Capítulo 10

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- ¿Qué vas a hacer? – le pregunté a mi amiga sabiendo que sus intenciones para nada eran buenas.

- Se van a arrepentir de haberte tirado el café encima, de habernos visto las tetas y de haberme tirado al agua. Y por supuesto se van a disculpar. De rodillas.

Contemplé en silencio como Alexandra cogía los vaqueros, la camisa de rayas y las zapatillas de Ethan.

- Coge tú la del susurrador de oídos, seguro que a él le gusta más si la coges tú.

Dudé un segundo porque sabía que eso no estaba bien, pero desvié la mirada hacia el mar y los vi riéndose, seguramente de nosotras. Se lo merecían, ellos se lo habían buscado. Además, ¿qué tiene de malo un poco de diversión?

Me levanté dejando el botellín de cerveza encima de la toalla para recogerlo luego y me agaché para coger toda la ropa que quedaba. Una camiseta negra, unas bermudas vaqueras blancas con roturas y unas zapatillas de loneta también negras. Al incorporarme con ella me invadió un olor masculino que respire hasta llenar mis pulmones, no podía oler mejor. Siempre me han encantado los chicos que huelen a perfume, acercarte a su cuello y respirar profundo, hasta que se convierte en una droga que no quieres dejar de consumir.

- Tenemos que esconderla – dijo Alexandra mirando a todas partes.

- Allí, detrás de aquellas rocas.

Nos dirigimos a unas rocas que había en la entrada a la cala, justo al lado del final del pasillo de madera y dejamos toda la ropa detrás de una de ellas.

- Esto va a ser divertido – dije entre risas.

Volvimos a la toalla y no pasaron ni cinco minutos cuando los dos regresaron. Conforme se acercaban la poca luz que llegaba hasta allí iba haciéndolos más visibles, estaban chorreando. Cuando llegaron hasta nosotras no pude evitar sonrojarme, Hugo llevaba un bóxer blanco, que al mojarse no dejaban lugar a la imaginación. Joder, no podía dejar de mirarlo. Podía ser un capullo, pero el chico tenía un cuerpo que dejaba sin aliento y allí, andando hacía nosotras, con el pelo mojado y alborotado sobre la frente, la boca entreabierta y la ropa interior en esas condiciones era uno de los chicos más sexys que habían visto mis ojos.

- ¿Intentas intimidarme, muñeca? – me dijo mientras se sentaba a mi lado.

Contuve una risa al ver que aun ninguno de los dos se había percatado de que les faltaba algo.

- No te creas el centro del mundo, estaba mirando el mar.

- Así que aparte de ser una protestona eres mentirosa...

- ¿Por qué iba a mirarte a ti?

- Porque soy el chico más sexy que has visto y que vas a ver en tu vida.

Volví a notar un calor ardiente en mis mejillas, agradecí que apenas hubiera luz y hablé intentando que no se notara la vergüenza.

- Eres un creído. He visto muchos chicos más sexys y más guapos que tú.

Se acercó un poco más a mí y sentí su mano mojada en la cintura, que me apretaba ligeramente para pegarme más a él.

- Te muerdes el labio cuando mientes – empezó a decir desviando su mirada hacía mi boca. – y como soy sincero, te confieso que me parece de lo más sexy.

Volví a sonrojarme y me enfadó que se hubiera dado cuenta. Todo el mundo que me conoce sabe que me muerdo el labio cuando miento, siempre intento evitarlo, pero nunca lo consigo. Es un tic, me sale solo.

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⏰ Última actualización: May 17, 2021 ⏰

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