Mira las palmas de sus manos, rojas e irritadas, las da vuelta y el dorso de estas estaba igual. Todo por lavar hasta el cansancio, aquella ropa que ahora debía estar secándose tendida al sol. Su cuerpo también, quizás jamás había estado tan limpio o sin rastro de tierra, sudoración u otro fluido. Había limpiado todo.
Prefería pensar que lavó incluso sus pecados.
Su mente no dejaba de molestar, no estaba concentrado; se golpea a sí mismo en la cabeza y luego las mejillas, intentando centrarse en la realidad para luego ponerse su ropa de entrenamiento. Hoy sería acondicionamiento físico, desarrollo muscular y terminarían con espada. Un entrenamiento integral con el que su mente no podría estar divagando sobre el sueño de anoche.
Comienza con un trote de mediana intensidad, junto a otros guardias y caballeros que seguían sus propios entrenamientos más regularizados, pero este se queda algo más de tiempo en la pista. Después de media hora de seguir en los suyo va a por algo de agua, cosa de sentirse renovado, más fresco y con suficientes energías para continuar con su entrenamiento. Sigue allí toda la mañana hasta que el sol estaba por completo sobre él y sobre todo el reino, en lo más alto del cielo iluminando con total intensidad a medio día.
-Dejaremos el entrenamiento con espadas para la tarde. –Escucha a Iida quien se había integrado al entrenamiento al igual que Kirishima poco después de que el rubio empezara.- Es hora del almuerzo.
Los dos caballeros de ojos carmín simplemente le siguen, Iida era su superior al fin y al cabo, además sus estómagos gruñían guturalmente por algo de comer -esa era la verdadera razón de ir de Bakugō- no tenían que obedecer al primer caballero si no estaban en una misión o en la guerra, le valía realmente, aunque el más alto siempre tomaba el liderazgo independiente de la situación.
Comen junto a otros guardias de mayor rango del castillo, tenían- como todos los días- una mesa solo para ellos y su comodidad. Comentan sobre el festival del pueblo de anoche y contrastando con el baile y banquete que hubo en el castillo al mismo tiempo.
Kirishima es el que más habla de su grupo de 3, comentando de la comida, aquel banquete bendecido, los bailes, las mujeres, de todo lo pasado aquella noche hasta que sus recuerdos ya se desvanecían gracias a los efectos del alcohol.
-De ahí en adelante realmente solo tengo algunas vitas momentáneas, como imágenes –ríe avergonzado rascándose la nuca con suavidad, como si de un tic nerviosos se tratara.- Si no mal recuerdo Bakugō fu quien me trajo de vuelta hasta el castillo.
-Claro que fui yo, pelo de mierda. ¿Quién más crees que podría aguantarte? –gruñe y bebe de su vaso de vino hasta dejarlo vacío.- Te vuelves a pasar con los tragos así, tanto como para ni sostenerte en pie y olvídate de que te conozco, consíguete a otro para que te lleve.
-¡Pero Bakugō! –Le hace ojitos y se acerca a él en busca de su perdón.- no volveré a estar ASÍ de borracho, pero no prometo nada más... además soy divertido cuando estoy ebrio~
-¿Y esa mentira quién te la inventó? –Lo dice con una sonrisa socarrona, cosa de molestarlo y picarle en el orgullo.-
Entonces los demás oficiales de alto rango de la mesa empiezan a reír, Iida por su parte simplemente empieza a regañar al de dientes de tiburón mientras movía sus brazos de forma mecánica y repetitiva, sobre el mal juicio, el efecto del alcohol en exceso y que eso lo dejaría imposibilitado para la batalla, la negligencia y bla bla bla bla, pura mierda. Así de burda sigue la conversación en la que el rubio no volvió a decir nada, le parecía de lo más aburrida e in-sustanciosa.
Después de esto les dan un tiempo de unos 30 minutos antes de reunirse los 3 caballeros del príncipe en el salón de entrenamiento interior que es donde practicaban con diferentes tipos de espada y herramientas menos brutas de batalla.
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Pesadillas [BakuKami KiriKami]
FanfictionEl insomnio no podía con el, intentaba no dormir porque sus sueños eran cada vez mas vividos. Parecía realidad, ese extraño demonio que se acercaba a el por la noche, que entraba a su cama y le brindaba un placer que jamás había sentido antes. Cab...