13.

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Empujé el pan dentro del horno, listo para comenzar a hornear antes de revolver la ensalada. Había planeado ordenar comida, pero alguien dijo que deberíamos comer ligero, ya que teníamos que despertar temprano (desprecio la palabra temprano). Sam se sentó a mis pies y me miró mientras sostenía una rodaja de tomate. Fruncí el ceño y puse mi mano libre en mi cadera.

—¿Qué, tu amante está tomando una ducha?—Ladró en respuesta. Suspiré y sacudí la cabeza. En secreto, creo que Sam es un humano atrapado en la forma de un perro. Haciendo caso omiso de sus gemidos para que le diera comida, puse la ensalada y el pan sobre la mesa. Al lado de su plato, puse la botella de desinfectante para manos, que ahora estaba siempre en la cocina, y me senté para empezar primero. Él vino un momento más tarde, con el pelo mojado.

Estás mojando mi piso. No dije nada y seguí comiendo mientras se sentaba.

—¿Es esta la comida?—¿Acaso no está en la mesa?

—Si, dijiste que hiciera algo ligero, y es por eso que hice ensalada y pan.


—Dije ligero, esto apenas existe.—Dejé de comer y casi doblo el tenedor de metal a la mitad.

—¿Entonces, debo hacerte algo más?—Él negó con la cabeza y comenzó a comer.


—Esto está bien. Voy a tomar un desayuno rápido en la mañana.—Bien por tí. Disfrute solo unos segundos de mi ensalada. Cuando estaba lleno de ensalada y pan, tomé mis platos y fui a la sala de estar. Me tendí en el sofá con mi portátil, apenas prestando atención a él cuando llegó y se instaló en la silla junto al sofá. Lo mire mientras cruzaba una pierna sobre la otra y empezaba a cambiar los canales de la TV. Por supuesto, se detuvo cuando llegó a las noticias. Suspiré, de repente lamentaba no tener una televisión en mi cuarto.

—¿Ya empacaste?—No, estaba demasiado ocupado haciendo tu cena ligera de la cual te quejaste.

—No, todavia no. ¿Cuánto tiempo nos quedaremos?

—Dos días y tres noches.—De mala gana dejé mi ordenador portátil. Entré a mi habitación y saqué uno de mis bolsos de lona mas grandes y lo llené de un montón de camisas para el trabajo, seguido de pantalones de vestir, jeans y dos pares de pantalones cortos. Fruncí el ceño, sin saber cuánta ropa interior necesitaba. Personalmente, respeto la idea de ir de comando para cada ocasión.

Bueno, no puedo hacer eso. Quiero decir, ¿Y si escanean mi bolso en el aeropuerto y todo el mundo ve que no llevo nada de ropa interior? Maldigo en silencio a mi yo interior, tiro un puñado de boxers y calzoncillos, y subo la cremallera del bolso. Puse mis zapatos en otra bolsa con objetos personales antes de dejarlos en la sala de estar y ponerlos al lado de la puerta.

—Listo, todo empacado. ¿No vas a empacar?—No me importaba, solo quería saber si él ya estaba listo ya que me estaba dando órdenes.

—Lo hice ayer por la noche ya que sabía sobre el viaje antes que nadie.—Vaya, gracias por avisarle a tu secretario personal. Me dejé caer en el sofá y cerré los ojos.

Al menos voy a tener un poco de tiempo sin él estando cerca. Puede que sea para mejor.


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Hay algo tocándome. Gruño y me volteo para alejarme. Se detuvo en mi hombro y comenzó en mi espalda.

—Sam, ¡Para!—Apreté mi manta a mi alrededor y por arte de magia, se detuvo.

—Este viaje no es opcional Jimin. Levántate.—De acuerdo así que quien me molestaba sonaba como un hombre y sabía mi nombre. Quemandome los sesos pensando quién podría, mi mente me trajo de vuelta a los dos últimos días haciéndome querer gritar.


Devil Boss // Kookmin //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora