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ㅡSoy increíblemente flexible, YoonGi. También soy resistente. Dudo que haya algo puedas hacerme, que no pueda llegar a aguantar. 

ㅡJiMin. ㅡSus ojos cafés estaban casi negros cuando los abrió y se quedó mirándolo fijamente. Lucía hambriento, y de la forma que decía quiero comerte. ㅡNo sabes lo que estás diciendo, conejito, no realmente. 

ㅡPruébame.

YoonGi gruñó. Esa fue la única advertencia que recibió, antes de que le diera la vuelta hasta quedar sobre sus manos y rodillas. Las mejillas de su trasero fueron separadas y una larga lengua bífida, lo acarició a lo largo de su apretado agujero.

Gritó, el sonido llenó la habitación debido a su intensidad. Sentía cómo gritaba, mientras el pelinegro lamía su culo una y otra vez. Nunca había sentido algo como eso, en toda su vida. Demonios, ni siquiera se lo había imaginado, y tenía una gran imaginación.

Cuando la lengua bífida de YoonGi empezó a empujar con más fuerza contra su culo, realmente gritó. Las lamidas se detuvieron repentinamente y unas grandes manos revolotearon sobre él, el rostro preocupado del pálido, lo miraba hacia abajo. 

ㅡ¡No te detengas! ㅡLe chilló el más bajo.

ㅡDemonios, pensé que te estaba lastimando. 

ㅡ¡No! ㅡVolvió a darse la vuelta, rápidamente y levantó su culo en el aire. ㅡDe nuevo. 

ㅡ¿Estás ordenándome, pequeño conejito? 

ㅡ¿Por favor?

YoonGi se rió entre dientes. 

ㅡEso está mejor.

Gruñó otra vez, cuando la lengua bífida volvió a lamer su culo. Estar apareado con un dragón, definitivamente era algo bueno. Si el de ojos felinos podía convertirlo en una pila de gelatina sólo con su lengua, no podía esperar a poder descubrir qué podía hacer con su...

Casi protestó, cuando YoonGi dejó de lamer su entrada, hasta que sintió dos gruesos dedos sobre su entrada. No podía contener sus sonoros gemidos. Simplemente abrió su boca, y estos se escaparon, haciéndose más ruidosos cada vez que los dedos del mayor se hundían en él. Sí, él era ruidoso. ¿Y qué? Al pelinegro parecía gustarle. Entre más ruidoso y alto fuera su grito, más fuerza usaba el mayor. Estaba en el cielo. 

ㅡCreo que a mi pequeño conejito, le gusta esto.

Asintió rápidamente, en este punto ya no podía comprender de lo que le estaba hablando. Sólo podía sentir, y se sentía maravilloso. Se estremeció, empezando en el lugar en donde los dedos del pálido empujaban en su interior y se extendía a través de su cuerpo entero. Cada uno de sus nervios estaba vibrando.

Inhaló con fuerza, cuando YoonGi sacó sus dedos y los reemplazó por su miembro. El de tez nívea empujó lentamente, y el menor sentía cómo lo estiraba cada gruesa pulgada. Las grandes manos de YoonGi le agarraron las caderas con tanta fuerza, que se preguntó si tendría moretones en la mañana. No le importaba.

Los usaría con orgullo. Significarían que estaba apareado.

Sabía la importancia de este momento. Una vez que el de ojos felinos se adentrara en el de hebras casi albinas estarían verdaderamente apareados según las tradiciones de su gente.

Este era el paso final, y entonces estarían apareados para siempre.

No sabía qué implicaba estar apareado con un dragón. Siempre había esperado encontrar a otro conejo. Los conejos se apareaban con conejos. Era un tipo de tradición. Otros conejos comprendían el alto impulso sexual, la hiperactividad, la necesidad de anidar.

Escamas y algodón | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora