. Gire a ver a Seven.
— Anda a sentarte. - Señale una mesa que estaba en una esquina.
— No te chamuyes a la cajera. - Me miro serio, para después alejarse tambaleándose levemente.
Lo seguí con la mirada, mi ceño estaba fruncido, ¿que?
