016

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― ¿Estás seguro de que está bien, HoSeok?

―Él está bien, JiMin. YoonGi sólo tiene unos cuantos cortes y rasguños.

Necesita unos cuantos días en cama para descansar y recuperarse, pero el doctor dijo que está bien.

JiMin frunció el ceño y se apartó de la ventana para mirar al otro lado de la habitación, hacia el segundo al mando de su pareja. Había pasado una semana desde que JungMin atacó a YoonGi, y el peliblanco todavía no lo había visto.

Durante la pelea, HoSeok lo había llevado de regreso a la seguridad de su pequeña habitación y puso guardias afuera de su puerta. Le habían traído comida, y un doctor vino a examinarlo, pero no YoonGi.

―¿Puedo verlo?

Deseaba desesperadamente ver al pálido, para asegurarse de que realmente estaba bien. Había visto la sangre, las heridas. Sabía que sus lesiones, eran más graves que unos cuantos cortes y rasguños. Le estaba matando por dentro que no le permitieran estar al lado de su pareja.

―Esa no es una buena idea, JiMin.

―No, por supuesto que no ―, susurró, mientras volvía a girarse para mirar por la ventana. En realidad, no estaba viendo nada, ni la nieve cubriendo las montañas o los campos de color blanco puro que yacían ante él. No veía nada más que los ojos llenos de odio de YoonGi. Dudaba que pudiera olvidarlos alguna vez.

―Vendrá a verte cuando esté listo, JiMin.

Cubrió su boca para contener la risa histérica. YoonGi no iba a ir a verlo.

YoonGi ni siquiera podía mirarlo. Ahora sería peor. Ya no podía esconder su condición.

Ya había pasado el tiempo suficiente, como para poder descubrir el sexo del bebé si es que realmente quisiera saberlo. En otra semana, sólo empezaría a ganar peso, mientras el bebé crecía del tamaño adecuado para nacer. Estaría tan grande como una casa. Y seguramente eso lo haría muy atractivo a los ojos de YoonGi. ¡No!

Deseaba poder cambiar a su forma de conejo, pero el doctor le había advertido contra ello. A estas alturas del embarazo, podría lastimar al bebé.

Sin importar cuanto deseara no estar esperando, no haría nada para lastimar a su hijo. Era todo lo que le quedaba de YoonGi.

―Creo que voy a tomar una siesta ―, dijo, mientras bajaba su mano y se volteaba para mirar al castaño. Podía sentir los ojos del hombre observando cada uno de sus movimientos, y era enervante. Sentía como si HoSeok pudiera leer cada una de sus emociones.

El hombre era bastante amable, pero había una pizca de lástima en sus ojos, siempre que lo miraba. Era el único que sabía todo lo que pasaba entre él y YoonGi.

― ¿Necesitas algo?

―No.

Esa era su constante respuesta, en estos días. Lo que necesitaba, no podía tenerlo. Lo que le ofrecían, no lo quería. Sentía como si viviera en una burbuja llena de algodón. Nada entraba, y nada salía. La mayoría del tiempo, ni siquiera sabía qué hora era.

―Tal vez después de que descanses un poco, podamos salir a caminar afuera, a conseguir algo de aire fresco.

Sabía que el más alto estaba tratando de ayudar, de darle algún tipo de esperanza. Trató de darle una pequeña sonrisa, para dejarle que el hombre supiera que apreciaba el gesto. Sabía que había fallado, cuando el mayor frunció el ceño.

―Vendrá a verte tan pronto como pueda, JiMin.

―Sí... claro.

Si YoonGi realmente quisiera verlo, habría venido antes. Pero no lo hizo, y él lo sabía. Si el azabache estaba tan saludable y fuerte como decía HoSeok, entonces no había nada que lo mantuviera alejado.

Escamas y algodón | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora