4-Día Del Sol

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Elena es una mujer bastante competente en lo que a trabajo se refiere, trabaja en una empresa de maquillaje en la cual le va muy bien siendo almacenista, ciertos domingos intercalados suele ir de turno completo en la noche, ahí debo aprovechar los actos.

-Me encanta esta casa, lo bueno que aún seguía disponible.

-La zona es agradable, tienen un gran espacio para no ser molestados.

-Muchas gracias-Firmabamos papeles para comprar la casa.

-Oficialmente es suya, ¡Felicidades!

Lo primero que hicimos fue mirar todo el lugar planeando donde acomodar las cosas, mi objetivo era el sótano mostrándose espacioso con las herramientas recién compradas.

-Debo admitir que nunca pensé ver este día, tú y yo viviendo bajo el mismo techo.

-Quería estar listo para ser el hombre que mereces.

-Lo haz sido desde siempre, te amo-Un cálido beso en una bella tarde.

De vuelta a las andadas, me sentía ansioso al observar como la gente caminaba de un lado para otro con calma y yo simplemente debo revisar que todo esté bien.

-Esta es la peor zona del mundo, venden drogas en cualquier lado y todos siguen como si nada-Sanders se quejaba, lo que no sabía es mi dominio sobre el territorio que hice de poco a sus espaldas-Mira a ese chico de ahí, se está prostituyendo.

Antes quería ser un héroe al igual que ahora pero el giro de mi vida fue la admiración sobre la muerte en mujeres, tal vez estoy equivocado, no había pensado en asesinar a un hombre...eso no me satisface.

-El puto sol quema mis ojos, prefería el turno de noche.

-Contigo son solo quejas.

-¿Eh? Pero contigo es muy difícil hablar, es día en tu departamento parecías más divertido

-Da igual, ya te dije que estamos trabajando.

-Falacias contigo, algo te pasa-No logro hacer que se calle.

-Salgamos el fin.

-Negativo, tengo un cita.

-Tenía que ser...

Logré separarme un momento de Sanders, estaba exhausto al mantenerme despierto de nuevo cada noche, suponía que la razón era el no haber cometido otro acto ilícito pero cambiaría pronto verificando mi hipótesis.

-Tienes que dejar de pararte aquí cuando te de la puta gana-La "dueña" del área había aparecido, se trataba de la no muy agradable Hannah encontrándome sentado a lado de un bote de basura.

-El trato está hecho, si no toda tu pandillita ladrona de cuarta estaría en reformatorio-Negarse no le serviría de nada.

-Me importa un carajo los niños que vienen por mí para ayudarlos-Encendía un cigarro sostenido por sus dientes podridos-¿Qué es lo que quieres? Me da náuseas pensar que un policía blando como tú no haya pedido nada a cambio aún.

-A eso venía-Me levantaba con un ligero mareo-Deja que una de tus pequeñas ladronas venga conmigo.

-¡Ja, ja! Resultaste ser un hijo de puta pervertido-Suele controlar mis emociones pero esta mujer no sabe a lo que se refiere-Esta bien, maldito pedófilo, dime cuando es que la quieres.

-Las condiciones serán que si no regresa contigo es que no desea verte nunca más.

-¿Piensas fugarte del país con tu amor de verano?

No sigas mis pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora