V. Sol: Ojos de Oro

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Tras haber visitado a aquel caballero en el castillo, el demonio de hebras de sol vuelve a su "hogar" junto a los demás eclesiásticos del Principado. Se escabulle entre las sombras con una sonrisa de satisfacción por la comida de apenas hace unos momentos; palmea un par de veces su estómago y deja escapar un suspiro de gusto de entre sus labios apeas separados.

Llegando al pasillo de sus habitaciones se da cuenta que empezaba a amanecer, que pronto sería hora de levantarse y empezar con la farsa que encubría su verdadera naturaleza. Una mueca de disgusto aparece ahora, no le gusta el trabajo que hacía allí, aunque Midoriya lo volvía ameno la mayoría de las veces como su supervisor y compañero de tareas. El sacerdote de cabello y ojos verdes había sido esencial para él desde su llegada en más de una manera, por lo mismo decide acercarse a la puerta de su habitación y asomarse para ver a su primer platillo de aquellas tierras.

Sigilosamente abre la puerta, tan lento que ni siquiera alcanza a chillar a pesar de que necesitaba un poco de aceite por lo vieja que estaba –casi todo en ese monasterio tiene por lo menos un siglo- para ahora poder asomar la cabeza y ver con sus ojos dorados la figura de Izuku. Sus pupilas se dilatan y sonríe de satisfacción al verlo frotarse contra una almohada mientras susurraba "Denki" con pasión y deseo; aun así seguía dormido. Decide salir de allí y cerrar la puerta para volver a su habitación y descansar con los ojos cerrados lo que le quedaba de tiempo de paz y silencio.

No podía dormir y no tenía ganas tampoco, simplemente piensa en el joven que se estaba tocando pensando en él, soñando con él sin siquiera tener que meterse en sus sueños. Sonría de lado, lo tiene donde quería, comiendo de su palma. Existía una mayor satisfacción en corromper jóvenes como él, aún más grande era cuando este joven en cuestión era un entregado a la religión, un siervo de ese Dios por el que tanto aclaman.

Pasa el tiempo entre sus pensamientos y escucha como empieza el movimiento entre las habitaciones, ya era tiempo de despertarse por lo que no con muchas ganas se acerca a su mesa auxiliar, se limpia y comienza a vestir. Su ropa interior de un color beige; la sotana café oscuro, aburrida a mas no poder; luego la cuerda blanca que iba alrededor de su cintura en forma de faja, el abrigo largo y con capucha por la estación del año, hacía frío donde quiera que iba; finalmente unos calcetines y las botas de cuero que llegaban hasta debajo de su rodilla, estas manchadas con un poco de lodo. Con todo eso se levanta y ve en el pequeño espejo que tenía en esa austera habitación, toma su peine y acomoda su cabello –algo largo, con una partición en el medio para ese flequillo, sonríe.

-Qué guapo que soy~ -dice con sorna y autosuficiencia- normal que nadie se resista a esta bella carita, estos lindos ojos –la pupila se vuelve filosa, como la de una cascabel al momento de ver su presa- ojazos mejor dicho. –apoya su mano en su propio mentón sintiendo una ligera barba que comenzaba a salir, suspira, sabía que le tomaría algo de tiempo extra pero debía afeitarse antes de bajar.-

Termina con aquello, se ve otro más al espejo y luego ocultando todos los dejes físicos de su cuerpo que mostraran su verdadera forma demoniaca. Sale de la habitación y cierra la puerta, justo entonces suenan las campanadas, ya iba tarde. Escucha un sonido en la habitación de su vecino de cuarto.

-¿Hermano Midoriya? –pregunta el rubio acercándose a la puerta para que se le escuchara claramente desde allí.- ¿se encuentra bien? –intenta sonar preocupado, pero realmente mostraba una sonrisa de diversión. Que bien que había una puerta de por medio.-

-¡Si! –lo escucha decir rápidamente, luego un par de sonidos secos, como pisadas y un último golpe, el muy ingenuo estaba sujetando el pomo de la puerta. Denki debía taparse la boca para aguantar una carcajada.- ¡Estoy bien! S-solo... me he quedado dormido, pero ya bajaré. –Pero ambos sabían que eso no era, ambos sabían de que se había tratado aquello.-

Pesadillas [BakuKami KiriKami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora