39: Daga.

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No... no me dejes...

Suplica, a un lado de la cama tomando la mano de Jungkook. Su rostro está gris y sus ojos celestes parecen perder la vida.

Las voces de su corazón gritan desperadas para que haga algo, que su amado está perdiendo la batalla... pero no hay nada que pueda hacer.

Quiere seguir suplicando, pero ya no sale voz de su boca, y unos brazos lo tiran hacia atrás haciendo que se aleje del cuerpo inerte de Jungkook.

Todo se desvanece.

Está solo con un fondo negro, y las flores blancas que alguna vez representaron su amor estaban marchitas en el suelo, en un camino hasta el cuerpo de Jungkook inmóvil sobre aguas negras, flotando.

Flotando, sin moverse, sin respirar, sin sonreírle, sin siquiera mirarle con sus ojitos celestes.

Solo... nada.

Nada.

Nada.

Nada.

―¡Ah...!

Abre los ojos despertando del sueño, con el pecho agitado y algo de sudor en su frente. Levanta su torso y pasa una mano por su cabello. Los nervios en su piel.

Fue una maldita pesadilla.

Minutos después vuelve a caer su espalda sobre la cama y suspira con los ojos cerrados. Gira hasta quedar de lado y ahí encuentra el perfil de su amado.

Jungkook está durmiendo a su lado.

Una sonrisa tranquila se extiende por sus labios cerrados. Siente calma porque ya no ve palidez en su piel y las ojeras bajo sus ojos se han desaparecido casi por completo. JiMin sabe que se debe a sus cuidados.

Después de una semana desde que fue envenenado y posteriormente tomado el antídoto que la curandera preparó gracias a JiMin, ha estado mejorando cada día.

Al principio su piel tenía un tono pálido poco sano, sus ojos empezaron a tener ojeras por la falta de sueño al tener dolores en el cuepo y fiebre casi todo el día. Pero al tercer día la fiebre se había ido por completo y solo fue cuestión de días para que mejore.

Hoy se cumple el séptimo día.

Pero lo único que no se ha curado en esos siete días, es el miedo que Jungkook siente por ser atacado nuevamente, y quizás de peor manera.

Porque aunque sus padres hayan aumentado la vigilancia, interrogado a los presentes ese día y mandado investigar a las cocineras, no encontraron nada.

JiMin levanta su mano para acariciar su mejilla, luego su cuello y finalmente su pecho donde su mano se queda ahí.

Siente sus latidos bajo la palma de su mano.

Alza la mirada, sus ojos rojizos recorren su frente, nariz, labios hasta su manzana de Adán. Exhala con lentitud, disfrutando del silencio y ellos dos en la cama donde JiMin se encarga de dormir con él para cuidarlo y hacerlo sentir seguro.

Presencia cuando poco a poco los ojitos celestes del menor se dejan ver. Sonríe esta vez mostrando una parte de sus dientes cuando finalmente sus ojos están abiertos y miran alrededor anlo desorientado.

―¿Dormiste bien?―Pregunta. Su voz llama la atención del príncipe quien lo mira y sonríe.

―Sí, creo que dormí como nunca.

―Eso dijiste ayer.―Ríe suavemente.

―Es porque ayer tambien dormiste a mi lado.―Sonríe. Posa su mano sobre la contraria en su propio pecho.―Me gusta que duermas conmigo.

Corazón Traicionado | KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora