Capítulo 9

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- Por nada del mundo me monto en esa cosa.

Lo primero que nos encontramos al salir del hotel fue una furgoneta pintada en naranja, llena de flores de todos los colores y un grafiti en el que se leía "Live, Laugh, Love". Al principio solo me fijé en el cacharro, que además parecía sacado del desguace, pero después de haber analizado la "obra de arte" que se encontraba frente a nosotras miré a la ventanilla del conductor. Y sí, eran ellos.

- Estáis locos si pensáis que voy a poner un pie dentro de esa cosa. – dijo Alexandra mirando la furgoneta con cara de asco.

Ellos se empezaron a desternillar de risa, seguramente al ver la cara de tontas que teníamos mientras los mirábamos.

- ¿Qué os creíais? ¿Qué íbamos a venir en un Lamborghini? – dijo Hugo entre risas.

- Venga si os habéis puesto guapas para nosotros. Esto es lo más barato que tenían en la empresa de alquiler de coches. – Le siguió su amigo. – No os iréis a rajar ahora, ¿no?

Miré a Alexandra y ella me miró a mí. Estaba claro que ninguna de las dos queríamos ir con ellos y mucho menos en esa especie de caravana hippie, pero oímos como Hugo arrancó.

- Venga tío, vámonos. Has ganado la apuesta, son un par de aburridas. Te debo diez pavos. – dijo mientras se abrochaba el cinturón.

En ese momento se me ocurrió la idea más divertida que había tenido en todo el día.

- Vaya... parece que no vamos a poder ir a ningún sitio con vosotros. – dije mientras miraba la rueda de atrás de la furgoneta.

- ¿Y eso por qué? – quiso saber Hugo.

Me acerqué a la ventanilla y apoyé los codos en ella mientras acercaba mi boca a su oído, como él lo había hecho conmigo veces antes.

- Será mejor que le eches un vistazo a la rueda de atrás, no me gustaría tener que ir a recogeros cuando pinchéis en medio de la carretera.

Conseguí mi objetivo. Hugo abrió la puerta y se bajó tan rápido que casi no tuve tiempo para evitar que chocara conmigo. Aguanté la risa mientras veía como su amigo lo acompañaba y Alexandra me miraba sin saber cuáles eran mis intenciones. Entonces me subí en el asiento del conductor y le hice un gesto a mi amiga para que se subiera en el de copiloto. Cerramos las puertas y chocamos las manos por lo bien que había salido mi plan.

- ¿Qué coño hacéis? – preguntó el rubio.

No podía permitirme el lujo de reír, teníamos que permanecer serias para que aquello saliera bien. Al escuchar a su amigo, Hugo dejó de mirar la rueda, que, por supuesto, estaba en perfectas condiciones, y se quedó de brazos cruzados mirándome.

- No os quedéis con esas caras y subid. No tenemos toda la noche. – dije con un tono chulesco.

- Esto no se queda aquí muñeca. – dejó caer Hugo señalándome mientras subía a la parte trasera.

Arranqué cuando se pusieron los cinturones y avancé por la avenida de palmeras del hotel.

- ¿Nos estáis secuestrando? – preguntó Ethan, o así creo que se llamaba.

- Ya os gustaría – le contesté – vamos a un pub que he visto por internet, tiene buena pinta.

Ambos se callaron y por el espejo retrovisor pude ver como intercambiaban unas miradas serias.

- Qué típico. Conozco un sitio mucho mejor, deja que te guíe. – dijo Hugo.

- ¿Y por qué íbamos a fiarnos de vosotros? – Espetó Alexandra quitándome las palabras de la boca.

Cuando menos te esperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora