Jungkook ayudó a Soobin con sus bloques, sonriendo cuando Soobin fue capaz de reconocer y nombrar casi todas las letras. ―¡Buen trabajo!
―Buen trabajo ―repitió Soobin―. ¿Galleta?
―¿Qué tal un paquete de pasas? ―Fue a la cocina y cogió un paquete de pasas, dándosela a Soobin en la mesa de la cocina.
―Cuéntalas y dime cuántas tienes ―sugirió.
Se recostó contra la encimera, mirando como Soobin contaba lentamente las pasas, lo suficientemente atento como para corregir y ayudar a Soobin, una vez que se estancó en seis.
Una parte de su mente iba a mil por hora. Le había dado una mamada a Taehyung. Había chupado la polla de su jefe. Y quería hacerlo de nuevo. Había estado esperando toda la mañana a que Taehyung bajara. Finalmente, escuchó sus pasos en la escalera, oyó el silbido de Taehyung y su polla se removió con impaciencia en sus pantalones vaqueros.
―¡Nadie fue a despertarme!
―¡Papi Taehyung! ―Soobin fue corriendo hacia Taehyung antes de que Jungkook dijese algo estúpido como: 'me ofrezco como voluntario para ese puesto.'
Taehyung levantó al niño, lo besó en la nariz. ―Buenos días, hijo. Kookie. ¿Cómo está la señorita Nayeon?
Le dio una cálida sonrisa a Taehyung, regañándose por actuar como un adolescente histérico. ―Está bien. ―Ella se balanceaba, medio dormida.
―Y tú ¿Cómo estás? ―Los ojos de Taehyung eran muy cálidos.
―Estoy bien. ―Enamorándome poco a poco, sin importar lo tonto, estúpido o peligroso que era.
―Excelente. ―Taehyung lo miraba como si fuera el centro del universo. Wow.
Se encontró sonriéndole adorablemente a Taehyung.
―¿Quieren algo increíble para el almuerzo o... ―Esos lindos ojos revoloteaban―. ...iremos a comer hamburguesas y a jugar en los castillos inflables?
―¡Castillo inflable! ―Kookie y Soobin gritaron juntos.
―Bueno, ¿Qué estamos esperando?
―¿Necesitas comer algo antes de irnos? ―También era necesario preparar la bolsa de Nayeon, asegurarse que contenía un biberón, varios pañales, de los que esperaba no tener que ocuparse, un par de botes de zumo y algunos aperitivos para Soobin, un cambio de ropa para ambos niños por si acaso...
―Voy a tomar una taza de café. Tengo la pañalera y la mochila de Soobin listas.
―Oh, wow, ¿de verdad? ―Hombre, era impresionante, no tenía que preocuparse por eso. No es que le importara, en realidad, pero era genial tener otro par de manos y otro adulto pensando en ese tipo de cosas―. Genial. Estamos listos para irnos, entonces.
―Perfecto. Pensé que podríamos caminar, comer hamburguesas en Dave y luego, la diversión está sólo una manzana más abajo.
Taehyung bajó a Soobin. ―Ponte los zapatos y déjame tomar una taza de café.
―Suena perfecto. ―Kookie fue en busca de sus zapatos, sintiéndose tan feliz, como sí realmente fuera un miembro de la familia y no sólo el niñero. Y Taehyung lo había incluido antes de que... se liaran. ¿Esto significaba que habría algo más, después de lo que pasó?
Entró en la cocina, deteniéndose al ver a Taehyung bailando con Nayeon en una mano y el café en la otra. ¡Oh hombre! Al verlos su interior se calentó y su corazón latió un poco más rápido. Definitivamente estaba enamorado de Taehyung, y verlo así, hacía que fuese más fácil dejarse llevar.
Ella se reía, el sonido puro de la felicidad, y Taehyung sonrió. ―Eso es, bebé. Vamos a salir a jugar.
―Es un encanto, ¿no? ―Sonreía con tanta fuerza que casi le dolía.
―Es increíble. ―Taehyung bailó hacia él, depositando un suave beso en su boca―. Buenos días, Kookie.
Nadie lo había llamado Kookie antes, salvo Taehyung.
Se lamió los labios, dándole a Taehyung una cálida sonrisa. ―Buenos días. ―Y lo eran. Era una mañana muy buena―. Si.
Nayeon se giró y lo sujetó de la camisa con su pequeña mano, no dejó de agarrarlo.
―Oye, niña bonita. ―Se quedó allí, cerca de Taehyung, haciendo muecas al hermoso bebé. Ella balbuceaba y se movía, coqueteando con locura. Iba a ser una rompecorazones.
―¿Estás tratando de robarme a Kookie, pequeña?
―No hay robo, ella ya tiene mi corazón. ―Sonrió―. La única chica que lo ha logrado. ―Bueno, también amaba a sus hermanas, pero eso era diferente, Nayeon no era un pariente.
―¿Ves? Eres mágica. ―Taehyung hizo una suave pedorreta en el pequeño cuello, que la hizo chillar.
Ese sonido atrajo a Soobin en un instante ―¡Yo también, papi Taehyung!
Jungkook se echó a reír. A Soobin le encantaba que le hicieran pedorretas.
Taehyung le entregó a Nayeon y comenzó a acechar a Soobin, concentrándose en el juego. Kookie continuó riéndose mientras los seguía lentamente. Era tan bueno, ver a Taehyung relajarse y jugar con los niños. Era increíble la forma en la que ellos se estaban convirtiendo en una familia. Era mucho más de lo que alguna vez había esperado cuando decidió convertirse en niñero.
Tomó el suéter de Nayeon y la mochila, colocándolo dentro. Ella se reía y se balanceaba, la dulce niña, casi siempre de buen humor, si no tenía hambre, cansancio o necesitaba un cambio de pañal.
―Está bien, vamos, chicos. Me muero de hambre. ―Taehyung cogió a Soobin.
―¡Creo que deberían comer hamburguesas de rana!
―¿Crees que comiendo hamburguesas de rana empezaríamos a saltar por todas partes? ―Jungkook preguntó. Saltar era una de las actividades al aire libre que Soobin amaba.
―¡Saltar! ―Eso era lo que estaba haciendo. Rebote. Rebote. Rebote. Saltaba en los brazos de Taehyung, sus pies por encima de las bolas de Taehyung.
Jungkook hizo una mueca, esperaba que no sufrieran ningún daño, quería encargarse de ellas. Dios, estaba perdido. Desde el principio le había parecido guapo, pero la forma en la que se sentía ahora lo sorprendía bastante.
Taehyung acomodó a Soobin más arriba mientras luchaba para sacar el cochecito del garaje. ―Es un día hermoso.
―Lo es. El mejor día de mi vida. ―Jungkook estaba prácticamente saltando, por el amor de Dios.
―Lo sé, Kookie. Lo de anoche fue fabuloso.
Oh. Sí. Sonrió aún más, asintiendo. ―Sí, sí, lo fue.
Taehyung lo miró, le dedicó una ardiente sonrisa.
Jungkook le sonrió en respuesta. Estaba en muchos y jodidos problemas.