El Renacimiento.

CAPITULO 06

DOMMENICK

Subo a mi auto luego de muy mal humor luego des espectáculo que acaba de dar esa mujer

—señor, Esa mujer parecía conocerlo muy bien ¿Usted la conoce a ella?

—me estaba llamando por otro nombre y no entendí la mayoría de estupideces que salían por su boca más que Dom, Dom... hazme un favor y no vuelvas a sacar así el arma en medio de la ciudad. –intento quitarle las arrugas que quedaron en mi traje

—se acercó mucho, yo solo hago mi trabajo- comenta

—es solo una mujer ¿qué daño tan grande puede hacer?

—Yo nunca subestimaría la capacidad de una mujer, se ven delicadas y frágiles, pero en realidad no...

—como sea, ya paso el suceso, llévame al departamento

—claro

una vez en mi departamento descanso la noche entera. el día siguiente cambio mi traje para hacer mi último trabajo de la semana, consistía en hacer visitas a domicilio a aquellas personas que se hacen pasar de listos con el jefe

—siempre tienes que usar trajes

—si no me ven como alguien serio, las personas no me trataran como quiero, una persona seria, eres lo que reflejas al mundo

—ósea eres narcisista

—si

—Bárbara dejó un mensaje, dijo que no podría venir en unas semanas por que esta atareada en el trabajo, apenas tenga información de algo relevante nos avisaba

—gracias Gustav. ¿Has llamado a Marco y Alejandro?

—están esperándonos afuera

—perfecto, entonces diles que vayan por Luis y los veremos donde acordamos

—si jefe

El camino es algo largo, para ser especifico en medio de la nada, me gusta los lugares silenciosos para trabajar, nada me distrae. Empieza a caer la tarde cuando al fin llegamos a una fábrica abandonada, bajo del auto con todos mis aires de poder

—¡Arthur! ¡Arthur! Amigo. –sonríe Luis al verme. —diles que no he hecho nada amigo

—amigo...

—si fuese tu amigo me habrías consultado antes de hacer cualquier de hacer cualquier estupidez

—¡te juro que yo no he hecho nada! –exclama frustrado

—Lenox no te traería conmigo si no hubieses hecho nada, sacaste unas pacas de droga y las vendiste como si fueses cualquier vendedor de la calle. –me acerco a el

—tengo una familia que alimentar

—no me vengas con esa mierda porque se te pagaba muy bien por tus trabajos

—por favor, Lenox tiene que perdonarme

—mordiste la mano que te dio de comer... muchachos -doy la orden de que lleven al hombre a unas de las maquinas. —enciende la maquina Gustav

—señor, es Luis

—Luis es el trabajo por hacer ¿tienes algo para objetar?

—...

—Enciende la maldita maquina

—Arthur... -se acerca a mí. —deberías darle al menos una muerte digna y matarlo de un tiro no lanzándolo a una máquina trituradora de carne

—que ¿es tu cumpleaños para que yo te cumpla deseos Gustav?

—solo ten algo de compasión por la vida humana, sabes muy poco al respecto y es hora que aprendas